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Matrícula de primer grado

Por Alcides Rojas Chavarría (n. en Managua, 1966) Imagino que todos recordarán el día de su matrícula escolar para el primer grado de la escuela primaria. Mi hija mayor Daira Marcela, mi segundo hijo David Alcides y mi hija Natalia Giselle han ido a su primer día de clases en el nivel Maternal de Kindergarten a sus dos añitos de edad. Por mi parte, asistí a la escuela primaria formal con siete años ya cumplidos en febrero de 1973 - quizás porque haber sido el ‘cumiche’-, como se dice ‘entre tarde’ a la escuela y directo al primer grado. Pues bien, después del terremoto del 23 de diciembre de 1972 que destruyó la ciudad de Managua, mi abuelita Yeyita nos llevó a su casita en la comarca “Valle de Las Mayorgas”, a ocho kilómetros de Chichigalpa en el departamento de Chinandega. Con el tiempo, mi abuelita materna se enfermó y mi Mamá acordó con mi Papá que se quedaría cuidándola. Yo feliz de vivir ‘en el monte’ viendo gallinas, chanchos, caballos, vacas, carretas de bueyes ca

Nagarote: apuntes sobre un municipio azul

Por Luis José Castro Jerez Dicen que Nagarote nació del romance entre el Genízaro y el Xolotlán durante una noche estrellada…. Otros dicen que Nagarote es el resultado de una noche de amor entre el Genízaro y la Luna allá en las playas de Miramar… Bueno, como quiera que sea, los nagaroteños somos descendientes directos del Genízaro y hermanos de las estrellas y del agua, ya sea que provenga ésta de un mar de agua dulce o de un mar de agua salada… Quizás por eso será que a los nagaroteños nos gusta viajar y cruzar océanos y lanzar siempre flechas a la Luna sin temor al fracaso. Como quiera que sea, apuntamos bien alto, hacia el cielo o a la Luna, nuestra madre…. Si fallamos el tiro, no importa: igual, aterrizamos sobre las estrellas, nuestras hermanas. Y, como hijos del histórico Genízaro, echamos profundas raíces en nuestro suelo natal y, no importa el lugar o país donde nos encontremos, el amor a nuestro Nagarote se mantiene siempre vivo en nuestros corazones a p

Memorias de una muchacha bonita

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Escrito por Martha Isabel Arana Orlando, Florida 2005      Cuentan que hace años, un muchacho de Managua fue invitado a una boda en la antigua Ciudad Universitaria. Llegado el día, aunque estaba nublado y los ánimos lo invitaban a quedarse en casa, Ernesto, el joven de la historia, no quería perderse el esperado acontecimiento porque quien se casaba era uno de sus amigos más queridos. Pensando que valía la pena el viaje y tomando en cuenta que León no está muy lejos de la capital, decidió salir temprano para llegar a tiempo y no sufrir ningún atraso. Cuando llegó a la zona donde el Lago Xolotlán comienza a coquetear mostrando su azul a las personas que transitan la Carretera Vieja a León, comenzó una lluvia fuerte a caer sin clemencia, desbordándose el cielo y provocando uno de esos aguaceros tropicales que parecieran no van a parar jamás. No había dejado  atrás el recuerdo del lago, ni el olor a tierra mojada había abandonado su mente, cuando de pronto divisó a un lado de l

30 años después

E scrito por Martha Isabel Arana Orlando, Florida 2007      ¡Dicen en la pulpería que ya los muchachos se tomaron el comando! – comentó mi madre de prisa mientras se subía al carro. ¡Vámonos del centro! ¡Vámonos de aquí…! – En ese mismo momento un soldado de la Guardia Nacional abría fuego violentamente en una esquina, vaciando su ametralladora en la historia de mi pueblo. En la confusión solamente escuché el grito desesperado de mi padre que nos decía ¡agáchense que nos mata! Sin embargo, siendo una niña, la curiosidad y el miedo me dejaron clavada en el asiento trasero del carro, viendo, escuchando, grabando en la memoria como milagrosamente nos salvábamos aquel día de aquellos disparos al azar que no llegaron a alcanzarnos.      El año pasado y treinta después, camino cerca de aquella misma esquina donde un guardia disparara, para visitar el Museo de Mitos y Leyendas de León. En vez del soldado de mi historia, la estatua de un guerrillero me s

Escucha Nicaragua

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Uno no escoge el país donde nace; pero ama el país donde ha nacido. Uno no escoge el tiempo para venir al mundo; pero debe dejar huella de su tiempo. Nadie puede evadir su responsabilidad. Nadie puede taparse los ojos, los oídos, enmudecer y cortarse las manos. Todos tenemos un deber de amor que cumplir una historia que nacer una meta que alcanzar. No escogimos el momento para venir al mundo: Ahora podemos hacer el mundo en que nacerá y crecerá la semilla que trajimos con nosotros. Uno no escoge - Gioconda Belli  Foto cortesía de José Rafael Burgos C./Moralimpia.net

Sabor a Nicaragua

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Nicaragua sabe a nacatamal, huele a sacuanjoche y suena a marimba. Nicaragua tiene sabor a agua de coco, a tierra mojada y a carnita asada de la esquina. En la mañana, gallopinto con tortilla y una taza de café con leche y en la noche a atol con güirila. Es un buen pedazo de queso ahumado con tortilla, es una taza de leche agria de donde los Narváez. Nicaragua tiene sabor a jocote tronador, a pelusita de tamarindo, a guayaba madura, a cajeta de leche de Diriomo, a raspado Loly que cuando metemos el dedo para que el hielo nade mejor en el sirope nos queda manchado y no podemos negar que comimos raspado. Para el hambre que quema las tripas, no basta con una carne en baho, se requiere una orden de carne asada, maduro frito con queso y un buen vaso de chicha, quién sabe si un vigorón también. Nicaragua es el peso de las flores que adorna la cabeza de la monimboseña, el zensontle que cruza los montes, el guardabarranco sob

Recuerdos

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Escribo sin prisa cuando pienso en vos contando palabras tentando los versos como si invocarte me llenara de infinito del silencio suave que duerme en las letras y de la risa fresca que habita en tus besos. Escribo con prisa cuando pienso en vos como presintiendo que el tiempo se apaga que fluyan las ganas como hojas al viento que brillen, que canten y formen incendios deseando en silencio la noche que embriaga. Escribo la vida Cuando pienso en vos violento aguacero de aguas tranquilas que guarda celoso etapas vividas de estrofas que esconden en su fuero candente la lava que arde en tus mansas pupilas. Martha Isabel Arana  Orlando, Florida Abril, 2010