sábado, noviembre 20, 2010

Rafaela Herrera vence a uno de los mejores ejércitos del mundo


    "Al hablar de la Fortaleza de la Inmaculada Concepción, es inevitable el tener que referirse a la joven Rafaela Herrera y Sotomayor, concentrándonos, sin duda alguna, ante uno de los personajes más bellos y hermosos de la historia de Nicaragua y de América en general. (...) Nicaragua era uno de los principales objetivos de los ingleses, porque presentaba facilidades para la comunicación interoceánica, por lo que el Gobernador Inglés de Jamaica William Henry Lyttelton, recibió instrucciones de preparar una invasión de Nicaragua por el Río San Juan, con un ejército de tres mil hombres y más de cincuenta embarcaciones.  Amenazaba El Castillo de la Concepción, precisamente cuando el castellano de la fortaleza estaba gravemente enfermo.  En el lecho de muerte, Rafaela, altiva y decidida, jura solemnemente a su padre defender la fortaleza, aún a costa de su vida".



     A las tres de la tarde del día 29.VII.1762 se "reconoció en toda la campaña, río arriba y río abajo, puesto en cordón, el enemigo.  Rafaela subió al Caballero, cargó el cañón e hizo fuego a los enemigos.  Quiso Dios que fuese con tanto acierto, que al tercer cañonazo que dirigió a la tienda del Comandante inglés, quedase muerto y toda su gente en confusión.  Enfurecidos por la muerte de su jefe, los ingleses izaron siete banderas y emprendieron con saña el ataque al Castillo, continuándolo toda la noche, pero ya la guarnición, entusiasmada por el heroísmo de la niña, le opuso enérgica y valerosa resistencia."

    "Una circunstancia bien sencilla causó no poco temor a los ingleses. Viendo la intrépida joven Herrera que la oscuridad de la noche impedía distinguir las posiciones de los enemigos, hizo empapar unas sábanas de alcohol y, después de colocarlas sobre unas ramas secas, dio orden de inflamarlas y echarlas al río.  A su vista, los ingleses creyeron que se trataba del tradicional "fuego griego", no pudiéndose explicar cómo podían sobrenadar sin apagarse aquellas masas de fuego y cómo la corriente las arrastraba hacia ellos, se llenaron de pánico y huyeron, suspendiendo el ataque durente aquella noche. (...) Se retiraron dejando muchos muertos, varias embarcaciones perdidas, algunas útiles y sobre todo, el triunfo de una mujer.   No pocos piadosos lo atribuyeron a la poderosa protección de Nuestra Señora de la Pura y Limpia Inmaculada Concepción de la Concha, añadiendo que esta maravilla fue presagio el misterioso pasaje del gorrioncito del día anterior"...  (A las 5 de la tarde del día anterior, un gorrión había entrado volando a la Capilla de la Fortaleza y se mantuvo cantando y aleteando delante de la Santísima Imagen de Nuestra Señora por un corto período de tiempo).

Fragmentos tomados del folleto "Fortaleza de la Inmaculada Concepción de María" - Marena (Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales). Texto cortesía de Carlos Viscasillas de la Academia Nicaragüense de Ciencias Genealógicas.



Fotos: A trip to El Castillo on Rio San Juan
Fotos y folleto provistos por Heliodoro y Conchita Arana.


jueves, noviembre 18, 2010

Los zipes

        Otro personaje conocido por los campesinos de nuestra tierra es el travieso zipe. Estos curiosos enanitos tienen la característica de tener los pies volteados, ser barrigoncitos y enamorados, empedernidos de las muchachas y las mujeres hermosas de las comarcas. Dicen que circundan las milpas buscando como acercarse a éstas para robárselas y dejarlas perdidas en la selva después de haber logrado su propósito.

    Comentan algunas mujeres campesinas que los zipes también se roban a los recién nacidos sin bautizar, y se los llevan para perderlos en los caminos o hacer travesuras con ellos, como cuenta Wilfredo Alvarez, en su interesante historia del origen de la Loma del Zipe en Chinandega. Dicen que los hombres gustan atrapar estos enanitos porque una vez lo consiguen, pueden hacerlos trabajar a su voluntad, para que se encarguen de los trabajos más pesados y así poder ellos descansar. Pero atrapar un zipe no es tarea fácil, comentan los que lo han tratado. Son bien mañosos y bandidos. Además, una vez sirviendo al nuevo amo, éste tiene que ponerse vivo y con los "ojos al Cristo" porque si se descuida, en cualquier momento el zipe le puede robar a la mujer.






    Another character known to the farmers of our land is the mischievous zipe (zee-pay). These curious dwarfs have the characteristic of having their feet sideways, being pot-bellied and crazy lovers of girls and beautiful women from the villages.  People say that zipes surround cornfiels plotting ways to steal women and then leave them stranded in  the jungle after having achieved their purpose.

    Rural women also claim that zipes steal unbaptized babies, and lose them on purpose as Wilfredo Alvarez mentioned in his interesting story of the origin of Loma del zipe en Chinandega (link in Spanish).  People say that men like to trap these dwarfs because once the do, they can force them to do labor while they rest.  However, catching zipes is not as easy as it sounds.  According to previous men who have tried to catch them, zipes are very sly and deceptive.  Once they are under the service of a new captor, one must be very observant because if the zipe is neglected, he will disappear along with the captor's wife.

viernes, noviembre 12, 2010

Leyenda del Cadejo (Somoto)


Las personas mayores, como nuestros abuelos o tíos, son un cofre de sabiduría. Guardan tantos secretos como leyendas en su corazón.

Yo quiero dar a conocer  tantas historias bonitas que todos vivimos, el miedo, el temor, el espanto a lo que no sabíamos si era verdad o puro cuento, pero que nos alimentaba la pasión por escuchar.

Una noche arrimados al fogón, comenzamos mis primos y yo a preguntar si era verdad esto o aquello.

La noche era obscura y afuera soplaba un viento muy frío, por eso nos habíamos refugiado en la cocina.

La cocina de nuestros pueblos siempre es amplia, bien limpia y nunca está fría, siempre hay calorcito, porque todo el tiempo, desde que amanece el fuego, esta que bulle, como dicen, si las llamas corren y trepita mucho el fuego, es que va a llegar visita, y no sé cómo hacían para saberlo, pero al final resultaba verdad.

El olor a café, los frijoles cocidos, las tortillas recién hechas, la cuajada o el queso guardados en el tapesco o canasta que colgaba del techo, hacían el lugar preferido de las reuniones de familia.

Se vivía de una manera tan sencilla, pero tan bonita que hoy al recordar  nos llena de amor por aquellos recuerdos tan simples pero tan lindos.

Hoy les voy a contar otra de las leyendas que contaba mi tio Polito. Y aunque gracias a Dios él está vivo, ya está viejito y su mente no es la misma.  Decía que un día él  iba para Santa Teresa, un lugar cercano a Somoto, donde vivíamos, pero acostumbraba a madrugar, tanto que llegaba a los lugares donde iba, cuando la gente se estaba levantando, era una manía que tenía con eso de la madrugadera.

Él caminaba con un machete que tenía en su cacha una cruz labrada, para alejar espantos, según él.  Se montaba en un caballo negro, se calaba su sombrero que también lo tenía curado según sus supersticiones  y salía a ver su siembra de frijoles y maíz que era lo que cosechaba. también le gustaba llegar donde los familiares a la hora que estos estaban haciendo el café.

Pues se fue una madrugada y cuenta que la luna está oculta, que había un silencio en el camino que erizaba la piel, no se escuchaba ni un ruido, solo el ligero murmullo del río que cruzaba por un costado de la ciudad, y aunque lejos darle valor, más bien sentía un temor y un frío desconocido que le calaba hasta los huesos.

Los pocoyos salían y se le cruzaban en el camino. Estos animalitos que parecen gallinitas son de mal agüero.

Siguió su ruta e iba pensando en la pasada de la ceiba, un lugar famoso por sus apariciones, quejidos, y sombras. Otras veces él pasaba sin miedo alguno, pero ese día sentía algo raro en el ambiente, era como una premonición de lo que le iba a suceder.

Normalmente, los campesinos no le temen a nada y están acostumbrados a caminar de noche, pero por cualquier eventualidad  van preparados, con su magnífica en la cartera, y oraciones que aprenden desde niños para evitar les hagan daño. Mi tío no era la excepción.

Al fin, por muy despacio que fuera, llegó a la ceiba, un árbol tan frondoso y grueso de ramas copadas y muy altas que si la noche era obscura, él contribuía a que esa pasada fuera tenebrosa.

Si de día causaba su resquemor, imagínense en la noche, árida y solitaria.

Momentitos antes de llegar, por precaución desenfundó su machete y lo cruzó entre el y la bestia, cuando de pronto y de la nada, sale un animalito que el creyó que era un perrito que se había quedado abandonado por el lugar, sin embargo, dice, la cabeza se le creció, le entró un miedo que le castañeaban  los dientes y la bestia  que montaba se trastornó que no quería dar un paso más. Agarra su machete y le da al aire al animalito, que a todo esto había crecido de tamaño y se le abalanzó convertido en un enorme perro negro. Como pudo, volteó él su sombrero y le dio dos sombrerazos rezando una oración de protección, o lo que se acordó de ella,  le tiró dos machetazos y aquel animal enfurecido no ladraba, sino que emitía gemidos de rabia y de impotencia.

Se le tiró encima y lo revolcó bajándolo del caballo y este, emprendiendo la huida, lo dejó solo tirado en el camino.

Ya no supo más. Perdió el conocimiento y fue hasta muchas horas después que al llegar el caballo solo a la casa de los familiares, comprendieron que algo malo había sucedido y salieron a buscarlo, encontrándolo tirado en la tierra,  temblando de miedo, sin habla y con mucho frío.

Este mal rato le dilató muchos días en recuperarse, pues le dio una fiebre muy alta y  un pavor que no quería hablar de lo sucedido.

Pero como a otros ya le había pasado lo mismo, comprendieron que es lo que había vivido y con remedios caseros y baños de hojas lograron curarlo.

El ahora dice que fue el Cadejo malo que lo atacó, que es el mismísimo demonio, que sale en las noches
obscuras y solas a ganar adeptos, porque muchos mueren del corazón.

Existe, dice él, el cadejo blanco, pero que este te protege y te va acompañando todo el camino, hasta tu lugar de destino, donde desaparece en la nada.

Mientras este relato salía a luz, nosotros no queríamos ni movernos, ni ir a tomar agua, ni mucho menos acostarnos,  y mirábamos en la luz de los candiles, sombras fantasmagóricas en forma de perro.

Con el corazón a todo galope, queriéndose salir por la boca, esperábamos que los mayores se levantaran de los taburetes para seguirlos pegados a sus faldas. Estas leyendas siguen vivas a través de los tiempos para deleite terrorífico de nuestros hijos y nietos.

Son las supersticiones de nuestros pueblos y la vivencia del campesino, que nos ayuda a pasar  y recordar momentos agradables y tenebrosos.

®A. M: S. C.

Publicado el 11 de noviembre, 2010 en Nicaragua de mis Recuerdos con permiso de su autora.





miércoles, noviembre 10, 2010

La leyenda de los compadres




Escrito por Alba Myriam Sánchez Cuadra

    En las noches de luna de mi pueblo, solíamos sentarnos en el patio alrededor de mi tío Polito, para que nos contara cuentos, las leyendas que nunca faltan en los pueblos con nombres distintos, pero que al final son iguales.

    Éramos varias primas, y la esposa de mi tío juntaba unas piedras, buscaba unas ramitas, burusca, le decían, y se ponía a hacer una bebida caliente, ponche. El ponche era para nosotros lo máximo, porque nos calentaba el alma del miedo que sentíamos con lo que nos contaba mi tío.

    Nos apretujábamos unas a otras y queriendo sentir la misma emoción, temblábamos de frío, en ese entonces Somoto era de clima frío  porque todavía no lo habían despalado como esta hoy  y sus frondosos árboles  se mecían al compás del aire  y este soplaba conjurándose con la leyenda del momento.

    !Qué tiempos aquellos! No había en el barrio luz eléctrica, porque el alcalde de turno ponía la luz y adoquinaba la calle hasta la esquina de su casa, de ahí para allá, nada, las calles empedradas y llenas de polvo y una luz mortecina que alumbraba más la luz de una hoguera o un candil que ella. .

    Con rajitas de ocote, que es la fibra del pino, también ayudaba a que la luz no se extinguiera. Nos contaba mi tío, la leyenda de los compadres, eran dos amigos que eran padrinos de sus respectivos hijos, eran tan amigos que decidieron que iban a trabajar juntos una parcela de tierra y la cosecha se  la iban a repartir.

    Así trabajaron mucho tiempo, hasta que un día, se fueron de serenata a una comarca cercana, y al calor de los tragos, la música, y la chicha bruja, el aguardiente, todo unido, pensaron en ir a ver su siembra, porque desde hacía tiempo les venían robando sus elotes, su maíz y cuanto cosecharan en su propiedad.

    Se llevaron un calabazo de cususa, que es una chicha de maíz fermentado y le agregan aguardiente y con sus machetes que no se los despegaban  subieron al cerro donde trabajan.

    Cantando y echándose un trago de cususa que les levantaba el ánimo, iban contándose los planes que tenían sobre la ganancia que iban a obtener de su trabajo.

    La noche estaba fría, el cielo despejado, pero ráfagas de viento pasaban silbándoles, tal vez conminándoles a regresar.

    En su caminata se escuchaban los aullidos de los coyotes, a lo lejos, el ruido de las ramas de los árboles que  al chocar entre sí, se oyen como voces del silencio, por allá  de repente pasaba volando una lechuza, señal de mal agüero entre los campesinos, adiós comadre, le decían, porque manejaban la historia que una lechuza que pasara cerca era alguien conocido, sobre todo mujer, que se transformaba en ese animal, para por las noches salir a robar comida y gallinas a los vecinos.

    Así las cosas, ellos llegaron al cerro y  compartiendo su calabazo de cususa se abrazaban y cantaban coplas de amor y  el corrido de Juan Charrasqueado.

    De pronto, surgió una discusión entre ellos y perdidos de la mente y su hermandad, sacaron a refulgir sus machetes y cada uno acabó con el otro. Allí quedaron los compadres abrazados, mirando al cielo y pidiéndole a Dios, perdón.

    Pero se cuenta que en las noches de mayo, que fue cuando esto sucedió, se ven dos bolas de fuego que saltan de un lado a otro, y que gritos de dolor se escuchan por las laderas, y que en el cerro maldito la hierba no floreció.

    La cosecha se secó y los compadres quedaron en leyenda y oración.

    Ya la noche ha avanzado y hay que irse a dormir, y los primos abrazados no queremos ni movernos, titiritando de frío y muy cerca del terror, vemos que el fuego se apaga, pero en el cerro, dos luces bailan su danza de amor.

®A.M S.C.

Publicado en Nicaragua de mis Recuerdos el 8 de noviembre, 2010 con permiso de su autora.

Foto cortesía de José Rafael Burgos de Moralimpia.net

martes, noviembre 09, 2010

Baile de Gigantonas

¡Oh... mi León, Santiago de los caballeros!,

antigua ciudad de mi Nicaragua,

que en sus noches oscuras existía

el temor por la Carreta nagua.

Que a su memorial presencia

de sus calles empedradas,

se oía resonar

los cascos de Arrechavala.

Ahora estas piedras se han ocultado

como algo muy tradicional,

porque ahora forman parte

de nuestra historia,

como el Teatro Municipal.



En el barrio de Subtiava

se mantiene un gran tesoro.

Es la famosa historia

del famoso Punche de Oro.

Desde las ruinas de Santiago

hasta los rieles de la Estación,

se escucha esta antigua historia

por toda la ciudad de León.

Por eso es linda Subtiava,

preciosa como una joya.

Porque el orgullo más grande del pueblo

Es el viejo tamarindón

y las playas de Poneloya.*


*Coplas recitadas por el leonés Bayardo Prado, promotor de las gigantonas “Tatiana” y “Princesita” que recorren por las tardes las calles de Managua.- END



Foto de la Gigantona cortesía del Lic. Salvador Guillermo Muñoz.  

 Más información acerca del mural: Casa de la Cultura “Antenor Sandino Hernández”. Costado Norte del Hotel El Convento, Ciudad de León, Nicaragua, teléfono; (505)-311-2116; Celular: (505)-647-2893; correo electrónico: apcleon@yahoo.com. Atención: Yasmín.

viernes, noviembre 05, 2010

La leyenda de la muerta



Escrito por Alba Myriam Sánchez Cuadra

    Lo que hoy les voy a relatar no es producto de mi imaginación. Es algo que una vez me platicó mi madre.
Decía que en una clara noche de luna llena, viviendo ella con sus padres en un valle de Somoto, Nicaragua, que se llama El zapote, lugar al que yo le he cantado en mis poemas, era costumbre salir a cualquier hora de la noche al patio, ya sea a jugar, a observar la luna o platicar,  las casas del valle estaban cercanas unas a las otras y casi todos eran familiares, por eso el valle era muy unido, desde la montaña se escuchaba el ruido sordo y seco de las aguas del rio.

    Esa noche estaba más concurrido porque una vecina estaba muy grave y según ellos no pasaría la noche.
Se tiene la creencia en el campo que al amanecer es cuando anda la muerte recogiendo a los que se va a llevar con ella.  La señora, que por cierto era familia nuestra, había sido en toda su vida muy devota del corazón de Jesús, además es el patrón o era en ese tiempo el Rey del valle.

    Ella celebraba con gran pompa las novenas y el día de los corazones, pues había uno en cada casa, los bajaban en procesión hasta la ciudad para que le hicieran su misa, había pólvora y cantos. De esta manera regresaban al valle y continuaba la celebración con los licores propios del campo. Sabores y olores se mezclaban porque además horneaban toda clase de pan, rosquetes, rosquillas, quesadillas, en fin una delicia para el paladar. En este rito religioso no faltaba el baile.

    El día que ella se estaba muriendo, ya tenían preparadas las cosas  para la vela, el infaltable y aromático café,  las gallinas listas en las cocinas y la sopa de frijoles, cigarrillos y cususa.

    Cada muerte era una fiesta, lloraban los familiares cercanos, los demás aprovechaban la ocasión para gozar de una buena comilona.

    Así estaban las cosas, cuando un grupo de mujeres deciden que ya se acerca la media noche y que es hora de seguir rezando por el buen viaje de la moribunda.

    Comienzan el rosario y a medida que van pasando los misterios, la palidez de la ya occisa es palpable, respira entrecortado, no habla desde hace tres días y no come ni bebe desde el mismo tiempo.

    Entre el campesinado de mi tierra, es normal poner al muerto o al que se está muriendo, en la sala de la casa, en una tijera de lona, le ponen velas o candelas a los cuatro costados y  allí se reúnen todos los que quieran verla morir y los rezos y letanías son su luz que alumbra el camino  hacia el más allá.

    Lo único que fallaba en estos menesteres era que no había un médico que certificara la muerte de la persona. Ya el cura había llegado, había hecho su trabajo de regarle agua bendita y se marchaba casi corriendo.

    Ya era casi la una de la madrugada, uno que otro gallo cantaba en la lejanía, un perro ladraba más cerca, y hasta los árboles de jocotes y matasanos, mangos, limones,  y limonarias, estaban sumidos en un sopor repelente, no había una sola brisa, el aire se había ido con el cura seguramente, porque aquel silencio de la noche a pesar de la claridad era tenebroso, no hacía calor, pero estaba fresco, allí siempre hace frío.

    Contaba mi mamá que en ese entonces ella era una joven de unos 18 años, que la habían mandado a repartir café. Ella no supo donde voló la bandeja cuando se escucha un grito y otro, y otro y luego son alaridos de terror, sale la gente corriendo de la sala, los perros comienzan a aullar, los gallos y las gallinas cantaban desaforadas y corrían por todos lados la casi muerta se había sentado en la tijera y estaba con los ojos bien abiertos y la cara desencajada viendo lo que estaba pasando.

    Todo el mundo gritaba, lloraba y corrían hacia sus casas dejando a la moribunda sola.  Al rato se llenaron de valor los hijos y otros familiares y entraron a verla, para entonces ya la muerte había pasado por ella.  La encontraron de nuevo tendida en la tijera y con un rictus de dolor o asombro en su rostro.

    Murió, tal como habían previsto, al amanecer, pero el susto que les dejó, fue o hizo historia en el Zapote.

    Nadie se explicó que fue lo que en realidad la mató, si la verdadera gravedad que tenía o el susto que le provocó verse casi muerta, con los cuatro cirios en sus esquinas, y vestida de blanco, sudario, le decían, con un corazón de Jesús en sus manos.

®A.M.S.C.


miércoles, noviembre 03, 2010

Obra teatral "Vida y milagros del Padre Mariano Dubón"

Esta obra es una iniciativa de Carmen Toruño y Familia como una forma de rescatar personajes que influyeron en los valores morales y sociales de nuestra ciudad de León. Como es el caso del Padre Mariano Dubón cuya misión era rescatar a niños de las calles abandonados y enseñarles un oficio para que en el futuro fuesen buenos ciudadanos.

Es por eso que Doña Carmen Toruño ha hecho esta iniciativa para dar a conocer a través del teatro, la vida y milagros de este santo que velaba por los intereses de los más pobres.

El Padre Mariano Dubón, llamado también, San Mariano de Nicaragua por su ejemplo en caridad, nació en 1861 y murió en 1934. Sus padres fueron Liberato Dubon y Virginia Alonso Jerez, hija de una hermana de Máximo Jerez.* Sus hermanas Virginia, Mariana y Josefa. Su estancia en este mundo estuvo llena de amor por los niños huérfanos y todos aquellos que carecían de la protección necesaria para crecer y desarrollarse adecuadamente.

Con mucho esfuerzo y sacrificio, pero sobre todo con una Fe firme en Dios, el Padre Mariano dio alimento, techo, educación académica, abundante amor, cariño a muchísimos niños huérfanos, abandonados o desatendidos. Él personalmente los recogía cuando deambulaban por las calles, los llevaba al Hospicio San Juan de Dios de León, ciudad en que se desarrolló esta hermosa tarea religiosa.


Formó grandes generaciones de hombres, dándoles el pan material y el pan espiritual, y los dio al mundo con un oficio y una hombría de bien. Él caminaba en las calles de León, con un niño en brazos y otra halándolo de la mano, pidiéndole ayuda para sus niños. Su gran sueño era brindarles una existencia feliz, un lugar seguro y prepararlos para la vida. Los agrupaba en talleres donde aprendían distintos oficios tales como, Carpintería, Zapatería, Música, etc. La Fe y santidad de este sacerdote era tan grande que hasta milagros hacía cuando se enfrentaba a obstáculos en la realización de su labor altruista.

Muchas veces no le amanecían alimentos alguno conque llenar el estómago de los pequeños, éstos llorando le decían, tenemos hambre....el sacerdote llamaba a Simona la empleada y le mandaba a poner la mesa, ésta replicaba. No hay nada que poner, el sacerdote de nuevo llamaba a los niños y juntos rezaban al Santísimo y es aquí donde ocurría el milagro. La gente le llevaba pan y leche en ese mismo momento.

Él fue grande entre los humildes, grande en el acendrado amor a todo ser desvalido, grande en el amor a sus huérfanos, grande en el último detalle de su vida. Mariano Dubón fue un gran hombre, perteneció a aquellas arcillas modeladas por Dios y puestas al servicio de la Humanidad.



Presentación teatral "Vida y milagros del padre Mariano Dubón"
Local: Teatro Municipal José de la Cruz Mena, León.
Grupo artístico: Sekuanplatraka, Director; Manuel Urtecho


Sra.Carmen Toruño e hijas


Tema escrito por Conchita Guerra de Arana.

*Información provista por Asdrubal Ibarra

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El padre Mariano Dubón


El padre Mariano Dubón, llamado también San Mariano de Nicaragua, por su ejemplo de caridád, nació en 1861 y murió en 1934 Sus padres fueron: Liberato Dubón y Virginia Alonso. Sus hermanas: Virginia, Mariana y Josefa.

Su estancia en este mundo estuvo repleta de amor por los niños huérfanos y todos aquellos que carecían de la protección necesaria para crecer y desarrollarse adecuadamente con muchos esfuerzos y sacrificios, pero sobre todo con una fe ciega en Dios.

Dio alimento, techo bajo el cual vivió, educación académica y moral, abundante amor, cariño a muchísimos niños huérfanos; con padres, pero abandonados o desatendidos por estos, él personalmente los recogió cuando deambulaban por las calles, los llevaba al hospicio San Juan de Dios, León;, ciudad en que se desarrolló esta hermosa tarea.

Formo generaciones de hombres, dándoles el pan del cuerpo y el pan espiritual, los dio al mundo con un oficio y una hombría de bien en la conciencia. Él caminaba en las calles de León con un niñito en brazos y otro jalándolo de la mano pidiendo ayuda para sus niños, su gran sueño era brindarles una existencia feliz, un lugar seguro y prepararlos para la vida, los agrupaba en talleres donde aprendieron distintos oficios tales como: carpintería, zapatería y música, etc.

La fe y santidad de este sacerdote era tan grande que hasta milagros hacía cuando se enfrentaba a obstáculos en la realización de ardua labor.

Muchas veces no le amanecía alimento alguno con que llenar el estómago de los pequeños, éstos llorando le decían: "Tenemos hambre", el sacerdote llamaba a Simona, la empleada, y le mandaba a poner la mesa, ésta replicaba: "No hay nada que comer", el sacerdote respondió: "De todas formas". Llamaba a los niños y juntos rezaban al santísimo, y es aquí donde ocurría el milagro.

En el año de 1899, con la ayuda de algunos vecinos pudientes de León, como el Dr. Fernando Sánchez, su esposa Dila. Soledad y otros, fundó el hospicio de huérfanos en la casa contigua al templo San Juan de Dios, -casa que más tarde donara el obispo.

Por ese entonces vivía en León el notable compositor Don Pablo Vega y Raudes, y queriendo secundar la obra filantrópica del santo, se acercó a él y le ofreció enseñar y dirigir un cuerpo de músicos, el que fue organizado prontamente, así como se pensara con los muchachos que tuvieran vocación para el divino arte.

Algunos de estos llegaron a ser profesionales de la música, estos muchachos son hoy artistas consumados.

El fue grande dentro de su humildad, grande en el acendrado amor a todo ser desvalido, grande en el amor a sus huérfanos, grande en el último detalle de su vida, Mariano Dubón de Nicaragua es símbolo sagrado de todas las abnegaciones.

Sí, Mariano Dubón fue un hombre que perteneció a aquella arcilla modelada por Dios, y puesta al crisol de la suprema bondad:

Padre Dubón, padre de los hijos de nadie. Hermano de los Tristes. Consuelo de los Enfermos. Amparo de los Enfermos. Amparo de los Desvalidos.
Paño de lágrimas de las familias vergonzantes.

Que no saben pedir,
Recogemos hoy nuestro espíritu al recordar su vida generosa y ejemplar.


Blog de Martha Isabel Arana - ¡Bienvenidos!

          Cuando un nicaragüense emigra, además de su maleta, sus temores e ilusiones, lleva consigo todos sus recuerdos más queridos. C...