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Mostrando entradas de septiembre, 2005

Un encuentro con la Mona

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"Aunque parezca difícil de creer, esto me paso a mí. Bueno, dicen en el norte del país que los micos son personas que a través de oraciones se transforman en este animal para ir a las casas de las personas y robarles alimentos. Algunos dicen que las mujeres se transforman en monas, para ir a seducir a algún hombre que les guste y que no les hace caso. Dicen también que el mico es un espíritu malo y que la única forma de capturarlo es con semillas de mostaza bendecidas por algún cura, con agua bendita. Una vez que venía de una vigilia Católica en un lugar llamado El Silencio, yo venía en una mula con un amigo a quien llamábamos Nicho. Él era el dueño de la mula y me permitió montarla, ya que me dijo que él venía cansado de montar, porque venía de un lugar llamado Caña brava, a tres días de camino. Entonces, cuando veníamos sobre el camino de tierra y hacia la derecha, escuchamos unas risas que provenían del potrero. Nicho se hizo como que no había escuchado nada y a mi parec

Los misteriosos borrachos de El Crucero

Agradezco a un amigo de El Crucero quien amablemente me ha envidado una historia de esta zona, municipio del departamento de Managua, famosa, entre otras cosas, por sus espantos y sus casas embrujadas. Aquí su relato: "Yo soy de El Crucero o mejor dicho, después del terremoto mi familia tenía una casa allí, y me críe en dicho lugar. En el año 1984 tenía una novia en la zona central del pueblo, y acostumbraba a caminar kilómetro y medio diario, que al regreso a mi casa, me daban las diez, once de la noche, y los fines de semana me quedaba hasta las 4 de la mañana, porque hacían fiestas. En una de esas, un sábado, de por sí el sitio es neblinoso por la altura, como a las 3 de la mañana, me encontré de frente como de largo de 20 metros, unas personas que venían, eran como cinco. Inmediatamente, pensé en ladrones o pandilleros, pero eran unos borrachos, que venían cargando a uno de ellos. Me pasaron y después venían unos perritos negros caminando tras de ellos. Eran dos perritos d

El día que voló el barrilete más grande del mundo

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Hoy se me antojó jugar con magia y reproducir esta simpática historia que escribiera el Señor Eduardo Marenco en su artículo acerca del mundo del canta-autor Carlos Mejía Godoy : "(Carlos) Recuerda que su padre le había contado la historia de un mitómano de Somoto , que aseguraba haber fabricado el barrilete más grande del mundo, derribando un árbol de guanacaste para hacer las varillas, consiguiendo cincuenta yardas de lona, comprando en la mecatera de Managua cuerda ancha de barco para elevarlo, y había hecho volar el barrilete al fin, según decía, dándole cuerda con un malacate de pozo para que resistiera. Al lanzamiento del barrilete asistieron las autoridades civiles, eclesiásticas y militares de Somoto, así como la banda filarmónica, pero tan gigantesco era el barrilete, que había peligro de que se derribara el templo de la ciudad, y entonces la orquesta filarmónica se colgó de la cola con todo sus instrumentos para dar estabilidad a aquella bestia que por fin se encu

Un relato escalofriante

"Nací en Managua un 29 de noviembre, y nos fuimos a vivir a León, que queda a hora y media para llegar. Andábamos buscando una casa para rentar y encontramos una bien bonita. Me recuerdo que era grande, de techo alto, las puertas antiguas y partidas por la mitad. Si querías la podías abrir por la parte de arriba... gran portón, bonita vecindad. Yo jugaba mucho con mis vecinas. Soy amigable, sociable, positiva, llena de optimismo, siempre. Había un parque que se llama San Felipe con su iglesia al lado. Eso se acostumbra en todo Nicaragua. Todos los fines de semana, me levantaba con el ruido de las campanas de la iglesia resonando, clin, clin. Me encantaba ir a misa todos los domingos, soy muy creyente a Dios y me levantaba siempre feliz, inocente de cualquier malicia y miedo que pudiera tener. Vengo de padres divorciados, pero eso nunca me importó, siempre fui madura para mi edad. Lo que me importaba era el amor de mi mamá y mis hermanos. Éramos y somos unidos hasta la vez. Somos

El cuidado de una hija

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Cuentan en León que una señora viuda, sumida en la depresión de perder a su única hijita, cayó con el tiempo en una profunda tristeza y soledad. Su mal se fue agravando a tal grado que no quería levantarse de la cama, y mucho menos encontrar fuerza en su delgado cuerpo para pedir ayuda e ir en busca de un doctor. En su enfermedad se lamentaba que no tenía nadie quien cuidara de ella, y lloraba pensando que seguramente moriría sin remedio, sin un alma que se apiadara de su condición, por ser pobrecita y por vivir en una casita lejos de la ciudad. De pronto, tres golpes secos en la puerta interrumpieron sus pensamientos, y un médico asomó su sonrisa joven en el cuarto cubierto de tristeza. Le explicó el buen hombre que una niñita de 6 años aproximadamente había ido hasta su casa en mitad de la noche para avisarle de la gravedad de su madre. La señora se asustó y palideciendo exclamó que no era posible, su única hija había muerto trágicamente hace un año. Temblorosa señaló el único

La historia de Don Chon Centeno

Los rezadores en nuestros pueblos son personajes que con sus experiencias y vivencias enriquecen nuestra cultura a través de historias que hacen dudar al más incrédulo. Esta experiencia vivida por don Asunción Centeno, es verídica, según me cuenta mi buen amigo Freddy Sequeira "El Travieso". Aquí su relato, tal y como lo leí en sus escritos. "Hola amigas y amigos. Como de muchos es sabido, yo nací en la humilde comarca de Las Pozas, municipio de Sébaco, departamento de Matagalpa, donde no había ni luz eléctrica, ni nada de eso. Recuerdo que los candiles algunas personas los hacían de botellas de Kola Shaler, esa bebida deliciosa ¿La recuerdan? Pues por las tardes, después de llegar de las labores diarias en el campo, muchas amistades de mi padre se reunían a tomar café con rosquillas y rosquetes. En esas comarcas siempre existen los rezadores y ellos son invitados a distintas comunidades cercanas a la nuestra; el rezador más famoso se llama Asunción Centeno y todos

El jinete de El Viejo

Quizá como en nuestra tierra crecimos con la costumbre de caminar por las noches en compañía de los amigos, las noches son cerradas y nuestra mente abierta a toda clase de experiencias, somos propensos a visualizar y escuchar cosas extrañas que se quedan para siempre en nuestra memoria tentando los límites de nuestro raciocinio. Mi buen amigo Álvaro Salazar, por ejemplo, recuerda nítidamente lo que le sucedió hace algunos años en su natal El Viejo, municipio del departamento de Chinandega. "Me pasó hace como 15 años atrás, como a las 3 de la mañana, allá por el Río El Viejo. No sé, fue como un sueño, algo extraño. Veníamos como 5 amigos de unos 15 años de edad platicando de carreta naguas, mocuanas y cosas así, cuando de repente sentimos que alguien nos venía siguiendo. Pensamos que no estábamos solos, pero cuando volteábamos a ver, no mirábamos a nadie. Pero seguíamos con esa sensación que algo nos acompañaba. Cuando llegamos a una esquina algo iluminada, esa sensación se qu

La Carreta Nagua de la Calle Candelaria

La Carreta Nagua es una de nuestras tantas leyendas que por generaciones ha perturbado el sueño de nosotros los nicas, desde que tenemos uso de razón. He escuchado diferentes versiones acerca de su origen, pero en lo que todas coinciden, es que la carreta de nuestra historia está embrujada, es ruidosa, tenebrosa y recorre las calles de los pueblos de mi tierra aprovechando las sombras de la noche. "La carreta Nagua se desplaza sola, halada por dos bueyes que la conducen lentamente al peso de la noche o la madrugada" me relata Don Denis Rocha. "La leyenda de la carreta Nagua fue traída por aquellos que vinieron de México cuando poblaron las tierras de Nicaragua. Se trata de una carreta que se desplaza sola, sin boyero, halada por dos bueyes que la conducen lentamente al peso de la noche o la madrugada. La leyenda con el tiempo paso a ser parte del folclore nicaragüense. La primera vez que oí hablar sobre la Carreta Nagua fue cuando vivíamos en la Calle Candelaria, un

Los recuerdos del abuelo

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He recibido una carta muy agradable de Diana quien me cuenta que habiendo leído las historias de este sitio, ha disfrutado aprendiendo acerca de las leyendas de Nicaragua. Ella, al igual que muchos nicas, emigró hace muchos años, cuando aún era pequeña, y no tuvo la oportunidad de conocer la cultura del país que la vio nacer.  Me alegra mucho saber que por medio de mi bitácora ella esté aprendiendo más y se interese por estas antiguas historias de nuestra tierra. Esa es mi idea, que aunque estemos lejos no olvidemos lo que llevamos dentro, quiénes somos y de donde venimos. Para su sorpresa, cuando Diana comentó con su papá acerca de las leyendas, él le contó que a su propio abuelo le salió el cadejo una noche que decidió acompañar a su abuela para que no caminara sola hasta su trabajo. Aquí sus palabras "Él decidió acompañarla por si algo sucedía y cuando abrió la puerta vio a un perro negro con los ojos rojos y fue cuando él decidió correr hasta su casa y cerrar la puerta

La mona de La Mocuana

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Mitad mujer, mitad animal, la Mona Bruja acosa y persigue por las noches a los aterrorizados desdichados que tienen la mala fortuna de tropezarse con ella. Grande, peluda, y famosa por su cola larga, persigue y maltrata a los trasnochadores que después de tener un encuentro con ella quedan tontos o "jugados de mona" si logran ser alcanzados. Mujeres brujas que en las noches se convierten en espeluznantes pesadillas, y que al día siguiente retoman su cuerpo y repiten la misma historia al anochecer para horror de los vecinos, quienes llenos de miedo escuchan como salta de rama en rama o se sube a los techos de las casas aprovechando los inmensos chilamates. "Eso de la mona es verdad" cuenta la señora Alma. "Bueno te lo dijo porque después del terremoto nos fuimos a la finca km. 171/2 carretera a Tipitapa, un lugar que le decían La Mocuana. Me acuerdo que un día murió un señor. Eso pasó al fondo de un pueblito bien adentro, y casi todo el pueblo fue a ver

El Cadejo de Campo Bruce

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El nunca lo vio, pero me asegura Denys Rocha que en sus tiempos de adolescente decían que en el Barrio Campo Bruce de Managua, aparecía el Cadejo. "El Cadejo era un perro grande, que la mitología indígena le había adjudicado colores para representar el bien y el mal. Cuando vivíamos en el Barrio Campo Bruce, que para ese entonces era un sector boscoso, lleno de potreros porque todavía no había sido lotificado completamente, la recomendación de mi madre era que llegara temprano a la casa porque me podía topar con el Cadejo Negro, el cual decía la gente, patrullaba las calles del sector a altas horas de la noche y atacaba a los trasnochadores que encontraba a su paso. Pero podía suceder también que el noctámbulo en vez de encontrar al Cadejo Negro, se topara con el Cadejo Blanco que era el bueno, porque no atacaba a la persona y más bien la escoltaba hasta su casa para que llegara sana y salva. Algunas personas que traficaban de noche por el barrio, juraban haber sido escolta

El cadejo blanco de la Comarca Las Pozas

"Hola gente linda, nuevamente aquí para contarles una historia sucedida en mi linda comarca Las Pozas. Corría el año 1980 y para ser más exactos el mes de octubre. En estas comarcas lejanas se acostumbra visitar a las amistades por las tardes cualquier día de la semana, esto debido a que son lugares alejados del pueblo y como se los comenté en días anteriores, eran comunidades sin energía eléctrica y bueno, sin energía no hay nada de televisores, mucho menos un cine. Las personas protagonistas de la siguiente historia son tres: una de ellas resulta ser mi abuelita, llamada Máxima Centeno Centeno . Procreó 12 hijos y entre ellos mi Santa Madre de nombre Reina Epifanía Centeno . En ese tiempo, solo le quedaban 2 solteros, mi Tía Brenda y mi Tío Noel . Mi Tía Brenda (segunda protagonista) era pretendida por muchos solteros de la comunidad, pero la única manera de conversar con ella y muchas muchachas era ir a esperarlas que llegaran a traer agua a un pozo, construido por mi difunto

El cuento de la Toma-tu-teta de los Cedros

Los cuentos son como una especie de enlace mágico que une generaciones tras generaciones. Es muy común en Nicaragua escuchar a las personas decir que entre los detalles que más recuerdan de su niñez, está la imagen del abuelito, abuelita, de la china (la nana), del vecino o la vecina mayor que contaba historias maravillosas que los hacía transportarse a un mundo misterioso y lleno de aventuras. Carolina Sediles recuerda con inmenso cariño esos momentos en que de niña, su abuelo compartía historias con ella y su familia. "Fijate que mi abuelo se ponía a contarnos a todos los nietos historias y leyendas como la de la Llorona, el Cadejo y esas cosas, pero él no perdía oportunidad para echar a andar su imaginación, contando historias que él se inventó. Era el tiempo de la guerra, época en que nadie trabajaba y estábamos toda la familia, tíos, primos, hermanos, sobrinos, nietos, en fin todos en un solo lugar, un lugar fuera de la ciudad. Me imagino que para distraernos y para dis

La promesa del más allá

Cuando éramos pequeños, muchos de nosotros escuchamos alguna vez la creencia que uno no debía jugar a decir que regresaría después de la muerte, ni en broma, porque esas promesas se tienen que pagar. Eso precisamente, le sucedió a la abuelita de Didi, quien me narró la siguiente historia: "Esto me fue contado por mi abuelita que en su vida le sucedieron cantidad de cosas. En su infancia mi abuelita solía jugar con una vecina que vivía al cruzar la calle de su casa. Un día entre juego y juego, la niña, que no recuerdo su nombre, le preguntó a mi abuelita si ella creía en los espíritus y mi abuelita le dijo que no le hablara de esas cosas porque a ella le daba mucho miedo, pero la muchachita siguió insistiendo, hasta que le dijo … Si yo me muero Monchita (así se llama mi abuelita) te voy a salir y me voy a sentar en tu cama . Al oír eso, mi abuelita le suplicó que no lo hiciera y se fue corriendo a contarle a su mamá, quien le dijo que no hiciera caso, que solo la esta

Cuentos de Ceguas

La experiencia de don Chico Mercado “Pues resulta que eso fue un Viernes Santo como a las doce de la noche. Me fui a la orilla de la Isla Seca a comprarme una botella de guaro. Ya andaba algo sesereque y me vine para mi casa. De repente detrás de mí vi dos mujeres que me seguían y que se carcajeaban... Sentí miedo, y para disimular me detuve a encender un cigarro... Pero las risas seguían... Se me espeluznó el pelo y el pellejo se me puso como de pollo. Eran unas mujeronas altas, vestidas de negro y como encapuchadas. Había un tabaquillal, y allá por aquel palito de sauce me agarré con una de ellas. Me defendía con un machetillo que andaba, pero sentía que los golpes que daba era como que los diera con una hoja de chagüite. De repente llegó la otra mujer y me golpeó también a pescozones. Corrí como pude y llegué a mi rancho. ‘Ve Chicó’ —me dice la mujer— ‘que andás acompañado’. ‘No’, le digo ‘Pues es que acaban de pasar dos objetos por ahí buscando para Las Pencas, iban en gra

El Diablo me salió viniendo de Altagracia

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Anécdotas como la siguiente abundan en nuestro país. Son muchos los que cuentan que han visto espantos de todo tipo caminando como si flotaran, y hasta pidiendo raid o aventones a los que transitan por allí. Especialmente en la noche, cuando la oscuridad y la soledad parecieran disfrutar, siendo cómplices de las carreteras y caminos desolados, donde estas apariciones macabras parecieran andar en pena . Mi amiga Carol me compartió esta historia ocurrida en una conocida carretera hace algunos años: "Nosotros vivíamos en el kilómetro 28, 1/2 de la carretera vieja a León. La familia de mi papá vivía en Altagracia. Después del colegio mi papá nos llevaba a mis hermanos y a mí a la casa, y él se regresaba a Altagracia, sobre todo los fines de semana que salía a tomar con sus hermanos y amigos. Pues él cuenta, que en una de esas salidas, ya regresando a la casa a media noche, se detuvo en una cantina a tomarse la última cerveza. Cuando se iba a subir a su microbús, un señor humilde,

Los cuentos de don Mariano

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Un caballo cadenero y una vaca cachona es lo que asegura don Mariano Escorcia Pineda vio en su juventud, durante alguna noche fresca en las décadas pasadas de San Ramón, pueblecito al norte del departamento de Matagalpa. Don Mariano nació en 1927 e insiste que tiene edad suficiente para conocer algo de lo que usted quiera saber . ...“A mí me contaban que en San Ramón, después que todo el mundo cerraba sus puertas y apagaban sus candiles, se escuchaba en la calle principal el relincho de un caballo que al galopar arrastraba unas cadenas, la gente valiente se asomaba y no miraba nada...En cierta ocasión que alquilé una casa sobre esta calle, en tiempos de la primera 'Reina', yo lo comprobé. Una noche oí que ese caballo se metía en mi solar, escuché como que se sacudían las cadenas cuando le quitaban la albarda... pero cuando me asomé no había nada... Era un fenómeno invisible, sólo se oía el resoplido del caballo y el sonar de las cadenas al ser arrastradas. ¿Y qué me dirá

Una petición inusual

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El señor Denys Rocha me proporcionó este relato acerca de una inusual petición que recibió una costurera vecina, en alguna noche tibia de aquellas hermosas de nuestra tierra. Muchas gracias mi estimado Denys por compartir tus recuerdos. Debo admitir que mi curiosidad no cesó hasta llegar al final de la historia. "Había una costurera que pasaba cosiendo hasta altas horas de la noche en su casa de tablas que estaba frente a la entrada trasera de la nuestra, al otro lado del callejón. Una noche que estaba trabajando con la puerta abierta, se presentó una mujer pelo largo a solicitarle le hiciera un vestido. Era una petición inusual por lo avanzado de la noche. La costurera dijo, después, que la mujer trataba de esconder el rostro con el pelo y que su voz era débil y casi apagada. En aquel momento, dice que sintió repelos y escalofríos en todo su cuerpo ante la súbita aparición de aquel extraño ser. Inmediatamente, se levantó de su asiento donde estaba sentada y le pidió a la mujer

La maldición del zopilote

Leí esta historia del señor Aníbal (Univision, 2005). Me encantó el relato. Creo que es precioso conservar y compartir con los demás los cuentos sabios de nuestros abuelos. Después de que él me diera permiso de copiar su texto, aquí lo reproduzco, tal como él lo escribió: "Me cuenta mi abuela que eso de ser calvo no se debe a la herencia genética, ni a ninguna enfermedad o microbios en el cuero cabelludo, y que los que están pelados de la frente, únicamente se debe a la maldición del zopilote. Cuenta ella que en los años de 1930-35 en el rastro (matadero) había un zopilote que se pasaba el día entero comiendo de las tripas y demás porquerías que los que cortaban en pedazos las vacas o cerdos botaban en la basura. Que los muchachos espantaban a los zopilotes tirándoles piedras y que muchas veces algún zopilote era herido en la cabeza por alguna pedrada. Así fue que un buen día un zopilote fue matado a pedradas y antes de morir el zopilote dejó como herencia a la viejita las p

La culebra y la señora

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Me relataron esta semana una historia que ocurrió en Boaco, en una de sus tantas comarcas... "Le sucedió a una señora que vivía con su esposo e hija de 2 meses en una humilde casa. Ella acostumbraba a darle el pecho a su niña por las noches, pero ellos nunca percataron que en los predios de su casa merodeaba por las noches una culebra, la cual se dejaba guiar por el olor de la leche materna de la señora.   Durante toda una semana la culebra se subía por los reglones del techo y se bajaba suavemente cuando la señora se quedaba dormida dándole el pecho a su hija, y despegaba a la niña del pecho de su mamá metiéndole en la boca su cola mientras ella disfrutaba de la leche materna, sin hacer ni un mínimo movimiento brusco. La señora no se explicaba el llanto de la niña después de darle de mamar toda la noche. Por tanto, a la siguiente noche ella no se quedó dormida, pero en un descansar de ojos descubrió el motivo del llanto. Al percatarse de la presencia de la culebra, ella gr

La aparición de Popoyuapa

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Íbamos a pagar una promesa a Popoyuapa (En Popoyuapa, Rivas, hay un santuario donde cada Viernes de Dolores, una multitud de carretas hacen una famosa romería).  Alquilamos una carreta y toda la chavalada nos unimos para acompañar a mi abuela.  Como me mareaba me sacaron al final de la carreta en donde añadieron una tabla.  Nelly Gorgona y yo nos quedamos en la tabla.  De pronto apareció un señor que conocíamos todas y se agarró de la estaca de la carreta.  Le dijimos:  ¿ por qué va a pie?  No entendimos lo que contestó... iba con la cabeza baja e iba vestido con una cotona blanca.  Como vimos que no quería hablar, no lo invitamos a nuestra comida ni nada.  Cuando llegamos a Popoyuapa, una vecina que estaba en la iglesia nos dijo:  ¿ saben quién se murió anoche?  Don Evaristo, el señor que cuidaba la hacienda de los mangos.  Nelly dijo, saben? Ese señor iba agarrado de la estaca de nuestra carreta anoche.  No dije nada, quedé traumatizada porque era la que más le había dirigid

De porqué comemos Indio Viejo

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Los primeros habitantes de las islas del lago Cocibolca, habían llegado del Anahuac en busca de la tierra prometida. Habiéndola encontrado se habían instalado en ella y la llamaron Ometepetl que quería decir Dos Cerros. También poblaron la otra isla cercana pero más pequeña. La llamaron Chomitl-Terramitl conocida después como Isla del Zapatero o Zapatera. Esta isla la habían convertido en un santuario, dedicado a los teotes. Un día, muchos años después que la vida rutinaria de paz y tranquilidad había sido alterada por la llegada de muchas personas extrañas a ellos, toda la comunidad estaba reunida. Celebraban las fiestas con mitotes e iban a comenzar a comer. Habían preparado un marol que consistía en una comida hecha a base de carne cocida y después desmenuzada y sofrita con cebolla y chiltoma (chile verde). El sabor del marol se lo daba la masa de maíz —coloreada con achiote— condimentada con yerbabuena y naranja agria que le daban el gusto especial. Uno de los pr