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jueves, enero 13, 2011

Escucha Nicaragua



Uno no escoge el país donde nace;
pero ama el país donde ha nacido.

Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;
pero debe dejar huella de su tiempo.

Nadie puede evadir su responsabilidad.

Nadie puede taparse los ojos, los oídos,
enmudecer y cortarse las manos.

Todos tenemos un deber de amor que cumplir
una historia que nacer
una meta que alcanzar.

No escogimos el momento para venir al mundo:
Ahora podemos hacer el mundo
en que nacerá y crecerá
la semilla que trajimos con nosotros.


Uno no escoge - Gioconda Belli 
Foto cortesía de José Rafael Burgos C./Moralimpia.net

miércoles, enero 12, 2011

Sabor a Nicaragua

Nicaragua sabe a nacatamal, huele a sacuanjoche y suena a marimba.
Nicaragua tiene sabor a agua de coco, a tierra mojada y a carnita
asada de la esquina.


En la mañana, gallopinto con tortilla y una taza de café con leche
y en la noche a atol con güirila. Es un buen pedazo de queso
ahumado con tortilla, es una taza de leche agria de donde los Narváez.




Nicaragua tiene sabor a jocote tronador, a pelusita de tamarindo, a
guayaba madura, a cajeta de leche de Diriomo, a raspado Loly que
cuando metemos el dedo para que el hielo nade mejor en el sirope
nos queda manchado y no podemos negar que comimos raspado.




Para el hambre que quema las tripas, no basta con una carne en baho, se
requiere una orden de carne asada, maduro frito con queso y un buen
vaso de chicha, quién sabe si un vigorón también.


Nicaragua es el peso de las flores que adorna la cabeza de la
monimboseña, el zensontle que cruza los montes, el guardabarranco
sobre la rama. Es el meneo sensual del la costeña y su palo de mayo
y la tristeza norteña del violín de talalate.

Tanto rogar por alcanzar el paraíso, y lo tenemos a la vuelta: las
isletas de Granada sin tráfico, ni vidrios ahumados, ni televisión.
En Corn Island, es fácil encontrar nuestra soñada isla desierta y
percibir los olores de este hueco del planeta!

Huele a pescado, a aceite de coco, a cuerpo al sol, a agua salada.
Nicaragua sabe a naranjada, a limonada, a pozol con leche. Es tiste
envuelto en hojas de chagüite, es maiz pujagua, es yoltamal y
revuelta.


Suena a 'me lo das con ipegüe' a 'aquí va el chancho con yuca'; a
viva el Boer', 'viva el Diriangén', sabe también a un cumbo de atol
caliente en una tarde de lluvia a cajeta de purísima en diciembre,
huele a madroño y a reseda. Nicaragua, como dijo Rubén, es pequeña
pero uno grande la sueña, grande para los que se quedaron, grande
para los que nos fuimos y grande para los que sólo están de paso.





Es el calor que te despierta sudando de la siesta y el aguacero que
te arruina el uniforme del 15 de septiembre. Nicaragua es vivir con
la danza de los lagos bajo tus pies y con el olor del fogón
llamándote cuál canto de sirena.

Nicaragua es temblor, es lagos, es lagunas, es volcanes. 'Alabado
sea el santísimo sacramento del altar...', el tum tum de los
chicheros en la procesión, los negritos y las 'vacas' anunciando a
Santo Dominguito. Es San Jerónimo Doctor con su pito y su tambor en
Masaya, el San Sebastián en Diriamba. Es el promesante, el eterno
penitente donde caminando curamos las penas, damos las gracias y
pedimos lo que creemos que nos falta.



Nicaragua suena a cigarras anunciando lluvia, a pocoyos al amanecer
y a monos congos en la noche de la selva atlántica.

Nicaragua es un triángulo en donde se conjugan perfectamente el
Cocibolca y el Xolotlán. Que linda es Nicaragua bendita de mi
corazón. No hay una tierra en todo el continente tan hermosa y tan
valiente como es mi nación.

Nicaragua tiene el ardor de una raja de canela, el picorcito del
clavo de olor, y el tinte del achote. Huele a gallina de patio, al
almendro de´onde la Tere, a níspero y a marañón. En Navidad sabe a
chompipe relleno, en Semana Santa a curbasá y a cuznaca y en las
fiestas patronales a chancho con yuca, a indio viejo, a masa de
cazuela.



Nicaragua, Nicaragüita la flor más linda de mi querer. Salve
azucena divina, cantan los fieles marianos en las purísimas. Otros
preferimos el caballito chontaleño, la queja india, el solar de
Monimbó, algunos no tan viejos recordamos a los Pancasán de épocas
pasadas y a Panchito Cedeño.

A mí, la patria me sabe, me huele y me suena a sacuanjoche, es azul
y blanca, es huele de noche, es jazmín recién cortado y
parafraseando a uno de nuestros grandes compositores, Erwin Krüger:
'quiero tener el consuelo de quedar cuando me muera cerca del
fresco arroyuelo en cuyas aguas bebiera y así mi alma por los
montes cuando esté clareando el día convertida en un zensontle
cantará estás melodías'.

Así es Nicaragua, así es mi país, la tierra mía donde yo nací.


Autora del poema: Nora Cedeño de Hernández
Nicaragüente residente en Panamá por más de 25 años.

Agradecimiento y aclaración  ( febrero, 2006)

Hace algunas semanas mencioné que me gustaría saber quién había escrito Sabor a Nicaragua, precioso poema que ha adornado nuestros sitios cibernéticos, se ha duplicado docenas de veces en redes sociales y foros nicas, circulando otras tantas en cadenas de correos que llenan de nostalgia a los lectores que leen y releen estos ya famosos versos.
Hoy tuve una agradable sorpresa.  Recibí noticias de la señora Nora C. De Hernández, autora de dicho poema con esta hermosa explicación:  

"He dejado que mi sentimiento recorra anónimamente
y a veces bajo la pluma de otro
el mundo de los nicas afuera
porque no,
el sentimiento de nostalgia no es mi patrimonio
sino el de los que nacimos en este triángulo centroamericano
que se llama NICARAGUA."


Todas las imágenes utilizadas en este tema cuentan con permiso de su autor
William Ampié Silva creador del grupo en Facebook
Jinotepe lindo y querido.


viernes, enero 07, 2011

Recuerdos






Escribo sin prisa
cuando pienso en vos
contando palabras
tentando los versos
como si invocarte
me llenara de infinito
del silencio suave
que duerme en las letras
y de la risa fresca
que habita en tus besos.

Escribo con prisa
cuando pienso en vos
como presintiendo
que el tiempo se apaga
que fluyan las ganas
como hojas al viento
que brillen, que canten
y formen incendios
deseando en silencio
la noche que embriaga.

Escribo la vida
Cuando pienso en vos
violento aguacero
de aguas tranquilas
que guarda celoso
etapas vividas de
estrofas que esconden
en su fuero candente
la lava que arde
en tus mansas pupilas.

Martha Isabel Arana
 Orlando, Florida
Abril, 2010


miércoles, enero 05, 2011

Y nicaragua canta en mi




Nada canta en nosotros sino lo que amamos
Nada acaba de ser en nosotros sino lo que
-del modo que sea- cantamos
Nada llega a hacérsenos canto, si antes
-del modo que sea- no nos ha amado
Todo lo cual quiere decir que, si Nicaragua
canta en mí cuando yo la canto,
es que ella me amó, como yo la amo.
Y Nicaragua canta en mí!

sábado, diciembre 04, 2010

María de Nicaragua, Nicaragua de María

“¡Viva la Inmaculada Concepción de María!”



Toda Hermosa eres María


Toda hermosa eres María
desde tu instante primero,
pues la mancha original
no tuvo en tu ser derecho.

Tu eres de Jerusalén
la gloria y sumo contento;
Tu eres de Israél la alegría
y honra del cristiano pueblo.

Tu eres de los pecadores,
la abogada a cuyo esfuerzo
¡oh María, deben todos
tan favorable decreto!

¡Oh prudentísima Virgen,
de la castidad espejo!
¡Oh clementísima Madre,
abriga a todo tu gremio!

Ruega por nosotros pía,
tu intercesión sea presto,
porque nos confiera gracias
Jesucristo, Señor nuestro.

Por tu inmaculado Ser,
Virgen y Madre del Verbo,
del enemigo maligno déjanos,
Señora, exentos.

Nicaragua que es tu pueblo,
te canta con alegría,
¡Viva en los cielos y tierra
la Concepción de María!

Cantos a la Purísima
Sones y Villancicos navideños
(Radio Corporación)

Más cantos a la Virgen
(Nicaragua Actual)

Novena 
(Diriamba.info)

Novena 
(Cuapa.com)

Radio Maria 

Facebook 



Nuestra Tradición

El 7 y 8 de diciembre en las ciudades de Nicaragua se hacen altares en las casas, en donde se coloca la imagen de la Virgen de Concepción. Todas las personas que quieren pueden entrar en dicha casa pero deben gritar:

¿Quién Causa Tanta Alegría?
y el dueño de la casa contesta:

¡La Concepción de María!

El dueño del altar reparte a la gente chicha de maíz o coyolito, nacatamales, cajeta de leche, de coco, dulces, juguetes, gofios, estampitas de la Virgen, collares y sombreros de palma, caña de azúcar, limones dulces o cualquier otro tipo de frutas que no se desbarate porque las personas generalmente llevan consigo un saco de bramante para echar todo lo que reciben en las casas.


lunes, septiembre 20, 2010

El oscuro pecho del zanate


Por William Grigsby Vergara
 Segundo Lugar, Concurso Cuentos de Patria (2008)

    El zanate tenía los ojos tristes y llorosos, estaba al fondo de un árbol madroño, cubierto por el verde follaje de aquel coloso natural. El árbol sintió que las lágrimas del pájaro resbalaban por su corteza oscura, y entonces le preguntó en su tono ronco y profundo: ¿qué te pasa, pequeño zanate?

    El zanate hizo un largo silencio y cerró su pico, hasta que decidió responderle al árbol que lo increpaba: “Sucede que nadie me quiere como ave nacional, todos prefieren al guardabarranco”. Ante la respuesta del pajarillo, el árbol madroño acomodó sus hojas, meció sus ramas para estirarse mejor, y dijo en un tono despreocupado y sabio: “Amigo zanate, debés aceptar las decisiones de nuestros antiguos héroes nacionales, quienes eligieron al guardabarranco como ave nacional”.

    Sin embargo, el zanate continuó con la voz casi apagada, musitando su dolor: “Madroño, vos que sos grande y hermoso, nadie te hace competencia entre los demás árboles, ni el roble, ni el eucalipto, ni el chilamate. Sos el indiscutible árbol nacional. Yo, en cambio, no soy tomado en cuenta como un ave digna de representar a la Nación”, concluyó el zanate, cabizbajo y herido.

    Entonces el madroño decidió desprenderse del suelo con sus enormes raíces, y le dijo al zanate: “Te llevaré ante la estatua de Andrés Castro para consultarle a quién prefiere como el ave nacional, ¿qué te parece?” Entonces el zanate aceptó —con cierto temor— ser llevado por el árbol madroño ante la estatua de Andrés Castro, en la Hacienda San Jacinto.

    Luego de varias horas de caminar y caminar, el árbol madroño llegó con el zanate en sus hombros hasta la estatua del famoso héroe nacional. Entonces el madroño le habló a su compatriota histórico: “Amigo Andrés, el zanate de plumas negras desea saber si preferís al guardabarranco como ave nacional, o si lo preferís a él”. Entonces Andrés Castro abrió sus ojos de cemento, soltó la piedra que tenía en la mano y reflexionó en voz alta: “Amigo madroño, yo creo que el zanate y el guardabarranco merecen ser respetados por todos los nicaragüenses, pero el guardabarranco es un ave más colorida, y tiene más oportunidades de ser el ave nacional”.

    Entonces el árbol madroño agradeció la respuesta de Andrés Castro y se despidió del héroe con sus hojas amontonadas. Luego subieron a la loma de Tiscapa para hacerle la misma pregunta a la Bandera Nacional: “Amiga bandera azul y blanco, ¿a quién preferís como ave nacional, al zanate popular y simpático, o al guardabarranco multicolor y tímido?” Entonces la Bandera Nacional hizo gestos abstractos con su tela de algodón, y se bajó a media asta para decir: “Yo creo que el zanate es un ave extrovertida e inteligente, pero el guardabarranco tiene muchos años de ser el ave nacional, y debe mantener su puesto representativo en los billetes y monedas del país”.

    El árbol madroño agradeció su respuesta y se fue con el zanate hacia la reina de los símbolos patrios: la flor sacuanjoche.

    La hermosa flor yacía en el cabello de una bailarina de folklore, y el árbol madroño le preguntó: “Amiga y reina entre todas las flores, vos que sos la más bella entre todos los símbolos patrios de Nicaragua, ¿a quién preferís como ave nacional, al zanate o al guardabarranco?”


    Entonces la flor sacuanjoche respondió con el tono blanquecino de sus pétalos y sus labios amarillos: “Creo que el guardabarranco tiene una cola larga y preciosa como el pincel de un pintor primitivista, el color verde de sus plumas recuerda las hojas húmedas de invierno, y sus tonos amarillos y rojos le dan un aire principesco. Sin embargo, admito que el zanate es un ave muy hermosa y abundante, y merece ser tomada en cuenta con justicia. Sugiero que de ahora en adelante, el zanate sea incluido en la letra del Himno Nacional”.

    Cuando escuchó estas palabras, el zanate se sintió profundamente agradecido con la flor sacuanjoche, le besó los pétalos suaves y delgados, y se fue con el rostro feliz en los hombros del gigante madroño. Desde entonces, cada vez que suena el Himno Nacional, el zanate siente en su pecho oscuro la inspiración del canto a la patria. 

Cuento tomado del blog Cuentos y leyendas nicaragüenses - R. Mendoza




viernes, junio 11, 2010

La cripta del pueblo

Por Rosario Lynch (Q.E.P.D)

    Jerónima Petronila Córdoba de Guevara, escuchó las primeras piedras desprenderse del muro adonde su vivienda tenía bien afirmados sus fundamentos, sobre la cima de esa prominencia topográfica, en las faltas del volcán Momotombo. Allí  había edificado ese inmueble el criollo con quien Juana del Espíritu Santo, su madre, había cohabitado toda su vida sin la bendición eclesiástica, hasta que la fiebre amarilla lo había llevado al final de sus días, dejándolas a ambas al amparo de Dios.

    Jerónima Petronila había vivido su infancia y crecido, observando cada mañana desde su ventana a ese pueblo con su plaza mayor, adonde las leyendas de Juana, tomaban forma en su imaginación. Allí había visto mentalmente, haciendo rebotarle el corazón en el pecho, a los verdugos con rostros encubiertos al momento de levantar la guillotina y hacer rodar la cabeza de ese hombre, de frente amplia y vestir inmaculado.
 
    A la Plaza Mayor había bajado en tantas ocasiones durante su infancia para examinar por sí  misma con la esperanza de encontrar algún vestigio que le confirmase las leyendas de su madre. Contrario a encontrar las canteras tintadas en el rojo de la sangre que debió haber fluido a caudales, solo las señales de cenizas volcánicas parecían dar testimonio de las ocho décadas transcurridas desde ese suceso. Y dado que su abuela en esa época Dolores Contreras Arias, una criolla sin funciones en estas tierras, que respondiendo a su ignominiosa estirpe ilegitima del ‘cruel’ Pedrarias Dávila, como una alegoría de su destino, la llevase en sus años de adolescencia, a su furtiva relación con Fernández de Córdoba de la que naciese Juana del Espíritu Santo, madre de Jerónima Petronila.

–Fue una acusación  alevosa de parte de Dávila. -Mi padre nunca tuvo aspiraciones de convertirse en gobernador, mucho menos de sublevarse contra la corona. –Afirmaba Juana, quien nunca logró conocerlo, ya que el fusilamiento había tenido lugar a cinco meses antes de su nacimiento. –Había sido Dolores, hija ilegitima de Pedrarias y abuela de Jerónima Petronila quien lo repitiese una y otra vez; quien aseverase que su padre, había ordenado la ejecución de Hernández de Córdoba  ese quince de junio de 1526,  no por el deshonroso delito de traición, sino ante la sospecha del amor apasionado que ella le consagraba en el silencio de su estigma. Ese había sido el detonador que incendiase su ira, con tal insidia que ideó una infracción escarmentada con la máxima pena.  Adolorida, como en un castigo de su propio yerro e imposibilitada de interceder a favor de Hernández de Córdoba, dado que eso solo confirmaría las sospechas de su relación con él, Dolores escapó del pueblo y un tiempo después, al morir Pedrarias, reapareció para radicarse con su hija en la incipiente ciudad de León Viejo, legado del hombre que amó.

Juana repetía las historias de sus padres, como leyendas de otros siglos, de épocas pasadas, de batallas sangrientas. Cuando la población indígena desconocía los fusiles, la pólvora y los hombres blancos montados en corceles. Esa época de 1524 a solo dos años antes de la decapitación de su padre, cuando él sentase las bases para la fundación de esa ciudad de León Imabite, pensando cauteloso en un diseño con rasgos hispánicos, en contraste a los asentamientos de las tribus de ídolos y dialectos, con sus chozas de paja en forma de cono. Donde vivía esa raza de  bravura burbujeándoles en la sangre y recorriendo sus venas con la decisión de combate con que enfrentaron Hernández de Córdoba, bajo el mando de Pedrarias, conocido comúnmente este último, como ‘el cruel,’ por su trato despiadado contra sus subordinados e indígenas.
Un leve movimiento telúrico, sustrajo a Petronila de sus recuerdos. Varios fragmentos de tierra y pedernales volvieron a desprenderse. Ella los vio rodar sobre las faldas de la colina, recordándole una vez más, de la existencia de ese volcán, de donde varias fumarolas provenientes de sus cinco cráteres, vertían su vapor hacia los cielos. Y mientras ella, observaba desde su morada los monasterios de San Pablo y San Francisco, los obeliscos de la catedral, la Plaza Mayor y la Iglesia de la Merced, donde su madre afirmaba yacían los restos decapitados de Hernández de Córdoba y al lado de su tumba, la de su asesino Pedrarias Dávila, muerto seis años más tarde.

Jerónima Petronila recordaba la incógnita que había rodeada las leyendas de su abuelo y la conjetura sobre el paradero de su cabeza al ser guillotinado, cuando un fuerte movimiento de tierra le hizo dar otro salto. Ya se había acostumbrado a la inestabilidad del terreno que pisaba, no obstante, esta vez los movimientos parecían más precipitados y furiosos que de costumbre. Era como si de las entrañas de la tierra se vertiese la furia del dios aborigen del fuego iracundo ante las iniquidades de los pobladores de León.  Volvió a sus pensamientos sobre ese enigma que siempre le había intrigado desde que conociera muchos años atrás el caso de la decapitación;  lo único  que hasta entonces se sabía con cierta certeza era el sitio donde su cuerpo descabezado había recibido sepultura, pero solo leyendas rodeaban lo que pudo haber ocurrido con su cabeza.  Por mucho tiempo se había repetido, que los hombres de Pedrarias le habían presentado la cabeza de Córdoba en bandeja para que él mismo comprobase que sus órdenes habían sido ejecutadas. Pero el misterio de lo que pudo haber ocurrido después, había persistido a través de todo ese tiempo. 

De pronto, un estruendo ensordecedor hizo conmocionar la tierra. Desde la ventana -su sitio favorito para meditar- ella atestiguó el oscurecimiento del sol en plena luz del día como una sentencia de esos retumbos en muestra de la ira repentina del Momotombo.  Pronto las sombras cubrieron el firmamento y el olor a cenizas sulfurosas invadió el aire, como si un designio viniese a limpiar la sangre esparcida sobre esos terrenos otrora pacíficos. La tierra empezó a vibrar, conmoviéndose con furia desde sus entrañas. Un murmullo infernal invadió la paz de esa hora, como si anunciando el apocalipsis que se avecinaba. Petronila se asió fuertemente a un mueble cerca de ella, mientras un borbotón de niebla blanquecina con pestilencia a cenizas azufradas, entraba desafiante por la ventana abierta. A traspiés, la cerró y mientras los ruidos y el movimiento telúrico iban en aumento, ella corrió casi dándose de tumbos hacia el lecho de su madre Juana, -quien todavía guardaba reposo, después que el cólera la mantuviese en cama por varios días- para llevarla a un sitio más seguro. Al mismo instante que Jerónima Petronila abriese la puerta y Juana aterrorizada le extendiese sus brazos en solicitud de auxilio, de la pared trasera, sostenida sobre tierra firme, se abrió una inmensa agrieta ocasionada por el peso sostenido allí de una avalancha producida al desplomarse esa sección de las faldas del volcán. En moción lenta, Jerónima Petronila vio a su madre,  urgiendo su socorro. Ella, en esos segundos que parecieron restarle la velocidad de acción requerida para salvarla, quiso entrar para rescatarla, pero la fuerza enardecida de otro sismo hizo caer toneladas de piedras y tierra encima de Juana, aun con sus brazos extendidos, sepultándola en asuntos de segundos.  Aterrizada Petronila corrió hacia afuera y se lanzó de rodillas, pidiendo misericordia a los cielos y así permaneció, hasta que las vibraciones empezaron a rescindir. Cuando Petronila abrió los ojos, apenas pudo distinguir las siluetas del pueblo, como trazos espeluznantes  en una ciudad fantasma. La oscuridad reinaba, mientras la densa capa de cenizas parecía engrosar. Los techos de la Iglesia la Merced, igual que el resto de los edificios habían adquirido ese aspecto cenizo, sombríamente macabro.

Otro retumbo desde las entrañas de la tierra, le hizo a Petronila volver a su realidad, esa que le decía que la catástrofe no había llegado en vano. Por largo período permaneció  inmóvil hasta que estuvo segura que la tierra ya no era tan frágil bajo sus pies. Luego buscó un refugio donde pasar la noche, sin imaginar siquiera las consecuencias de ese desastre natural. Temprano al día siguiente y bajo las lluvias de arena y cenizas, los emisarios del gobernador difundieron bajo decreto de ley, la asistencia de la población para un cabildo en la Plaza Mayor de la ciudad. Sospechando que nada bueno resultaría de esa consulta, Petronila volvió a la cueva en que se había transformado su vivienda ahora aterrada en piedras, tierra y cenizas y allí se encerró. Sus instintos nunca le habían traicionado y esa tarde conoció la terrible decisión a la que había llegado ese cabildo, a esa determinación en lo absoluto de su beneplácito, por lo que estaba dispuesta a desobedecer.  León, -su pueblo, fundado por su abuelo a quien había aprendido a admirar y convertir en una leyenda; adonde ahora los restos su madre residirían sepultados eternamente, era el sitio adonde ella también permanecería con el propósito de velar vehementemente por el legado filantrópico de sus ancestros.

Los movimientos de tierra sucumbieron al paso de las horas, no así la lluvia de cenizas, emergiendo infinitamente de los cráteres volcánicos, como vomito de maldiciones hacia esa población. A medida que los días pasaron, los techos de las casas fueron cubriéndose de una capa gruesa de sedimentos volcánicos y de pronto, lo que no deseaba presenciar desde su escondite, apareció ante su vista haciéndole desangrar su corazón. La peregrinación, como si fúnebre, cubrió la ciudad, circulando por las calles atestadas de ceniza y expulsiones volcánicas,  hacia las salidas. Un éxodo uniforme denotando la carga del pesar sobre las espaldas que cada uno llevaba consigo, ante el hecho de abandonar lo que de por vida habían atesorado allí.  Jerónima  Petronila observó la multitud evacuando León, como si con el éxodo le abandonase su misma alma volviéndolo en un pueblo fantasma, sin vida. Con exactitud a 86 años de su fundación,  extremadamente joven para la edad de un pueblo para morir y ser sepultado en cenizas.

Fue como si a partir de ese innoble abandono la furia de las expulsiones de toneladas de arena y cenizas se volviese diabólicamente sistemática. Con sofocante impotencia, Jerónima Petronila vio a ese pueblo amado, aterrarse irremediablemente, donde ya solo asomaban tímidas de entre el inmenso manto gris, las torres de los conventos e iglesias, convirtiéndo en un manto lóbregamente blanquizco a las praderas aledañas, por varios kilómetros a la redonda. Taciturnos en la oscura desolación, pasaron noches y días, atestiguando Jerónima Petronila como ese pueblo que ya añoraba infinitamente, del que su vista se privaría el deleite de volver a admirar mucho menos caminar por sus calles, sucumbir bajo esa densa y calurosa lluvia de secreciones volcánicas. Acongojada,  apenas respirando el oxigeno escaso de su escondite, de donde a diario excavaba un orificio para ver con vehemencia lo que la densa nube de cenizas no le permitía. Silenciosa, poseída por el miedo y la soledad infinita, que la sepultaba a ella también, junto a su pueblo y los restos de su madre y de sus antepasados. Acompañada en espíritu por los que se opusieron al cabildo, de quienes optaron por someterse a la furia de ese volcán y que sellados allí quedarían, sin saberse a ciencia cierta, cuantos.

Su cueva, sumergida entre cenizas en alegoría a lo que subsistía de ella y de León, la extinción de la vida, por el agua que ya empezaba a escasear y lo poco de allí  que le recordase la vida. Y mientras su existencia parecía también acercarse al ocaso,  al paso de los días y las semanas,  furtivos parecían sumirla también en ese sueño suave y refrescante de la muerte. Y cuando ya había decidido entregarse, quedando allí  su sepultura, al lado de lo que tanto había amado, el hálito de vida volvió a florecer con la llegada de las torrenciales corrientes del invierno, abundantes como las lagrimas que hubiese deseado verter por ese devastador símbolo apocalíptico. Las aguas corrieron lavando con fuerza las capas de sedimentos sobre el techo de su cueva, arrastrándolas hasta las planicies bajo las cuales yacía su pueblo, aplanándolo para borrar los vestigios; las señales de la sepultura de León, condenado al  olvido a través de los siglos y las generaciones. Por el orificio ahora abierto a medio metro, al lavarse las faldas del volcán, un paisaje desolado como su alma quedaba ahora frente a su vista, sin detalles ni fisonomías más que la añoranza, desierta y sin vida.

En el interior, ella como el único corazón vivo del pueblo, observó las corrientes fluir estrepitosas, hasta rescindir a la llegada de la luna llena. Entonces, por primera vez  salió de su cueva, para embeberse y enjugar su pena con esas aguas benditas por el cielo, como augurio del final del fin, purificándole sus penas y lavando los pecados del pueblo.  Esa noche Jerónima Petronila se entregó a sus sueños, a como nunca después de todo ese tiempo de erupciones. En su subconsciente, vio a Pedrarias, su bisabuelo, redimido de sus pecados de poder y de ambición por el oro que lo había llevado a la sangrienta crueldad contra los indígenas. Y junto a él, en su sarcófago, a su abuelo, también absuelto de sus yerros, por su disfrazada filantropía con la que había encubierto el tráfico silencioso de indígenas para venderlos como esclavos en Panamá. –“En tres siglos- le dijo- mi cabeza será revelada al mundo. Hombres y mujeres de todos los destinos vendrán a visitar mi legado.”

A la mañana siguiente, cuando Jerónima Petronila despertó observó en las planicies yertas, pequeños brotes verdes. Pronto crecieron convirtiéndose en frondosas y exuberantes praderas,  fértiles de vida y augurios. Cubierto de pastizales, maizales y otros cultivos permanecieron por los próximos trescientos cincuenta y siete años, hasta que, por un evento fortuito se descubrió el sitio donde yacían las ruinas de León Viejo.
 
    Cuentan las leyendas, que en noches de luna llena durante los meses de enero,  una luminiscencia en las faldas del volcán Momotombo aparece, irradiando con sus rayos las ruinas de la ciudad. Hay también quienes dan testimonio de haber presenciado a una mujer joven extasiando su mirada sobre la antigua Plaza Mayor de las ruinas de la ciudad, como si el espíritu de Jerónima Petronila continuase a través de los siglos, velando por la quietud de El Momotombo y la seguridad de ese legado.

Rosario Lynch,  es también autora del libro Más allá del Horizonte: Cony Dupont.

Cuento publicado en NicaraguaDeMisRecuerdos.com el 9 de junio de 2010, con permiso de la autora.  Todos los derechos reservados.

miércoles, abril 21, 2010

Madre Naturaleza




Madre Naturaleza, quien podría vivir sin tí?
me siento muy orgullosa de haber conocido de tí.

Tu presencia Madre Naturaleza;
tan sutil, tan silenciosa, tan bella,
tan piadosa, tan servil a los demás.

Científicos e investigadores de ti hoy quieren saber,
investigan e investigan
y cada vez mas importante te haces ver.

Madre Naturaleza, vida de este planeta;
EL que te creó fue perfecto
¿quién lo ha de igualar?

Tú que estás presente en el aire que respiro
en el sol que me cobija, en la lluvia que me moja,
en las flores que admiro; en el cantar de los pájaros
y en la mirada indefensa de cada animal.

Por el pasar de los años
estábamos en la ignorancia, te utilizamos tanto...
sin ninguna precaución, que hoy podemos lamentar
la terrible deforestación.

En la problemática mundial muchos temas se discuten,
el uno ligado al otro,
siendo el principal,
la problemática ambiental.

Hoy se celebran cumbres para discutir tu tema,
el mundo ambientalista consciente hoy se encuentra,
que te hemos fallado Madre...
te queremos superar
Madre Naturaleza te vamos a rescatar.



Esta poesía está dedicada primeramente a mi madre y a todas las madres del mundo.

April, 2010 

Foto cortesía de José Rafael Burgos de Moralimpia.net

sábado, febrero 20, 2010

Los niños del Rio San Juan


En mi patria, Nicaragua, hay un río muy bonito que Dios nos regaló,

A un lado está la familia Gonzáles, donde viven mis primos en nicaragua, al otro lado nuestro vecino país costa rica, donde vive la familia arce.

Nuestros padres y presidentes mucho pelean por el río. A mis primos Rosa y Eduardo no les importan esas cosas. Tampoco le importa a Eugenio el hijo de los Arce, ellos religiosamente.

 Cada tarde se reúnen a cazar mariposas, a ver las garzas blancas y morenas y también a buscar madera de balsa para hacer artesanías.

Ellos son felices en el río, quien de manera muy generosa les obsequia con frutas y peces que solo ahí se cultivan y reproducen.

Pero lo más bonito es que ellos nacieron y crecieron ahí y ojalá cuando estén grandes conserven esa amistad para que no sigan peleando y haya paz y amor para disfrutar el río que dios nos regaló.

Escrito por: Rosana Eugenia Boitano Valle. 11 AÑOS.
NICARAGUA, CENTROAMERICA


Tomado de: Cuentos cortos escritos por niños y para niños


lunes, enero 25, 2010

Canciones de Tino López Guerra




El gran Tino Lopez Guerra, el Rey de los Corridos, nació en Chinandega, Nicaragua, en 1906. Famoso por populares canciones que han quedado grabadas en la memoria de todos nosotros. Además de dedicarle hermosas composiciones a su tierra, todas llenas de orgullo patrio, le compuso una canción a cada país centroamericano.

Nicaragua Mía
Corrido
Letra y música: Tino López Guerra.

Con un pedazo de cielo
mi Nicaragua se formó,
por eso es lindo este suelo:
El suelo donde nací yo.
Sus lagos son serenatas,
maravilloso talismán,
son dos leyendas de plata
el Cocibolca y Xolotlán.
¡Qué linda, linda en Nicaragua,
bendita de mi corazón
si hay una tierra en todo el continente
hermosa y valiente
¡esa es mi nación!
Soy puro pinolero,
nicaragüense por gracia de Dios.
La raza nicaragüense
sabe de luchas y de honor,
y luce altiva en su frente
los esplendores de su sol.
Solo en Darío se explica
la inmensidad de su creación,
tenía que ser un nica
del mundo entero admiración.
¡Qué linda, linda es Nicaragua... Soy puro pinolero...
Bella y valiente de veras
es la mujer que aquí nació,
igual a Rafaela Herrera
que a los piratas derrotó.
Con un mantón de acuarelas,
con los paisajes de un tapiz,
con noches de lentejuelas,
así se viste mi país.
¡Qué linda, linda es Nicaragua...

Viva León Jodido
Corrido
Letra y música: Tino López Guerra

León Santiago de los Caballeros
es mi linda ciudad colonial,
perfumada con los pebeteros
de su imponente y antigua Catedral.
El pochote es su fuente Castalia
donde Mena se fuera a inspirar,
donde puso Rubén su sandalia
para con gloria al mundo deslumbrar.
Por todo el oro del mundo
no cambiaría a mi León,
pues lo quiero con amor profundo
y es el cerebro de toda mi nación.
León puede ser abatido,
pero nunca vencido,
¡Viva León, Jodido!
De Mercedes, la Virgen Bendita
es la gran patroncita de León,
que nos dio a la mujer más bonita
para que fuera un adorno en mi región.
Es Subtiava la indígena joya
con que León se acostumbra ataviar,
y la playa de su Poneloya
es como un cielo tendido junto al mar.
Por todo el oro del mundo...

Chinandega
Corrido
Letra y música: Tino López Guerra

No hay en mi patria un rinconcito
que sea como mi tierra natal,
es Chinandega tan bonito,
parece un paraíso terrenal.
Como plateada serpentina
su río cruza este lugar,
y su volcán Cosigüina
es hechicería hecha lunar
Chinandega, tu surco es la vida
de mi patria que en mieses embriagas
y te llaman, oh tierra querida,
Granero de Nicaragua.
Nada, ni nadie la doblega,
así es Chinandega
mi tierra natal.
Es mi ciudad Chinandegana
el alma de mi raza y mi nación,
la protegida de Santa Ana
que es reina de esta hermosa población.
Y sus mujeres son más bellas,
más que las rosas de un rosal,
más lindas que las estrellas
que hay bajo mi cielo tropical.
Chinandega, tu surco es la vida...
Es Chichigalpa su diamante,
el Viejo su lucero colonial,
y el bello puerto de Corinto
un verdadero orgullo nacional.
Tierra por Dios Privilegiada,
de tus campiñas de maíz,
de tus espigas doradas
pende la existencia del país.
Chinandega, tu surco es la vida...



Corinto
Corrido
Letra y música: Tino López Guerra

Es Corinto una rara maravilla,
una perla que el mar nos regaló,
una Tierra muy noble y muy bravía,
como nunca he visto yo.
Cuando el faro vislumbra el navegante,
en su hermana la Isla del Cardón,
se adivina en su ritmo palpitante
que allí tiene Corinto su propio corazón.
Es mi orgullo sentirme corinteño,
ser del puerto mejor de mi nación,
cuyo mar es azul como un ensueño,
y su cielo de pompas de jabón.
De Corinto yo me ufano,
con orgullo y con razón,
porque cuando da la mano,
da con ella el corazón.
Paredones y su Paso Caballo,
por la playa zafir de Costa Azul,
son milagros como la Cruz de Mayo,
filigranas como la Cruz del Sur.
Sus mujeres que el sol pintó morenas,
sus celajes, sus palmas y su mar,
quien los mira una vez en sus arenas
a mi lindo Corinto no lo podrá olvidar.
Es mi orgullo sentirme corinteño,
ser del puerto mejor de mi nación,
cuyo mar es azul como un ensueño
y su cielo de pompas de jabón.
De Corinto yo me ufano,
con orgullo y con razón,
porque cuando da la mano
da con ella el corazón. 

Foto de la playa de Corinto: Badanica

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Tino Lopez Guerra 

Discografía


sábado, noviembre 07, 2009

El árbol lleno de duendes


  "Ligia Prado es una joven de 30 años, pero todavía recuerda como si fuera hoy, la experiencia que vivió cuando apenas tenía 7 años.
-
  Cerca de la casa de Ligia había un árbol hermoso y a ella le encantaba jugar en ese lugar, porque no tenía amiguitos con los que pudiera divertirse. Pero un día ocurrió algo extraordinario: pequeños niños comenzaron a salir de un hueco gigantesco que se encontraba debajo del árbol y la invitaron a jugar. '¡Ven niña, esto es divertido!', esas palabras siempre están presentes en su mente.

Cuando los vi por primera vez pensé que eran juguetes o niños que habían nacido pequeños, pero me sorprendió cuando me enseñaron unas monedas muy grandes que tenían un brillo único, como si observaras las pepas de oro', aseguró la joven.


Ligia nunca se acercó, porque los duendes le habían ofrecido ese dinero para que ella se metiera en el hueco del árbol, y en ese momento sintió un temor profundo que la estremeció, pero su madre le ayudó a superar el problema."

Fragmento tomado de "Aquí mucha gente los ha visto" escrito por Silvia Elena Carrillo/ END, 27 de noviembre de 2003.




Diciembre siete

Diciembre siete La gritería,
fuera de nicaragua

Yo soy realmente un nicaragüense
vive en mí la danza del Güegüense,
canto con Camilo, Carlos y Zintia,
me emociono al oír la mora limpia.

De mi país me siento muy orgulloso
por sus mujeres de andar cadencioso,
de madres que solo entregan amor
que quieren para sus hijos lo mejor.

Tierra heroica de muchos encantos
rinde tributo a sus mártires y santos,
sus fiestas patronales no se olvidarán
como la de Santo Domingo de Guzmán.

Sus pueblos tienen su propia tradición
que la llevan muy dentro de su corazón,
más toda Nicaragua mía suena de alegría
alabando en diciembre a la Virgen María.

Desde la gran ciudad y al pequeño valle
se ve la gente cantando en la misma calle,
y los que en el extranjero están viviendo
una lágrima en su mejilla les va corriendo.

Mientras piensan en los lindos altares
sienten en sus labios los ricos manjares,
y la expresión, quién causa tanta alegría
inspira, a decir, la Concepción de María.


Carlos A. Esquivel R.
Windsor, Ont. Cánada
Octubre 27 del 2009

domingo, julio 12, 2009

Los huesos del héroe (un cuento de Pio Martinez)

Las historias que le dan vida a este blog son famosas. Ya sea porque por tradición se han venido contando en nuestra tierra a través de los años o porque nosotros mismos, en este pequeño espacio nica, les hemos dado la autoridad de transportarnos a aquel momento mágico que dejamos abandonado a la orilla del camino, cuando la razón y la lógica nos tomaron la mano.

Por estas páginas han pasado muchos cuentos y anécdotas de chavalitos traviesos que en alguna madrugada perdida vieron pasar por su ventana al espanto de antaño. En esta mi casita además, he compartido humildes recomendaciones de otros sitios amigos, cuyos dueños desbordan sus ideas para beneficio y orgullo de todos.

Nuestra imaginación es tan rica y las experiencias tan variadas que los nicas hacemos lo que queremos corriendo en esta gran llanura de internet. Por eso quisiera compartir para que ustedes también lo sepan, que la primera novela cibernética nica en formato blog está en plena construcción, aquí cerca, siguiendo este enlace.

Pío Martínez pinta día a día las pálidas páginas de la net con los olores de nuestra tierra y los colores de nuestras costumbres a través de una novela cálida, bien pensada, con detalles exactos de paisajes y tradiciones. Líneas ingeniosas que nos hacen recordar capítulos enteros de nuestra historia con el humor inconfundible del nica y cuyo resultado es una mezcla simpática de curiosos personajes que a lo mejor usted conoce o vio pasar por allí, alguna tarde de domingo.

Pero venga, esta vez no, yo soy la que voy a contar el cuento de "Los huesos del héroe". Que se lo cuente mejor Pío que dicen que conoció al burro y quiso continuar la leyenda. Comencemos desde el principio...

"Don Juan Lemes era un personaje muy conocido y estimado en el Rivas de la primera mitad del siglo veinte. Era don Lemes ─que así era llamado por todos─ un hombre tan rico y poderoso que resultaba difícil creer que su inmensa fortuna la debía a un burro. Quienes escuchaban la historia pensaban que se trataba más bien de una leyenda, pero así había ocurrido en realidad y ..."

lunes, noviembre 19, 2007

...La chicha y la cajetilla!

La primera semana de diciembre por lo general nos llena de nostalgia a los nicas que vivimos fuera del terruño. Muchos de nosotros estamos en lugares distantes donde no hay otros pinoleros cerca, y nuestros pensamientos y deseos vuelan recordando aquellos tiempos cuando celebrábamos las purísimas en esta época, visitando altares, rezando novenas, alegrándonos con el alboroto de los chavalos pidiendo dulces, o sintiendo en el ambiente el olor a pólvora de las triquitracas y carga cerradas que iluminaban el cielo de nuestras ciudades en una alborada eterna en honor a La Conchita, como le decimos de cariño a la Virgen de Concepción.

He notado en estos días que muchos nicas han utilizado la internet para buscar temas relacionados con esta hermosa tradición: novenas, cantos, historia. Quizás como queriendo encontrar algo que recuerde y nos haga sentir cerca de nuestras memorias más queridas.

Dejo esta semana, en la página principal, todos los temas relacionados a la Purísima que he publicado para así hacer más fácil la búsqueda. Aprovechando también la ocasión para escribir en este tema algunas recetas de la época, porque por supuesto, no hay Purísima sin comida, no hay alegría sin gofios, cañas y limones dulces... y no hay grito de ¿Quién Causa tanta alegría? sin la contestación tradicional... La Concepción de María.... la chicha y la cajetilla!

Relleno Nica
Este relleno se le puede poner a la gallina o el pavo o tambien servirse acompañado de arroz blanco con guisantes:
ingredientes:
2 libras de posta (carne lisa sin hueso) de puerco (chancho)
1/2 frasco de salsa de tomate heinz (frasco de tres libras)
3 cucharadas de 15 ml de alcaparras (capers)escurridas
375 gramos de pasita
350 gramos de ciruela pasa
1/4 taza de vinagre de manzana
1 libra de zanahoria
1 libra de papa
1/4 libra de chiltoma roja
1/2 libra de apio
1/4 libra de cebolla
1 frasco de 375 ml de cebolla encurtida pequeñita
22 aceitunas grandes rellenas con chiltoma roja
1/3 taza de vino rojo
15 ml de mostaza
1/2 taza de salsa inglesa Lea&Perrins
10 ml de sal
7 tazas de agua
2 dientes de ajo
1/4 taza de azúcar morena
Preparación: Temprano poner el puerco a hervir en las siete tazas de agua a fuego alto. Pelar las papas, zanahoria, cebolla y ajo; limpiar el apio, cortar en pedacitos bien pequeños la papa, zanahoria, cebolla, apio, chiltoma, cortar en rebanadas no muy anchas las aceitunas ya escurridas. Cuando ya el chancho este suave sacarlo y dejarlo enfriar para luego desmenuzarlo (no botar el agua sobrante). En otra porra echar el agua sobrante donde se coció la carne y agregar todos los ingredientes menos el ajo que se le agrega 5 minutos antes de apagarlo. Junto con la carne ya desmenuzada, cocinar a fuego lento (3 -4 en las cocinas eléctricas) durante 2 horas moviendo constantemente para que no se pegue, debe de quedar pastoso con algo de caldillito y lo prueban de sal, tal vez a ustedes les guste mas saladito, recuerden escurrir las cebollitas incurtidas antes de echarlas.
¡Esta receta la tomè de la página del Señor Erasmo J. Gutierrez, que por cierto tiene una sección de recetas nicas muy buenas!
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El Pastel Tres Leches
(Por Angela María González, Univisión Online, 21 de Abril de 2003)
Las tres clases de leche usadas en la preparación del bizcocho le dan el nombre a esta exquisitez: el pastel tres leches. Y, aunque su origen se lo disputan varios países, no cabe duda que es una delicia latina que a todo el mundo le encanta. Así que no importa de dónde venga, lo importante es que es sencillamente delicioso y ahora está al alcance de tu mano.

"Hace muchos años el pastel tres leches estaba destinado únicamente para los más finos restaurantes de Nicaragua. Era un postre muy costoso y el común de las personas no podían verlo ni probarlo", cuenta Cristina Vanegas González, propietaria de la panadería Nicaragua Bakery en Miami, Florida.

Pero hoy en día la cosa es diferente. "Ahora el postre es algo típico de Nicaragua y muchos otros países lo han adoptado como suyo. En casi todas las panaderías del país lo hacen y no es costoso. Todo el mundo se deleita con este pastel", agrega Cristina.

Así que mira cómo esta vez la leche se combina con otras leches y llega a la mesa disfrazada del famoso e irresistible tres leches. Esta es la receta del chef David Zaragoza.
Ingredientes
Para el pastel:
1 taza de azúcar.
5 huevos.
1/2 taza de leche.
1/2 cucharadita de extracto de vainilla.
1 taza de harina.
1 cucharadita de polvo para hornear.
Para el almíbar:
1 lata de leche condensada.
1 lata de leche evaporada.
1 lata de crema de leche.
1 cucharadita de extracto de vainilla.
Para el merengue:
1 taza de azúcar.
1/4 de taza de agua.
3 claras de huevo.
Ahora el postre es algo típico de Nicaragua y muchos otros países lo han adoptado como suyo.
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Y como que esta receta es buena para despertar el apetito, aquí pongo otros enlaces con recetas nicas: