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jueves, mayo 02, 2013

Blog de Martha Isabel Arana - ¡Bienvenidos!


    

    Cuando un nicaragüense emigra, además de su maleta, sus temores e ilusiones, lleva consigo todos sus recuerdos más queridos. Con el correr de los años, algunos temores desaparecen, nuevos florecen y las ilusiones y sueños cambian a medida que ganamos nuevas experiencias. Sin embargo, no hay un solo día que un pinolero no recuerde con nostalgia y cariño los placeres más grandes que le regaló su patria: los olores, sabores, lugares y palabras que reconoció de niño y que atesora celosamente con respeto y devoción en lo más profundo de su corazón.
 
    Bienvenido(a) a Nicaragua de mis Recuerdos, un sitio dedicado a todos los nicas que como yo, dejamos el país hace muchos años pero queremos transmitir de alguna manera nuestras raíces y cultura a nuestros hijos nacidos en paises extranjeros. Esas futuras generaciones que como único enlace a nuestra patria tienen los cuentos, las leyendas, los poemas, fotos y canciones que podamos dejarles como herencia. La única manera que nuestra descendencia puede respetar y abrazar nuestra identidad cultural es a través del conocimiento, puesto que nadie aprende a amar lo que no conoce.
 
    Nicaragua de mis recuerdos fue un proyecto que creció gracias a la colaboración de lectores que me ayudaron con su conocimiento y experiencia.  Es gracias a todos ustedes que pude rescatar de alguna manera nuestra idiosincrasia, la riqueza de nuestras tradiciones e imaginación, la elocuente forma de expresarse de nuestra gente, la sabiduría de nuestros ancianos, la belleza de nuestros paisajes y la grandeza de nuestros artistas para todos aquellos que estamos interesados en conocer el corazón de nuestra gente.
 
    Gracias querido lector por estar aquí y por interesarse en mi paisito tropical de caminos de colores...
                                  


jueves, abril 18, 2013

¿Ideay?

    Te cuento una anécdota. Recién venida a este país, una amiga nicaragüense y yo nos íbamos a trabajar todos los días en bus.  De regreso a casa una tarde, el busero se durmió en sus laureles y se pasó nuestra parada. Asunto trágico porque significaba que íbamos a tener que caminar unas cuatro cuadras leonesas de pura choña.  Mi amiga, al ver que el busero no hacía señas de parar, se levanta arrecha (enojada) de su asiento y pega un grito de frustración y enojo delante de todos los presentes:  ¿IDEAY?????  ¡La cara que hizo el busero gringo!  ¡La cara que hizo toda la gente, tratando de descifrar qué decía la muchacha! Momentos memorables en la vida de un inmigrante. 


    Ideay es para mí, una de las palabras más lindas de nuestro léxico.  Mis hijos la usan perfectamente, a pesar de no haber visitado Nicaragua más que dos o tres veces en su vida.  Llega entonces a ser para nosotros los migrantes pinoleros como la bandera que nos distingue en el extranjero, el puente que nos une a nuestras raíces, la palabra clave que nos llena de alegría cuando vemos a otro gritando ¿Ideay? En un bus cualquiera de una ruta extranjera cuando este no se detiene.


lunes, octubre 01, 2012

Volver a respirar los mismos aires




En un lugar
donde la luna de plata
me invita con pasión escarlata…
en un lugar donde el sol al nacer
me abre sus brazos de amor...

…  el amor es evidente.

Donde las nubes forman cirros
que hablan de un niño que se acaba de ir
muchacho que crece
y alegre aparece
como el pipe Güegüense
queriéndose divertir…

Esa es mi tierra,
la bendita Nicaragüita
que invade y toca mi alma
en una tierna y alegre canción…

Tierra mía
remolino de vida
mi Nicaragua querida
mi linda niña, mi bella señorita,
pronto tendré la dicha que tanto esperé
de volver a respirar tus aires
para quedarme por siempre a besar tus pies...

Donde una jícara de tiste
y una tortilla con queso
me esperan para hacerme sonreír
en ese lugar impregnado de versos
y luz cautivante

Escrito por Esther Mendoza Urbina




miércoles, agosto 01, 2012

De manos de una inmigrante

Escrito por Martha Isabel Arana

    Me lo decís a mí que ya no me cuentan cuentos.  Llevo 25 años y más de la mitad de mi vida viviendo en esta tierra ajena, tan diferente de la mía.   Si acabás de venir de Nicaragua, pudiera contarte  algunas mentiras que a veces fluyen solas con la excusa de alimentar piadosamente la esperanza del recién llegado.  Pudiera decirte, por ejemplo, que con el tiempo ya no vas a sentir la nostalgia que ahora te invade. Pero allá vos si querés creerlo. Tampoco me atrevo a decirte que dentro de 20 años y un día, después de trabajo arduo y honrado, probablemente vas a estar igual que como viniste.  Ojalá que estés mejor económicamente, pero nadie te garantiza eso.  A lo mejor vas a estar en peores condiciones, todavía ilusionado con aquel famoso sueño americano de los cielos azules y las estrellas blancas.  Sí, acordate, aquel que nos hicieron creer y para muchos no fue sino un oasis en el desierto árido de la vida de inmigrante.  Mucho menos quiero insinuarte que no va a ser tan fácil volver a Nicaragua cada año, ni que vas a poder regresar cuando te dé la gana, porque cuando te das cuenta, ya el calendario ha cambiado sus fechas y comenzaste a echar raíces en esta tierra. ¡Cuántas ilusiones vamos dejando tiradas en el camino los inmigrantes con el correr de los años! 

    Te voy a contar lo que me pasó.  Cuando vine a Estados Unidos (el lugar que el destino me señaló para pasar mis días y no me acuerdo de habérselo pedido) la novedad fue una droga que me hizo olvidar Nicaragua por un tiempo.   Se me nublaron los sentidos y se me atolondró el alma con tantas cosas bonitas, nuevos sabores, personas y nacionalidades diferentes que despertaron mi interés.   En mi afán por olvidarme y no deprimirme, me apresuré a adoptar la nueva cultura y hacerla mía.  Quise incrustarla bajo mi piel, olvidarme de todo lo pasado y comenzar una nueva vida.  Estudié, aprendí, socialicé, me enamoré, trabajé de sol a sol. Todo perfecto. Al pie de la letra, como señalaba el manual de supervivencia que yo misma me había impuesto. Pasado el tiempo, cuando lo diferente se volvió rutina y las tardes se presentaron monótonas, comenzaron a colarse de a poquito los recuerdos de aquellos años de niñez que ya nunca volverían.  Me visitaba en mis sueños, misteriosa, la visión de volcanes majestuosos reflejados en aguas cristalinas.  Comencé a añorar, casi sin darme cuenta, aquel olorcito a desayuno nicaragüense, dulces, especies, frutas escandalosamente tropicales con sabores exquisitos como las bromas y carcajadas que nacían espontáneas en las tertulias familiares.  No sé ni como pasó, pero comencé a añorar lo que pensé que nunca me haría falta.  Después de cantar tantas canciones de moda en inglés con mi acento hispano, se me salían las lágrimas cuando escuchaba de algún viejo cassette el son de las marimbas o el rasgueo de una guitarra lejana, instrumentos que siempre me parecieron enviados por los dioses para ser acariciados por los dedos fuertes de un nica. La nostalgia se acentúa cuando otras penas te acompañan.  



     Una vez pasada la euforia de los primeros tiempos, comencé a sentir la soledad helada que se vuelve compañera constante de aquel que se atreve a volar lejos de los brazos maternales de la patria que le dio la vida. Comenzaron las desilusiones y los eventos diarios que fueron secándome el alma a pura lágrima de decepción e impotencia.  Aprendí lo que es el racismo y el etnocentrismo perturbador.  Se burlaban de mí porque hablaba "chistoso" o porque mi cultura era distinta.  Supe que no debía decir palabras naturales de mi léxico como pinche (tacaño), chingo(corto) o arrecho(muy enojado) sin que la gente se escandalizara por mi franqueza al escupir malas palabras, según ellos. Me dolía cuando decían que jamás habían escuchado el nombre de mi adorada Nicaragua.  Me ardía ser parte de estereotipos estúpidos.  Como aquella tarde hace muchos agostos, cuando alguien le dijo a mi entonces novio que no se casara conmigo porque todas las nicas éramos putas.  Sí, dolió.  No porque me dijeran prostituta, porque ellas son seres humanos, que sienten, aman y acurrucan las penas entre sus pechos como solo las mujeres sabemos hacerlo, sino por la intención cruel que llevaban las palabras, dardos venenosos nacidos de la ignorancia.  

    Es entonces cuando añorás más que nunca la sonrisa amable de aquella vecina que te vio crecer, el abrazo lleno de confianza que te brinda el amigo de infancia, los corazones siempre abiertos para vos y que te convencen de que sos una persona buena y de fiar.  Que no sos un pinche extranjero, asesino, violador, ni que viniste a este país con la mala intención de robarle el trabajo a nadie.  Ser inmigrante es salirte de la burbuja cómoda y tibia donde creciste y que flota fuera de tu alcance sin otra despedida que la visión efímera de un arcoíris a punto de estallar. Un día sintiéndome parte de los dos mundos en que he vivido y otro, abandonada por ambos.  El tiempo pasó y los sentimientos, como en una montaña rusa, subieron y bajaron.  He sido presa de la depresión de los valles (especialmente cuando regreso de algún viaje de vacaciones a Nicaragua), de la tristeza de llegar a mi tierra y ya no reconocer a nadie, de estar olvidando mi propio idioma y mis costumbres, de sentirme extraña en mi propio hogar. Pero también he sido testigo del sol calentándome el rostro en la cima de los momentos buenos, de las grandes experiencias, de la gente con un corazón generoso, sin importar su origen y de la lucha de todos los latinos, constante a pesar de los días melancólicos que cada quien guarda celoso en el silencio de su habitación. 

     Migración, un concepto que algunos miran como enfermedad apestosa y otros como una oportunidad.  Sinónimo de vivir en el aire y a la vez en todas partes.  Inglés imposible, español olvidándose. Inventando palabras o mezclándolas con el inglés para poder darnos a entender en esta Torre de Babel.  Escandalizando a la Real Academia Española por nuestras ocurrencias en este submundo que hemos llamado hogar.  Cincuenta millones de hispanos viviendo a diario la lucha práctica y necesaria, llevando con orgullo la etiqueta de inmigrantes, aunque sea escrita con prisa y mala ortografía mientras se huye de la migra.  Descaradamente atreviéndonos  a tejer un sueño en una tierra donde no somos necesariamente bienvenidos.  Dejando  a la vez correr en las venas los recuerdos de nuestra patria como un bálsamo calmante y necesario para que el corazón aguante. Inmigrante. Más que un calificativo humillante,  una fuerza que nos hace levantar la cabeza y nos motiva a seguir adelante porque hay una familia que mantener y una renta elevada que pagar al final de un mes que se va volando y no perdona flaquezas. Aquí estamos luchando y aquí seguimos soñando mientras tengamos fuerzas.  Mientras tanto, yo sigo fantaseando con mi paisito tropical de caminos de colores que se elevó al cielo una mañana de enero como una burbuja y se perdió entre mis papeles e intentos de poemas.

martes, mayo 22, 2012

Nos cayó agüita en mayo


"Si no volviera a escuchar el canto de mi pueblo
ni el acento alegre hecho canción
qué el son de tus guitarras vigile mi destino
guardando el sueño eterno arrullador..."



    Este pasado domingo los nicas del sur de California tuvimos un encuentro personal con la flor más linda de nuestro querer.   Se compartió con amigos y compatriotas, música, danza y comida.  Sobre todo, se recordó a Nicaragua, se soñó con ella, casi la pudimos tocar.

    El Señor Don Carlos Mejía Godoy nos cayó como agüita de mayo en esta sequía de encuentros con la patria.  Nos hizo sentir nuevamente parte de aquella tierra que dejamos atrás hace muchos años.  Nos cantó los famosos estribillos de antaño que traen consigo recuerdos de niñez y nos hizo reír con su picardía y canciones más recientes, con burritos trabajadores pero sensuales, con mapas tatuados y Clodomiros modernos.  Con nuestras voces de acentos ya variados, demostramos que aunque pasen los años, Nicaragua sigue siendo nuestra.  Aunque mayores y más cansados que cuando emigramos, llegamos a verlo y escucharlo con la alegría de siempre.  No llegamos solos, llevamos esta vez a nuestros hijos que también respetan nuestra cultura e igualmente cantan en español las canciones que saben que humedecen nuestros ojos y tocan las vibras más profundas.

    Bendito acordeón.  Benditas guitarras.  Benditos embajadores de la música de nuestra tierra que nos acompañan, vigilando nuestro destino, asegurándose de guiar nuestro camino eterno de nómadas, aquí o allá.

Gracias Don Carlos, La Cuneta Son Machín y los grupos nicaragüenses que están floreciendo
por hacernos sentir parte de la Nicaragua que tanto amamos.
Dios ha de permitir que nuestros caminos se crucen nuevamente. 

Concierto de Carlos Mejía Godoy y La Cuenta Son Machín
Los Ángeles, California, 20 de mayo del 2012

martes, febrero 28, 2012

Hablando de mi tierra de hoy


Escrito por Judith Raquel Reyes Esquivel

¡¡Hablando de mi tierra de hoy!!

    Han transcurrido cuatro años de no verte, mi bella tierra, y cuántos regalos me tenés: Familia, amigos, rostros nuevos, y grandes sorpresas.

    Y me pregunto: ¿Qué es el tiempo? Quizás una nueva oportunidad, porque me brindas la dicha de ver a mi Dios en la cara del Nica. Ese Nica que sufre y que goza; sufre, a veces, por nuestro amor privado y excluyente, que renuncia a la justicia universal y nos encierra en nuestro mundo pequeño.

    Y ¿quién es mi tierra?, me pregunto: Mi tierra, es mi gente, de aquí y de allá, es el universo que hoy se concreta en Nicaragua; ayer en Venezuela, España o Roma; solo que mi tierra tiene hoy un nombre como pretexto, pero en definitiva, es gente, personas multicolores. Es por ahora, “pequeña, aunque uno grande la sueñe” (Rubén Darío).

    He vislumbrado a un Nica que sufre porque no tiene tamal ni queso para llevar a la boca, he visto con asombro hombres laboriosos, gastando su cuerpo y su energía transportando en muchos pueblos y ciudades, a rellenas y corpulentas señoras, por tan solo dos pesos, en sus bicicletas construidas con hierro.

    He visto en la mirada profunda de un niño, la hambruna que te deshace y no sabes qué hacer.... Te he visto mi gente querida, en el chavalo chorreado que vende agua helada y bolsita; en la niña que ya casi es mujer, con su yagual y su panita llenita de tortillas, que ofrecerá de casa en casa a tres por el peso, para poder llevar comida a la chorrera de cipotes que año tras año ha ido pariendo la madre de ellos.

    Te he visto mi gente, en la mirada espejo del alma, tu sed, sed de Dios, que grita: ¡¡¡Por favor!!! Deme una ración, pero que sea cercano, si no, muchas gracias.


    Te he visto mi gente amar y sufrir y tener esperanza en un nuevo amanecer. He visto tu fe inquebrantable, que trasciende barreras, porque es amor, un amor desinteresado, que es vida en movimiento, y que busca desesperadamente aires nuevos, busca abrir ventanas de esperanza por donde se renueve el aire y se pueda sanamente respirar.

    Pienso mi tierra, que la vida es una escuela, un aprendizaje, donde el dolor te hace fuerte y donde la vida es abundancia, donde cada acontecimiento es una oportunidad, donde multicolores vidas tropiezan contigo, no como una casualidad, sino como una ocasión para brindar amor.

    Al respecto recuerdo lo que una verdadera amiga del alma, me enseñó, no hace mucho, es una lección que difícilmente olvidaré. Ella, tiene un cactus como planta de adorno entre sus cosas, me llamó la atención y le pregunté, por qué si podía hacer daño, la tenía tan cerca y expuesta a todo el mundo, me contestó sabiamente: “-Mira- esta planta es como las personas, si te acercas bruscamente te llena de espinas, sí, por el contrario, te acercas con cariño, no te hará daño”. ¿Es esto acaso, me pregunté, un guiño de Dios? Y es verdad, esto vale, vale para aquí, para allá y para todas partes.  Por eso sueño, sueño mi tierra, con caminos nuevos, donde el Evangelio actual de Jesús se encarne en tu realidad.

    Y por eso deseo afinar la mirada para cambiar mi corazón, donde todas las músicas que van sonando en él, transformen, den vida, donde el culto y la práctica religiosa dentro del cristianismo no me deje tranquila, ni me deje conforme; sino que afinen las cuerdas de mis oídos y de todas las células de mi ser, para escuchar las llamadas de Dios, que después de veinte siglos sigue esperando un cristianismo más auténtico, donde la mirada de la realidad sea siempre sin intereses personales, donde la justicia se alimente de la verdad, y donde la sencillez de vida, cree un estilo de vida alternativo y diferente. Donde nosotros ciudadanos del mundo seamos como reza la AVEC, (Asociación Venezolana de Escuelas Católicas) “constructores de sueños y profesionales de la esperanza”.




sábado, enero 28, 2012

Güirila de mi tierra

Tortilla de maíz tierno
Una güirila en su comal,
Una muchacha, nica bonita,
Te envuelve suave en sus manitas,
Con verdes hojas del chagüital.


Toda blanquita y cuidadosa
La cuajadita viene a juntar,
A mi güirila tan deliciosa
Que mató el hambre de esta nicoya,
Con cafecito para completar.


 Escrito por Esther Mendoza Urbina

lunes, noviembre 07, 2011

"Las Patronas" - historia de unas valientes mariposas

     Esta es una historia sencilla de mujeres con un gran corazón.  Tan grande que en él caben miles de indocumentados hambrientos y sedientos que cruzan todos los días las vías del poblado donde ellas viven.  Como un gesto de humanidad y amor al prójimo, ellas les ofrecen un poquito de esperanza a esos seres humanos que como única maleta llevan un futuro incierto, la carga de la soledad y el miedo.  Por eso quise escribir acerca de "Las Patronas", porque el tema me toca como estoy segura que lo tocará a Ud también al conocer su historia.

    "En un punto de Veracruz, los inmigrantes centroamericanos encuentran una pequeña esperanza:  Las Patronas, unas mujeres valientes mexicanas, les aguardan al pie de las vías para entregarles comida y bebida, tren en marcha, día a día durante los últimos 15 años.  Este es el argumento del corto "El Tren de las Moscas" de Nieves Prieto Tassier  y Fernando Lópes Castillo."

(presione para ver el cortometraje)


"Cada año centenares de miles de emigrantes atraviesan Centroamérica en su éxodo al Norte.  Viajan pegados al techo de un tren o entre la herrumbre de los vagones. Recorren miles de kilómetros durante semanas, en condiciones infrahumanas, arriesgando su vida: No hay vuelos para los ilegales, ni futuro...Muchos no llegarán a ninguna parte.  Según un informe de Amnistia Internacional, unos 10.000 inmigrantes sin papeles fueron secuestrados por el crimen organizado en el primer semestre de 2009 y 60.000 fueron deportados "voluntariamente", sin que fueran suficientemente informados de sus derechos.  Seis de cada diez niñas y mujeres son violadas durante su viaje clandestino desde Centroamérica a EEUU. Otros muchos, sencillamente, desaparecerán anónimamente en una fosa común."

 Fragmento tomado del

(presione para escuchar la canción)

Letra de la canción "Día a día"

Viajan en trenes cerrados,
sobre el techo, sin abrigo,
al sol tienen por testigo,
tratan mejor al ganado

Llegar a Estados Unidos
para mejorar sus vidas
no les queda otra salida
alguien les ha convencido

Día a día las patronas
preparan comida y cena
para mitigar las penas
de los que todo abandonan

Migra y mara les persiguen,
hambre, lesiones y muerte,
casi nadie lo consigue,
esa es su mísera suerte

Son unas pocas mujeres
de un enorme corazón
que les dan pan con amor
por donde pasan los trenes

En Córdoba, Veracruz
unas patronas hermosas,
muy valientes, mariposas,
dan al migrante su luz

"Las Patronas"

miércoles, agosto 31, 2011

Los duendes que no emigraron

Escrito por Martha Isabel Arana 
Orlando, Florida 2008

    Un poco desorientada por los ojitos curiosos de los sobrinos ya grandes y los nuevos vecinos que llenaban de alegría las calles de su antiguo barrio, buscaba consuelo en los recuerdos del último día que estuvo en su tierra, añales atrás. La mañana aquella bonita y fresca que quedó para siempre grabada en su corazón. El día aquel que salió con una maletita vieja y una caja de encargos olorosa a quesos y pinolillo para los parientes lejanos que le habían enseñado a querer, pero que jamás había visto. Recordaba la inocencia con que marchó al norte, pensando que en los Estados Unidos no habría café, ni frutas, ni panes, porque la gente que regresaba no paraba de decir que extrañaba mucho las rosquillas, los jocotes y el cafecito del norte.


    Volvía ahora con un corazón cambiado, con los ojos llenos de mundo y con nuevas experiencias limpiamente organizadas en su maleta nueva. Ahora sabía de computadoras, preparaba año con año sus
taxes, leía el periódico on-line y hasta entendía un poco la causa de la caída precipitosa del stock market porque había comentado los eventos en los message boards. Ya no creía en supersticiones, ni en caminos embrujados poblados de duendes con pies volteados y cotonas coloradas. Contenía la risa recordando que cuando salió del pueblo se fue preocupada pensando que los duendes se irían con ella, hostigándola, tirándole piedritas y llamándola por su nombre, como hacían los chavalos enamorados con las muchachas bonitas. Después de todo, ¿quién no sabía que el famoso duende de Yalagüina, el que cargaba de flores y le tocaba guitarra a la Juanita Vindell, había emigrado para Honduras? ¿O de los duendes bandidos de Cuapa que se fueron detrás de la mamá de la Florita para ayudarle a cargar la bacinilla en la mudanza? Pero no. Estos duendes fueron menos aventureros y no se fueron con ella para ningún lado. Jamás los vio en los Estados Unidos, ni siquiera en los barrios de Miami o San Francisco, donde abundan los nicas y huele a nacatamales gringos.

        Sus creencias fueron tomando un nuevo matiz y aprendieron a hablar un nuevo idioma. Su vocabulario cambió de ceguas, duendes y mocuanas a Weeping ladies, Bloody Mary (con sumo cuidado de no repetir el nombre tres veces frente al espejo en un baño oscuro), leprechaun y haunted houses. La contaminación eléctrica de su nueva vida contribuyó a que olvidara con el tiempo las leyendas de su tierra, donde la superstición era el hábitat natural de los espantos del pueblo y sus extravagantes cuentos de camino. 

    Se levantó de la mecedora y se lanzó a la noche a recorrer el viejo camino de tierra sin temores ni remordimientos. No se percató que detrás de un árbol de chilamate, calladitos y sin prisa, estaban espiándola otra vez los mismos duendecitos de sus temores de antes. Allí estaban, con sus piedritas en la mano, afinando sus vocecitas para cantarle historias de amor. Tan cerquita a ella como su propia sombra, listos para susurrarle que seguían fieles al pueblo y al regreso de ella. Ansiosos de decirle que la tierra, al igual que sus espantos, jamás olvida al que emigra. Allí habían estado esperando volver a verla, haciendo alboroto detrás de los ventanales del aeropuerto, esperando ver que les llevaba, listos a que cruzara el umbral mágico de Nicaragua para ayudarle a cargar su maleta.




sábado, marzo 12, 2011

¿Te acordás?


 
Qué recuerdos tan bonitos
Los que vienen a mi mente
Los de un país muy sufrido
Donde quedó toda mi gente.

Recuerdo mi tortilla,
La chicha y el vigorón
En el parque de Granada
Que vendía doña Chon.

Y el sabor de un mondongo
Con aquella cuajadita
Yendo para Masatepe
En un domingo a comer.

Dónde está mi pinolillo,
El cereal y el pinol
Para comerme su chingaste
Aunque me de congestión.

Cómo quiero carne asada
Con su gallo pinto también
Y la cebada con pelota
Que me hacía tanto bien.

Y La Riviera con sus raspados
Muy cerquita del Gabriel
Cuando en época de estudiante
Hacíamos la “leonesa” riendo sin poder.

Y te acordás del chancho frito
Con la yuca reventada?
No se te hace agua la boca
Y te morís por un poquito?

Ya deseara andar en coche
En Masaya o en Granada
Con sus caballos cholencos
En el Calvario o La Calzada.

Deseara tener en frente
Un plato de moronga frita,
Una hoja con baho caliente,
Comer todo y caer redondita.

Y que decís de mi leche agria
¡Como la podría olvidar!
Si me salvo de la goma
¡Que me hacía reventar!

Mi querida Nicaragua
Cuando te volveré a ver
Y en Managua mi casita
Que con lucha pude tener…

Te dejé mi tierra amada
Más para siempre no habrá de ser
Pues no pierdo la esperanza
De con mi amor besar tus pies!

Esther Mendoza Urbina  – 2011



Foto cortesía de José Rafael Burgos

miércoles, enero 05, 2011

En el éxodo de mi nostalgia


Cuando me fuí,
doblé cuidadosamente el cielo y las estrellas;
no fuera yo a perderlos.
Recogí los maizales y el trigo para llevarlos conmigo,
Ahuequé en mis manos la tristeza y mansedumbre
de mi hermano indio, de mi hermano maestizo,
para no olvidarlos.

Pinté en mis ojos,
el eterno paisaje de mis lagos, volcanes,
madroños, sacuanjoches...
Me retraté en ellos y con ellos
y en las pupilas me llevé las fotos.

Corté el dolor de los malinches florecidos
y en la valija del alma
acomodé inmediatamente mi nostalgia...inmediata.

Carlota Molieri
En el éxodo de mi nostalgia
de su libro Ceremonial de luces


Fotografia: Roberto Zuniga

martes, diciembre 07, 2010

La Purísima en California

La Virgen Santísima uniéndonos a todos los nicaragüenses, en cualquier parte del mundo, vivamos donde vivamos.




Purísima de doña Elia Jiménez de Los Angeles, California

miércoles, septiembre 22, 2010

Como se extraña la Patria

    Ese País que has dejado atrás, con sus vivencias, con sus tradiciones y sus leyendas, con esa música  que te enardece los sentidos cuando la escuchas, que hace que a tus ojos acuda el agua del mar reflejados en el brillo de tus lágrimas, esa música que te pone el corazón chiquito inhalando suspiros de nostalgia y exhalando dolor y sentimiento, amor y pérdida, pensando |Cuando podrás volver|


    Qué tristeza se siente cuando escuchas el Himno Nacional de tu tierra y cuántos recuerdos corren desbocados a tu memoria.

    Sentir que envejeces, que los años van pasando sin poder volver a oir el golpetear de la lluvia en los tejados o en el zinc, esa música de la naturaleza que infunde alegría  a nuestros campos, el olor a tierra mojada, el grito jubiloso y esperanzado de los vendedores ambulantes, que llenan tus calles con diferentes sonidos. El olor a leña de nuestros fogones, y las frutas, hasta estas son más dulces porque tienen el amor impregnado en sus raíces.

    Si tienes mar, como sientes el murmullo de las olas en tu corazón, el frescor de los ríos, cómo recuerdas aquellos días de fiesta, con tus familiares, vecinos y amigos. Aquellas tardes que pasabas sentada en la acera de tu casa, meciéndote en una silla abuelita, conversando y tomando tu vaso fresco de limonada.
    
    
    Cuánta sencillez, espontaneidad y nobleza hay en las gentes de nuestro país.
|Con que alegría te dan los buenos días|

    Hoy te duele la distancia y aflora en ti más que nunca el deseo de volver.

    Al compás de las incomparables canciones de mi tierra, Nicaragua, nicaraguita y del almendro d onde la Tere, de Carlos Mejía Godoy, de la pelo e maiz de Otto de la Rocha, de barrio de pescadores de Erwin Krüger, la mora limpia de Justo sánchez y de los valses inmortales de José de la Cruz Mena, te dejo  esta lección de amor a tu patria, a la mía, a la de todos los que vivimos ausentes de nuestra amada y sufrida NICARAGUA.

    Esta es una lección de vida, que nos enseña a soñar en que un día vas a regresar… Pero que ya nada va a ser igual.

    Esta es una lección de vida, de amor, coraje, resolución y esperanza .

®A. M. S. C.


lunes, noviembre 16, 2009

Retorno

Retorno

¿Cuántas veces habremos nacido?
para poder llegar a amarnos.
Poder acariciarnos, y besarnos
con nuestras manos, labios y bocas.
Cuantas regeneraciones errantes y perdidos
hasta que nuestros ojos pudieran contemplarse
reconocernos, y querernos.
He visto más allá de tus ojos
los manjares que el amor aderezaba
en tu sonrisa hay soles recién nacidos
¡Qué alegría! ¡Qué gozo! Tener mi mano sobre la tuya
y sentir la vibración de tu sangre correr por tus venas.

Seguiremos el mismo sendero del tiempo mordaz
tomados de la mano,
quiero decirte todo lo que siento y no pude decirte
poner tu mano en mi mejilla y sentir tu calidez húmeda
y recordarte aún,
como si nunca te hubiera conocido
para no sufrir el dolor y la angustia
de perderte otra vez.


Escrito por Alain Gracio
poeta nicaragüense

viernes, julio 13, 2007

Nostalgia por la Gritería




Quisiera hoy contemplarte
noche nicaragüense
a la hora en que tu cielo
se enciende de colores,
en la grandiosa fiesta
del 7 de diciembre.
Quisiera hoy contemplarte
suelo nicaragüense
al tiempo que los bronces
de todas tus iglesias,
en devota oración,
rememoren alegres
el augusto misterio:
La Limpia Concepción
de la Virgen María.
Más la distancia cierta
solo permite ahora,
que vuele el pensamiento
a presenciar la fiesta
de pólvora que otrora,
llenaba de alegría
mi infantil fantasía.
¡Cómo te extraño ahora!
nicaragüense cielo!
En la noche sublime
de nuestra "Gritería"
en que ángeles y hombres
festejan a María.
¡Cómo te extraño ahora
nicaragüense cielo!
Cuando lejos de tí,
y sumergida en recuerdos
solo puedo decir:
Mientras yo aliente vida,
donde quiera que esté,
el 7 de diciembre
de leonesa raigambre
jamás olvidaré.

Emma Fonseca C.
(Caracas, Dic 1987)

Crédito Fotográfico: Uday Misra

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          C uando un nicaragüense emigra, además de su maleta, sus temores e ilusiones, lleva consigo todos sus recuerdos más queridos. ...