miércoles, diciembre 20, 2006
El rostro más querido de Nicaragua
jueves, octubre 19, 2006
A don Sinforofo le salio el diablo
La Noticia - 27 de agosto de 1946
A don Sinforoso Nata (Sevilla) le salió el diablo en una ocasión de la manera siguiente: una hermosa noche de verano en que había una espléndida luna, don Sinforoso había salido junto a sus amigos con guitarras, mandolina y violín para poner serenatas a las muchachas bonitas, cosa que hacían todas las noches porque eran aficionados a la música y unos terribles enamorados.
Una noche como a las dos o tres de la madrugada los parranderos se separaron por el barrio de El Rastro y tomaron el camino a sus casas, pero don Sinforoso, que vivía al otro extremo de la ciudad, tenía una larga travesía y al pasar por donde estaba la Casa del Águila, en la esquina opuesta reconoció una enorme piedra que arrastró hasta allí la corriente cenagosa del aluvión.
Vecina a esa piedra estaba una casa mediagua en cuya puerta reposaba sentada una hermosa mujer peinando sus largos cabellos negros. Al verla don Sinforoso, que era un empedernido tunante, se dirigió a ella y después de saludarla de manera romántica, comenzó a requerirla bajo la espléndida luz de la luna sin que le rechazara una sola palabra, ni los manoseos aplicados a la bella desconocida. Entonces don Sinforoso la invitó a dormir porque era muy noche. Ella pronto obedeció y se levantó del asiento, que metió dentro de la casa, diciéndole al Romeo que pasara adelante.
No terminaba aún de hablar cuando don Sinforoso había entrado y al abrir los brazos para abrazarla, la hermosa mujer se transformó en una enorme llamarada de fuego y de pronto desapareció. El tunante quedó impávido sin poder hablar. Haciendo las cruces salió corriendo y rezando las oraciones que se sabía. Al alcanzar las trescientas varas, desde la mediagua se oían grandes jajayos de mujer y resonaron en el silencio fuertes voces que decían: “Adiós Sinforoso Nata, que ni el diablo se te escapa,
Fragmento tomado de Cuentos de la Managua antigua, articulo de Francisco Gutierrez Barreto
END, 19 de octubre de 2006.
Foto: Skyscrapercity
martes, agosto 01, 2006
El espanto de la cañada
Varias veces, escuché que me silbaban o escuchaba como si me llamaran, pero nunca le tomé importancia, puesto que el humor de los campesinos nicaragüenses, es muy peculiar en ese sentido, les gusta asustar. En realidad tomé lo que me dijo la anciana como un cuento más de camino. Don Simón, me decía, al tomar la cañada de regreso, como a las 8 de la noche, que me pusiera la cotona al revés, para burlar los espantos. Tampoco nunca le hice caso, ya que tomaba eso como cuentos de camino, porque venía de la ciudad y no creía en eso.
Un día me quedé más de lo debido en casa de Don Simón, porque la conversación con él y su hermano estaba muy amena. Cuando me di cuenta eran las 11 de la noche, así que decidí tomar camino hacia la finca. Cuando monté en el caballo, Don simón me volvió a decir, que me pusiera la cotona al revés, y no le hice caso. Tomé camino hacia la finca. Como a un kilómetro de la casa de Don Simón, el caballo se paró en seco y no quería avanzar, hice varios intentos de quererlo hacer avanzar y fue imposible. Me recordé lo que me había dicho el señor Simón, de ponerme la cotona al revés, lo hice y le solté las riendas al caballo, que acto seguido salió a todo galope. Me aferré a la albarda lo más fuerte posible, yo pensé que el caballo se me había encapotado( así dicen los campesinos, cuando un caballo no quiere dejar de correr), esta vez si escuché las voces cerca de mí, me llamaban con mi nombre, me decían 'Heyy miraaá, Fernandooooooo' Escuché silbidos, hasta sentí que alguien me seguía, llegué a la finca, desmonté el caballo, me fui al albergue que nos habían dado, que era una cabaña, donde se guardaban las herramientas, albardas, y utensilios de la finca. Dejé el caballo, entré a la cabaña, miré mi cena que estaba servida como siempre, y mis otros dos compañeros, pues dormidos. Cuando acerqué el candil, para comer, no sé que me dio y volteé a ver mi cotona. Mi susto fue grande al ver que la cotona que me había puesto al revés, estaba normal. Tenía 13 años de edad, me dieron escalofríos, dejé la cena y me metí en mi hamaca, hasta el día siguiente.
Le comenté a Don Pedro que era el mandador, y la respuesta fue 'no jodás, no sos el primero.'"
La Taconuda
Según Ninoska Chacón, este espíritu maligno que bien podría ser protagonista de cualquier libro de terror, es un "remedo huesoso, hediondo y escalofriante de una mujer de quien se decía que 150 años atrás había muerto trágicamente a manos de un familiar y que desde entonces aterroriza a los cortadores de café". Por otro lado, Eduardo Manfut nos cuenta que La Taconuda "es una mujer de 7 pies de estatura, joven, pelo largo que le llega hasta la pantorrilla, delgada, zapatos de tacón altos y curvos, de cara seca, de ojos hondos labios pronunciados pintados y risueños, chalina negra, bustos respingados, vestido blanco con un fajín de plata y hebilla cuadrada grande y un cintillo dorado en el pelo...cuando pasaba dejaba un gran aroma de perfume y por eso la identificaban, pero no a todo hombre se llevaba."
Esta espantosa aparición con cuerpo de mujer, se aparece entre los cafetales nicaragüenses aprovechando las sombras de las noches frescas de esta región. No se sabe con exactitud como luce, lo único que es comentado con acierto, es el terror que provoca a quienes tienen el infortunio de ser los elegidos por ella. Tras escuchar su risa macabra entre los cafetales, algún hombre o capataz de alguna finca desaparece misteriosamente, y a la mañana siguiente amanece como atontado o dundo, mudo completamente, desnudo o peor aún, muerto con una mueca de terror clavada en su mirada perdida.
viernes, julio 28, 2006
Los niños de San Jacinto (update)
En el departamento de León, hay un lugar turístico llamado "Los hervideros de San Jacinto" donde las personas que visitan el área pueden caminar rodeando las fumarolas del Volcán Telica, contemplar el agua azufrosa que brota de las entrañas de la tierra y observar el hervor de los llamados "guacalitos", como los pequeños guías turísticos suelen llamar a los huecos burbujeantes que emanan en esta región.
Sin embargo, lo curioso de este singular lugar, es la presencia de esos pequeños guías, niños entre 7 y 16 años quienes le indican a uno por dónde caminar, en un territorio que parecen dominar a la perfección. Uno, temeroso de dar un mal paso, termina confiando en ellos, disfrutando del lugar mientras escucha cuentos y relatos de sus experiencias.
"'Váyase caminando por donde vea monte, ese nace ahí porque no hay agua hirviendo abajo, hágame caso porque aquí en cualquier momento se abre un huacalito, una señora gringa que vino dijo que la dejáramos sola y de repente se fue para atrás y cayó en uno de los huacalitos, el misterio de esto es que cuando alguien se va en ellos se cierra y se abre en otro lado', aseguran los niños para que los visitantes sigan sus instrucciones y los remuneren con una moneda al final del recorrido." (Haydeé Brenes Flores, END, sept. 13, 2004)
La historia es verídica, me aseguró nuevamente uno de estos muchachos ahora que fui a Nicaragua y visité el lugar. "No sólo la señora gringa desapareció, sino que también se quemó un geólogo por no hacer caso y pararse donde no debía", me alertó.
El grupo de niños no estaba esta vez que fui porque según me dijeron andaban en la escuela para aprender inglés y poder seguir contando historias interesantes a los turistas.
El muchacho que nos guió nos aseguró que ponerse barro en la piel ayuda a evitar manchas y es muy bueno. Para mi horror y sorpresa, se acercó a una fumarola sin importarle que andaba descalzo ¡y simplemente metió la mano para que probáramos el barro!
Después de leer el Estado Mundial de la Infancia 2006: Excluidos e invisibles de UNICEF, me acordé de estos niños y de una foto en especial que encontré unos meses atrás y que me llegó al alma. Quisiera compartirla aquí como un pequeño tributo a esos pequeños héroes de mi patria. Esos chavalitos que trabajan desde chiquitos para buscar el sustento diario, que se forjan como "todo un tayacán" como cantaría Carlos, y que son ejemplo vivo de pobreza y dignidad.
"La actividad volcánica de este sitio cerca de León en Nicaragua es sorprendente, pero mucho más sorprendente son los niños, que descalzos, te ayudan a visitarlos y a no caer en algunos de los sitios donde la tierra, literalmente, HIERVE." - José Cuerva
Agradezco la generosidad del señor José Cuerva que me ha permitido que publique la fotografía última de este post para este propósito.
El Señor de las Nubes
Many years ago, in the region of Jinotega, a boy named Mixtli was born. As he grew older, he showed no interest in the typical activities of his age. Instead, day after day, all he did was sit and watch Cerro Chirinagua, obsessed with the pretentious idea of wanting to speak with the gods and see what they looked like.
But the gods did not like the idea of a mere mortal wanting to speak with them, and they decided to punish him. His young skin wrinkled in an instant, his once black hair turned silver, and by the end of the day, the boy had become a stone giant. Since then, Mixtli, the Lord of the Clouds, still stands there, now covered by the lush forest, eternally gazing at the sky and forever guarding the mists of Jinotega and the rains that bless and beautify this region. To read other legends in English
miércoles, julio 26, 2006
La historia de Aquel Almendro...
Ahora que estuve en Nicaragua, cayó en mis manos la historia detrás de la canción, anécdota que me pareció bonita compartir en el blog para los que "no sabíamos el cuento" porque después de todo, ¿a quién no se le viene de golpe toda su infancia cuando siente algún aroma o disfruta aquel sabor familiar?
...Hubo un día en que su primita María Lourdes Paguaga, el nombre verdadero de la María Inés de la canción, quería almendras.
- Te voy a dar las almendras pero si me das un beso - propuso Carlos Mejía, y se fue raudo al árbol, bajó las almendras y se las entregó. Pero en lugar de darle un beso, la primita salió corriendo adonde su papá y le puso la queja de que Carlitos quería darle un beso a cambio de almendras.
- Venga para acá jovencito- le dijeron ¿con que usted anda molestando a mi hija?
El escarmiento fue tenaz. Los días pasaron. Las almendras maduraron. Los niños crecieron. María Lourdes se casó a los 17 años, Carlos Mejía enrumbó su vida de cantor, y un día, durante una fiesta familiar cantó la canción y develó el secreto de quién era la musa de El almendro de 'onde la Tere, aunque ya casi toda la familia lo sabía.
...Ahora en las fiestas familiares, cuando Carlos Mejía toca la canción, siempre la dedica con cariño a doña María Lourdes y su esposo, don Luis Peralta, e incluso don Luis pide que la cante.
Y antes de empezar a tocarla, Carlos Mejía no deja de bromear con su prima recordándole: 'Todavía me estás debiendo el beso de las almendras."
Fragmento de "El Beso de las almendras" por Eduardo Marenco Tercero. La Prensa Magazine, 9 de mayo del 2004.
El fantasma de El Gobiado
Según cuenta la gente, el Gobiado o el Príncipe del Gobiado como le nombran algunos, hizo pacto con el diablo hace mucho tiempo, cuando estaba en vida y ahora, cada año, su deber es buscar recién nacidos para entregarlos en sacrificio. Se oye bajar a todo galope, luciendo su capa negra. Aterroriza a su paso animales, mujeres y peones que dominados por sus temores y los cuentos que han escuchado desde pequeños, buscan refugio tras la puerta cerrada de sus casas a obscuras. Cada año se escucha que el jinete baja hasta llegar a una finca donde entra al salón principal de la solitaria propiedad para reunirse con el demonio que lo espera en forma de serpiente. Después de cierto ritual salen de la casa y la serpiente se convierte en una enorme cerda que empezará a dar vueltas hasta abrir un hoyo en la tierra que la hunde completamente. El Gobiado entra al agujero donde quedará sumergido hasta la mitad y después depositará a las criaturas que ha robado y que seguramente sus padres no han tenido tiempo de bautizar. Su misión ha sido cumplida, su vida perpetuada.
Foto: Montañas de Jinotega/Intur
martes, julio 11, 2006
La chancha bruja de Mateare
Don Juan José Velásquez es un humilde campesino de 88 años, de los cuales los últimos 15 los ha vivido en este pueblo. Todos los días sale al monte a buscar arbustos para hacer escobas de barrer patios, las que vende a tres córdobas por unidad.
En todo Mateare lo conocen y por cariño le dicen “Chaleco”. Dice que por dormir en hamaca ha quedado encorvado y que por usar caites a veces se espina los pies y tiene miedo que alguna vez lo pique una cascabel, porque aunque él sabe que el “secreto” contra una picadura de serpiente es “morderla” para que se reviente, “pero yo sin dientes, estoy servido” dice en tono de broma.
Don Juan cuenta que en una ocasión, cuando iba por la hacienda Santa Elena, al pasar por la Ceiba Bruja le salió una chancha grande en el camino y al verla, él clavó la mirada en los brillantes ojos del animal, al tiempo que le clavó las espuelas al asustado caballo, pero la chancha, quién sabe de dónde cogió tanta agilidad, que cuando don Juan quiso ver dónde la había dejado, se pegó el gran susto al verla correr a la par de su bestia, que como alma que lleva el diablo, siguió corriendo hasta llegar exhaustos al caserío, cuadrúpedo y jinete, no así la chancha, que misteriosamente desapareció en la oscuridad de la noche.
miércoles, junio 28, 2006
Los duendes del potrero
"Bueno, me dijo una señora muy buena que es mi madre, que cuando ella era una niña, vivía en un área rural de Nicaragua en el norte centro del país donde había mucha pobreza. Cuenta mi mamá que un día venían de otra finca lejos de la finca en donde vivía mi abuela con todos sus hijos. Normalmente, el viaje en mula tardaba 3 horas para llegar a la casa de mi abuela, pero al salir de esta finca llagaron más familiares y la entretuvieron casi dos horas, así que llegaron a las nueve de la noche. Pero en algún lugar del camino todos escucharon la risa de muchos niños. A mi abuela la acompañaban 4 de sus hijos, dos niñas y dos varones y a lo claro de la luna, en un potrero, vieron un grupo de niños o lo que parecía ser un grupo de niños vestidos todos de rojo. Mi mamá pensó que eran unos amiguitos suyos de una finca vecina, ya que estaban a punto de llegar a la finca de mi abuela. Bueno, mi abuela hizo como que no le dio importancia al evento, pero los niños empezaron a preguntarle 'abuelita no podemos ir a jugar con la Felipa que está allá jugando en el potrero?'
Bueno, ese evento pasó hace cuarenta años y en la actualidad he conocido a una familia que su hijo fue secuestrado por los duendes, y que después de seis días apareció, pero su mente ya no era la misma. En la actualidad uno ve a este joven y cree que nació con el Síndrome de Down, pero la verdad es que nació perfectamente sano. También en la actualidad dice un señor que habita en el mismo lugar que a eso de las 3:00 de la tarde en un camino de tierra vio a un niño vestido de celeste que imprudentemente cruzó el camino. Tanto fue así que el señor en su jeep frenó bruscamente y vio que este niño tenía las orejas punteadas. Trató de seguirlo hacia un túnel que estaba debajo del camino de tierra para saber si no lo había golpeado. El señor siguió al niño que entró hacia el túnel, salió al otro extremo, pero no encontró a nadie. Aún en la actualidad Don Roger, que así se llama el señor, no se explica que pasó con aquel niño que vestía de celeste.
Y mi mamá dice que después de aquel evento, preguntó a sus amiguitos que hacían en aquel potrero tan noche y que bonito el vestido rojo que les habían comprado y ellos contestaron que nunca saldrían a un potrero a esas horas de la noche porque les daba MIEDO que les aparecieran los duendes, y creo yo, que en la pobreza que vivían no podrían comprarle vestidos rojos a todos los hijos."
viernes, junio 16, 2006
Hay que bautizar al niño... ¡si no se lo lleva el duende!
Milagros Palma comenta en Senderos Míticos de Nicaragua algunas de estas creencias:
"En Monimbó se dice que nunca hay que dejar a un niño solo, porque los duendes se lo llevan a la montaña para volverlos como ellos si no ha sido bautizados. En muchos lugares se oye decir que los duendes pierden en las montañas a los niños sin bautizar...Sólo los pequeños y los mudos ven a esos espíritus y entonces lloran de una manera extraña.
En Chontales, entre las fincas ganaderas los campesinos le temen mucho a los duendes. De aquella región es Bricelda que pasó toda su infancia en uno de esos grandes dominios. Ella conoce anécdotas de verdaderos encuentros que su papá y su madrina tuvieron con los duendes. Estas son sus propias palabras: 'Cuando yo estaba tierna mi abuelita me cuidaba porque decían que a los niños sin bautizar se los llevaban los duendes. Ellos se los sacaban de su propia casa al menor descuido de la mamá'." (Tomado de Los Duendes, Editorial Nueva América, Bogotá, 1987)
domingo, junio 11, 2006
La casa de piedras de los duendes de Yalagüina
Aquí un reportaje que le hiciera Martha Marina Gonzalez a doña Modesta Blandón, una anciana conocedora de esta leyenda:
"Ésta (cueva) se ubica en medio de unos matorrales, a unos cinco kilómetros al suroeste de Yalagüina, en el sector de El Rodeo. Según doña Modesta Ramona Blandón López, una anciana de 87 años, en la casa de los duendes hay trazos de un cerco de piedras, el cual era un corral donde se ordeñaban las vacas.
Dice que el duende salía de la casa de piedras y esperaba en la quebrada a Juanita Vindell, quien llegaba a lavar el maíz nisquezado, la cargaba de flores y luego se iba a tocar la guitarra en el 'cucurucho' de la casa de piedras.
Cuando todavía podía caminar, doña Modesta Blandón visitó la casa de los duendes y, al llegar al lugar sintió algo extraño, un escalofrío recorrió su cuerpo al observar las vigas de piedras y la cueva donde éstos vivían. 'Ellos se aterraron durante un diluvio y ahora suenan los tambores', cuenta.
Ella cree que los espíritus de los duendes siguen penando y que tienen pendiente alguna promesa echa a la Virgen. Ahora no les queda más que sonar los tambores en señal de alabanza, mientras don Horacio Aguirre, otro anciano del pueblo, afirma que el duende se fue a Honduras.
Las nuevas generaciones de Yalagüina poco o nada saben de la leyenda, pero don Horacio Aguirre, un conocedor de la historia de su pueblo, confirma que ahí está la cueva de piedras, la cual tiene unos ocho metros de profundidad. Al fondo no se puede pasar, porque es angosta. 'Dicen que hay una canasta de flores que era para la Virgen de Santa Ana, la patrona del municipio y hay una espada de oro', asegura don Horacio." (La Prensa, 28 de septiembre, 2003)
viernes, junio 09, 2006
El pequeño doctorcito
martes, junio 06, 2006
El burro en la piedra de Cuapa
Foto: El monolito de Cuapa. Esta y otras fotos de Nicaragua pueden ser vistas en USLatino
lunes, junio 05, 2006
Los niños que no entraron al cielo
Fragmento tomado "De cuando sentí que Dios se había muerto", memorias y vivencias escritas por Julio César Sandoval/ El Nuevo Diario, 9 de julio de 2000.
Foto: Atardecer Violaceo, óleo sobre tela de Mauricio Rizo, pintor nacido en Jinotega, Nicaragua.
sábado, junio 03, 2006
Las travesuras de los duendes de Chontales
Cuenta Bricelda que "en una finca que se llamaba 'La Garita', allá en Chontales, que era de mi bisabuela, había una casa bien grande y cuando se estaban echando las tortillas a mediodía se oía que los duendes llegaban a voltearlas mientras estaban en el comal.
Cuando había visita platicando en la sala, dejaban caer piedras en el mero centro de la pieza, pero no golpeaban a nadie, solo caían las piedras y la gente asustada se ponía a rezar.
...Ahí mismo en Chontales hay una piedra que se llama El Pedernal. Y al lado se encuentra otra más grande, la Piedra del Toro. Allí los duendes subieron un toro para hacer la maldad, porque así son ellos. Les gusta hacer maldad. El toro no se pudo bajar y se murió. Allí quedó pintado en esa piedra."
Fragmento tomado de "Los duendes", en Milagros Palma: Senderos míticos de Nicaragua. Editorial Nueva América, Bogotá, 1987.
viernes, junio 02, 2006
Los famosos duendes de Boaco
"Los duendes eran unos muchachitos así, pequeñitos, de cotoncita y gorrita roja" se apresura a contar don Toñito García quien vive en Santa Lucía, municipio de Boaco. "Son muy traviesos, le tiraban piedras a uno, le tiraban agua en la cara, pero un día desaparecieron... Creo que se fueron para otro lugar. Una vez los vi desde dentro de la casa. Estaban los dos en este portón. Para mí que eran como chavalitos con caras de viejitos y parecían hambrientos. Cuando me vieron salieron por ahí enfrente y se fueron. Otros de por aquí también los vieron, dicen que eran enamorados de las chavalas, pero eran muy celosos, y cuando ellas se ponían a jalar ellos se iban. No volvían. El gusto de ellos era volar piedras. A veces eran mañosos, pero si robaban eran cosas pequeñas, porque por ejemplo un chancho era un animal muy pesado y no se lo llevaban, pero sí, como le digo, las gallinas, los huevos y otros alimentos."
Afirma otro lugareño, don José Urbina: “En las cuevas existen los duendes, han sido vistos en esos lugares, salen a las casas vecinas a molestar, si encuentran algo de comida en los cocineros se la comen, y dejan los pequeños pies pintados en la ceniza, además, si en la casa hay alguna chavala llegan a tirar piedrecitas sobre el techo, son bien enamorados.... para que los espíritus burlones se vayan de las casas, se les toca música con violín; ese es el secreto."
Historia de Don Toñito García: Fragmento de "De las ceguas y duendes que se vieron en Santa Lucía" La Prensa, 21 de julio, 2002, Fulvio Espinoza García.
Historia de Don José Urbina: Fragmento de "En Santa Lucía los encantos de la belleza 'suiza'" La Prensa, 13 de julio, 2003, Auxiliadora Martinez.
jueves, junio 01, 2006
La maldición del duende y la Iglesia San Sebastián
"Resulta ser que existe una Iglesia en León que por nombre lleva San Sebastián. Esta Iglesia está situada costado norte de donde fue la Cárcel La 21, hoy en día es el Museo de Leyendas. Lo que queda de la Iglesia hoy en día es solo ruinas, ya que debido a la guerra surgida en el 79, no se ha vuelto a restaurar...Hace muchos años se comenta que en la localidad de la que hoy en día son ruinas de la Iglesia, era la casa de unas señoras bien distinguidas e importantes que formaban la sociedad de León. Estas señoras llamadas niñas viejas solían dar su paseo rutinario bajo del sol todas las tardes, se sentaban al pie de un pozo, el cual tenían en el inmenso patio, a tejer, a bordar y a realizar un sin número de artes manuales...En uno de esos tantos días rutinarios, se le apareció a una de ellas, a orillas del pozo, un hombrecito pequeño, de muy baja estatura. La llenó de flores, de versos y se arrodilló a sus pies, proponiéndole matrimonio. Al ver semejante figura, la niña vieja salió despavorida del lugar. No sin antes de llenar al personaje de insultos y palabras obscenas, palabras hirientes que le dolieron al hombrecito de baja estatura.
sábado, mayo 27, 2006
La costumbre de hacerse cegua (o segua)
viernes, mayo 19, 2006
La Llorona
En general la historia se trata de una indita que se enamora de un blanco a pesar de las advertencias de su madre. Queda embarazada, tiene un niño, pero cuando le ruega al blanco que la lleve con él, este se embarca dejándola desesperada y llena de dolor. Furiosa arremete contra la criatura:
Entonces se fue al río y votó al muchachito y ¡pam! se oyó cuando cayó al agua. Al instante se oyó una voz que decía:
-¡Ay madre!¡ay madre!¡ay madre!...
La muchacha al escuchar esa voz se arrepintió de lo que había hecho y se metió al agua queriendo agarrar al muchachito pero entre más se metía siguiéndolo, más lo arrastraba la corriente y se lo llevaba lejos oyéndose siempre el mismo lamento: ¡Ay madre!¡ay madre!¡ay madre!
La muchacha afligida y trastornada con la voz, enloqueció. Así anduvo dando gritos, por eso le encajaron la Llorona. Ahora las madres para contentar a los chavalitos que lloran por pura malacrianza, les dicen:
-Ahí viene la Llorona... "
(Selección de Leyendas Nicaragüenses, p. 68)
jueves, mayo 18, 2006
La mona enamorada
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jueves, mayo 11, 2006
Los coyotes y el cadejo de el Riguero
Las mujeres que habitaban el barrio Riguero sentían más temor de las manadas de coyotes que todas las noches pasaban por la calle principal hacia lo que hoy es el barrio Campo Bruce, en ese tiempo un lugar montoso, con puros charrales de papaturros que daban formas a las supuestas apariciones que los hombres
aseguraban se veían por el lugar.
endemoniados seguía por los polvorientos caminos a los que salían por las noches y les eran infieles a sus esposas, se alejaba de ellos hasta que le pedían perdón e intercesión a la Virgen María que les enviaba al cadejo blanco para cuidarlos"comentaron los vecinos.
Fragmento tomado de Los dias del coyote y la mona enamorada - END,
2 de septiembre de 2002
martes, mayo 02, 2006
La Negra Camila
Según los escritos de Edgar Escobar Barba, "en vida ella tuvo su jardín de flores a donde llegaban las muchachas y los muchachos a buscar consuelo en asuntos del amor y que ella les proporcionaba, rematando con alguna flor, y por eso la gente envidiosa empezó a decir que era bruja porque funcionaban sus consejos. Su éxito se lo achacaron a algún pacto con el Uñudo, mientras otras mujeres recurrían por las noches con la Negra Camila para saber de chismes y exagerarlos y solicitar pociones o alimañas para perjudicar a los semejantes que les iba bien en la vida."
De acuerdo con la versión de esta leyenda en Manfut.org, ella solía vestirse de negro hasta el ojo del pie con un delantal en la cintura. Agrega además un dato interesante: "En un rincón de su casa mantenía un "NAGUAL" (que consiste en una hoya, con un garrobo en su interior o podría ser cualquier otro animal). Cuando salía a la calle, llevaba consigo el nagual envuelto en un motete de trapos, para ella el nagual era un amuleto de buena suerte, siempre que andaba en la calle tarareaba una melodía, parecida a la del son del toro (como el del tambor), porombopombo, porombopombo, porombopombo... "
martes, abril 25, 2006
El Barco Negro
Cuando los de la lancha bajaron a tierra sólo ayes oyeron. Las dos familias que vivían en la isla, desde los viejos hasta las criaturas, se estaban muriendo envenenadas. Se habían comido una res muerta picada de toboba.
¡Llévennos a Granada!- les dijeron. Y el capitán preguntó:
¿Quién paga el viaje?
No tenemos centavos, dijeron los envenenados, pagaremos con leña, pagaremos con plátanos.
¿Quién cortará la leña? ¿Quién cortará los plátanos? dijeron los marineros.
Llevo un viaje de chanchos a Los Chiles y si me entretengo se me mueren sofocados, dijo el capitán.
Pero nosotros somos gentes, dijeron los moribundos.
También nosotros, —contestaron los lancheros—. Con esto nos ganamos la vida.
¡Por Diosito! —gritó entonces el más viejo de la isla— ¿No ven que si nos dejan nos dan la muerte?
¡A cómo se les cerró el corazón se les cierre el lago!
La lancha se fue. Cogió altura buscando San Carlos y desde entonces perdió tierra. Eso cuentan. Ya no vieron nunca tierra. Ni los cerros ven, ni las estrellas. Tienen años, dicen que tiene siglos de andar perdidos. Ya el barco está negro, ya tiene las velas podridas y las jarcias rotas. Mucha gente del lago los ha visto. Se topan en las aguas altas con el barco negro, y los marinos barbudos y andrajosos les gritan:
¿Dónde queda San Jorge?¿Dónde queda Granada?
... Pero el viento se los lleva y no ven tierra. Están malditos.
(Contado por una mujer de Zapatera a Pablo Antonio Cuadra, 1930)
jueves, abril 20, 2006
Los bultos o aparecidos
He escuchado algunas versiones diferentes de lo que sucede a los hombres que se tropiezan con el temido bulto. Unos dicen que mueren de susto, otros dicen que quedan dundos o tontos. Enrique Peña Hernández en su libro Folklore de Nicaragua sugiere lo que el hombre “que viene preparado” debe hacer:
"El indio repuesto de la primera impresión, echa mano a su cutacha de cruz; y, si lleva prisa, avanza rápidamente y la pasa metiendo de punta en la cabeza inconsistente del muerto, incontinenti desaparece éste, como por ensalmo; y se oye el ruido de un mosquero alborotado.
Si el tunante no lleva prisa, se acerca despacio al bulto acostado, le clava la cutacha en la cabeza y comienza de inmediato a rezar sus oraciones que, aunque las lleva en el bolsillo, se las sabe de memoria. A medida que va rezando, el bulto vaporoso va tomando consistencia y solidez, hasta quedar convertido en un ser humano hecho y derecho, varón, lleno de vida."
Al hacerse esto, se dice que se efectuó la cogida del muerto. Sin embargo, a los días este ex-muerto se va llenando de tristeza, hasta que finalmente muere de veras, y entonces se dice que murió de pena.
Por eso se sugiere a los tunantes que anden preparados en las noches. Tienen que llevar sus oraciones, y sus cutachas listas, porque si no son vivos, el muerto los puede dejar como jugados de cegua.
martes, abril 18, 2006
La Leyenda de la Carretanagua (Nahua, Nahualt)
Otras versiones:
sábado, abril 01, 2006
¿Alguna vez viste al cadejo?
Son muchos los nicas que aseguran haber tropezado con el temido Cadejo. Según la versión popular, son dos Cadejos los que deambulan por las calles solitarias de mi tierra. El Cadejo tiene forma de perro, grande, con temibles garras y un sonido especial al caminar. Aparecen al anochecer, y desaparecen cuando los primeros rayos del sol alumbran un nuevo día. El Cadejo Blanco, es guía y protector del hombre que deambula a altas horas de la noche, mientras que el Cadejo Negro es un espíritu maligno. Este último es temible, ya que su aspecto provoca terror con sus ojos que parecen emanar fuego. Del blanco se dice que protege al hombre en contra del negro, quien es su enemigo por naturaleza.
No me extrañaría que alguien que esté leyendo mi historia, haya pasado una experiencia similar. Seguramente que sí.
(Historia escuchada en mi niñez - Julio, 2005)
La imagen es tomada del sitio web de E. Manfut , que me parece que ha hecho un trabajo excelente coleccionando artículos sobre Nicaragua.
martes, marzo 28, 2006
El espíritu del tesoro enterrado de Sutiava
Según la historia, la leyenda del "punche (cangrejo) de oro" como es popularmente conocida, nace después que los conquistadores ahorcaran al Cacique Adiac en un gran árbol de Tamarindo que aún se preserva, mudo testigo de los tiempos. Se comenta entre los leoneses que el cacique está encantado y que en la ciudad existe un gran tesoro enterrado. El día que alguien logre capturar al punche, se romperá por fin el encanto y la persona que lo atrape será dueño de todo ese tesoro.
Se dice que esta leyenda fue creada por los Subtiava para preservar su propia identidad que es su mayor tesoro, representándose ellos mismos con las cualidades de este rebelde y astuto animal que no se deja atrapar por nuevas y diferentes culturas.
Foto: "Santo entierro de Sutiava" aceite en canvas, Santiago Crispín, León, Nic.
viernes, marzo 17, 2006
Cuentos del Cerro de Oro
Cuenta la tradición que allí estaba Adiact, el último cacique indígena, cuando fue apresado por los españoles y asesinado. Bueno, pues por allí pasaba don Hilario una mañana del mes de Noviembre con su carreta cargada de leña cuando faaa..., se le zafó una rueda:
- "Hombre, carajo... ¿cómo hago ahora? ¡Yo no apeo esa leña...! ¡Ah, ya sé, vaya buscar una pluma! Con un ganchito ahí, la palanqueo, la levanto y le meto la rueda". Don Hilario se metió al monte y cuando venía ya con el gancho... : - "Eh... ¿y esa chavala linda? ¡Linnnda la muchacha! De un color bonito y toda vestida de blanco, todo, todo, zapatos y todo.
No más verme me dice: - ¿Ya tiene el ganchito? - ¡Vaaa!, le digo yo. Pero ya la rueda está metida, me dice Hombre... era cierto... ¡Y yo soliiito... ¡ - Hágale la clavija, me dice. Entonces pa, pa, pa yo le hago la clavija y ella me dice:
¿Me va a llevar en su carreta? Si, le digo yo. Se monta en la parte de atrás y yo adelante para ir viendo. En una de esas, cuando la busco, ya no la miré. ¡AAAh... saber! ¡No se crea entonces había cosas...!
- ¡Pues eso que te pasó a vos no es nada comparado con lo que le pasó a un tio mío, por aquel lugar! Le respondio Don Salvador Maradiaga a Don Hilario. Yo no sé si sería cuento o sería real, pero esto me platicó mi tío. Andaba el hombre un día tirando por aquel mismo Cerro de Oro, cuando pasa, tira un venado. Como lo maltiró, va siguiendo la huella de la sangre. Entonces, cuando él endereza la cabeza al tanto de caminar, mira el gran corral de piedra ¡y el poooco de venados que parecía ganado!
En eso estaba cuando se le aparece un hombrecito con un sombrero enorme: ¿Qué es lo que busca, le dice. Un mi venadito que tiré... ¡VOS sos el que está terminando con mis animales!, le dice. ¡Alli está, vaya sáquelo, pero no me vuelva otra vez por aquí, porque me está terminando los animales!
Dice mi tío que como que agarró y como que no agarró aquel animal y salió tirado... ¡No volvió nunca a cazar!
domingo, marzo 12, 2006
Los Zahoríes
Blog de Martha Isabel Arana - ¡Bienvenidos!
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