miércoles, febrero 15, 2006

Los poderes mágicos del árbol de Chilamate

arbol-chilamate

    "Me dijo una señora de la Costa Atlántica que el árbol de chilamate en cuanto florece, su flor cae a la tierra. Además, no florece de las ramas como otros árboles, sino del tronco. Continuó diciéndome que en el mundo de los que conocen la magia saben que uno tiene que estar listo con un paño que sea cien por ciento algodón para esperar la caída de la flor. Si uno logra capturarla antes que toque el suelo, con este acto usted acaba de obtener la cita con el demonio o ángel caído, ya que la leyenda dice que el diablo no te lastimará solo por el hecho de tener valor suficiente de enfrentarse a él y tiene merecido pedirle cualquier cosa. Se dice de estas personas que de la noche a la mañana se han vuelto ricas debido a que tuvieron valor de enfrentarse al diablo y pedirle algo.

    Bueno y después conocí a un señor de Granada que me dijo que él había hecho todo esto en la playa del Lago Cocibolca, en uno de los árboles que se observan ubicados donde se rentan las lanchas y los nicaragüenses van a veranear. Dice este señor que él estaba solo a media noche, encontró la flor y con desconfianza sacó un paño de algodón (pañuelo) creyendo que todo lo que le habían dicho de esta leyenda era falso.

    Así que extendió el pañuelo debajo de la flor pegando su borde hacia el tronco, evitando a todo costo que la flor se saliera por algún lado. Cuando observaba el pañuelo recordaba a la chica que se lo había vendido y se preguntaba por qué no había sido capaz de abstenerse de no comprarlo, ya que en su casa tenía tres pañuelos que aún no había usado, pero él vio algo en los ojos de esta joven. De repente su vista desenfocada, se sorprendió de ver la silueta de la flor caer en el paño, enfocó su vista y se percató que la flor había caído en el centro del paño y como por reflejo la apretó hacia dentro quedando envuelta.

    Y segundos después, los árboles de Chilamate empezaron una danza descontrolada empujada por el viento. Sintió un cambio extraño, ya que al momento que encontró la flor no había ni una brisa de viento y ahora estaba frío. Después las olas del lago también empezaron a agitarse y cuando vio el horizonte también como propio reflejo abrió sus puños y dejó caer el pañuelo con la flor dentro. Corrió como alma que se la lleva el diablo hacia el único lugar donde vio luz, una casita casi a un kilómetro de distancia, solamente para ponerse a salvo. Cuando estaba a mitad de camino miró hacia atrás, vio una especie de paisaje petrificado como quien ve un retrato en una mansión lujosa y vacía y se dio cuenta de que todo había pasado y yo a manera de broma le pregunté que si no se arrepiente de haber desaprovechado la oportunidad de salir de la pobreza."

Versión tomada directamente de Pablo Gutiérrez y escrita por él.  Recogida por Martha Isabel Arana.

Foto del árbol de chilamate tomada de la página de Darwin E. Vivas

lunes, febrero 13, 2006

Nos asustan en mi casa de Nagarote







Es muy raro, me atrevería a decir casi imposible, que exista un nicaragüense que no tenga un vecino, familiar, o amigo que no sepa el cuento de alguna casa que "asusten". Desde la internacionalmente conocida Quinta Angélica, hasta una casa en Managua en la cual yo misma fui testigo de uno que otro fenómeno misterioso, no hay familia que escape inmune a este tipo de relatos.

"En esta casa asustan" le confesó hace poco una amiga a mi mamá. Así le aseguró la última vez que fue a visitarla a Nagarote, municipio de León. Esta familia tiene ya un año viviendo en esa casa y nadie les había contado que en ella asustaban. La verdad, dicen ellos, es de que se alegran que no haya sido así, pues de otra manera hubieran estado prejuiciados. "Escuchamos todas las noches cosas que se caen, vamos a ver y no es nada. Oímos pasos que recorren los cuartos y una presencia que atraviesa la cortina de bambúes que tenemos en la sala, haciendo el mismo sonido que hace al traspasarla cualquier persona. Ya no dormimos con los cuartos abiertos pues los ruidos que escuchamos nos dan miedo. Oímos ruidos en la sala, y cuando nos asomamos, vemos que las mecedoras se mueven solas, suavemente, como un vaivén de olas".

Mi mamá me cuenta que estando ellos de visita pudieron observar en efecto, unas pisadas de perro en el patio. Lo raro del caso es que el patio es cerrado, y no hay manera que entre ningún animal. Peor aún, ese mismo día, las pisadas habían amanecido hasta en la sala. "Nosotros les sugerimos que echaran agua bendita y llamaran a un sacerdote católico que les llegara a bendecir la casa" fue la reacción de mi mama. Ella piensa que muchas casas en que se ven estos fenómenos normalmente han sido escenarios de rituales o juegos de la Ouija ( o "guija" como se le dice en Nicaragua a la polémica tabla).


Historia contada por una señora leonesa, recopilada por Martha Isabel Arana - 2 de febrero, 2006
Foto tomada de Panoramio

domingo, febrero 12, 2006

El espanto de don Odilón y su puesto de agua



Los nicas tenemos una imaginación rica, nos encanta buscar explicaciones, nos dejamos llevar por rumores y deseosos de comentar algo misterioso, llegamos a conclusiones que muchas veces distan de ser una solución lógica.

Así sucedió con el caso de Don Odilón, según narra Denys Rocha, testigo mismo del hecho.

"Como les venía diciendo, don Odilón había muerto hacía tres días y la gente tenía miedo pasar de noche por el callejón donde estaba el puesto de agua que él había manejado en vida. Es que se había regado la noticia que a las doce de la noche se oía el ruido del carrillo y el malacate dando vueltas como si alguien jalara agua del pozo y la trasladara del balde a la pileta. Los vecinos del difunto afirmaban que a través de la rendija de la casa habían visto la silueta de un hombre encaramado en el brocal del pozo en plena faena. Todas estas bolas llevaron al vecindario a la conclusión que don Odilón estaba saliendo. "Seguramente anda en pena porque su súbita muerte no le dio chance de arreglar sus cosas", decían unos. "Es que estar haciendo el mismo trabajo durante tanto tiempo le impide separarse de este mundo", decían otros. Las opiniones sobre los motivos de las apariciones de don Odilón eran diversas y complicadas, pero en lo que sí estaban de acuerdo era que todos tenían canillera. Una noche, como a las doce, oí un vocerío proveniente del patio de mi casa, justamente debajo de la ventana de mi dormitorio que quedaba en un improvisado segundo piso. Me asomé y vi un grupo de personas, incluyendo mis padres, que discutían acaloradamente. "Allí está" decían, "se oye perfectamente el rri, rri del carrillo que da vuelta"! Es don Odilón!. Me bajé y me uní al grupo. Efectivamente, percibí el claro rechinar del aditamento que giraba. A pesar de haberme criado en un ambiente supersticioso, soy incrédulo de las cosas sobrenaturales, en eso me diferencio de los demás miembros de mi familia. Ya siendo adulto comprendí que el raciocinio natural que todos traemos cuando nacemos, me había protegido de las creencias y charlatanerías de la época, remanente del oscurantismo medieval.

Para que salgamos de la duda y dejemos las especulaciones, les dije, sugiero que vayamos todos al lugar de donde proviene el ruido para cerciorarnos personalmente qué está pasando en realidad. Todos se echaron para atrás con miedo. Entonces, les dije, iré solo y comencé a caminar hacia el portón. Cuando vieron que había abierto la puerta que daba al callejón me siguieron varios y me alcanzaron formando así un grupo de cinco. Llegamos al pie del pozo. No había nadie, el carrillo que se mantenía bien aceitado por el constante uso. Efectivamente, estaba dando vuelta, pero era por la acción de un fuerte viento que soplaba en ese momento. Todos soltamos la carcajada y comenzó la recriminadera. Los mirones que se habían quedado viendo los toros de largo, al oír las risotadas que nos tirábamos, se acercaron y se convencieron también que nada sobrenatural estaba pasando. Desde entonces la gente volvió a traficar el callejón sin miedo. Con la desaparición de don Odilón, desapareció también el puesto de agua. Sus hijos no quisieron continuar con la tradición familiar de aguadores y cerraron el negocio. "

 
Versión tomada directamente de Denys Rocha y recogida por Martha Isabel Arana - 2 de febrero, 2006.

domingo, febrero 05, 2006

La sombra

Con más de un siglo de antigüedad, las casas de la ciudad de León esconden misterios tan increíbles como la imaginación de sus habitantes, quienes conversando en las aceras de sus casas, o compartiendo con los vecinos, mantienen vivas estas historias para el deleite de nuevas generaciones. En el corazón de estos caserones, amplios corredores bordean patios interiores que han sido testigos mudos de eventos ocurridos a través de los años. Situaciones que por no saberse a ciencia cierta han dado pie a toda clase de especulaciones y cuentos. 

José Ernesto Arana quien reside en esta ciudad, me comentaba lo que presenció una noche, en la casa donde alquila en la actualidad. "León es una ciudad caliente en tiempos de verano. La única forma de poder dormir es abriendo las puertas de los cuartos que dan al patio y los corredores para sentir la brisa fresca de la madrugada. Una noche estaba yo durmiendo con las puertas y las ventanas de mi cuarto abiertas. Una de las puertas y la ventana queda frente al patio. Estaba durmiendo tranquilo cuando de repente sentí que me levantaban la cabeza como para ver hacia al frente de mi cama. La puerta del patio queda enfrente de mi cama. Entonces vi una sombra opaca que parecía una silueta de humano parada en medio del marco de la puerta. Yo la quedé viendo intensamente, como queriéndole decir que se fuera. En unos instantes la sombra salió corriendo rápido por el pasillo y la vi pasar por la ventana. Me sentía adormilado y parecía que había sido un sueño, pero ese es el misterio, ya que no solamente la sombra estuvo en el portal de la puerta observándome, sino que además pude verla otra vez cuando pasó por la ventana. Investigué pensando que podía ser un ladrón, pero no había absolutamente rastros de nada. Todo estaba en calma."

Versión tomada directamente de José Ernesto Arana y recogida por Martha Isabel Arana - 5 de febrero, 2006.

viernes, febrero 03, 2006

Verde es el río

Mi reino vivirá mientras

estén verdes mis recuerdos.”

José Hierro
¡Aquí todo es verde! Verde el camalotal de las vegas.

Verdes los guabos y sus vainas henchidas de habas dulces.

Verdes las iguanas tendidas al sol.

Verdes sus crestas férreas y altivas.

Verdes los chocoyos que pasan en bandadas

o se almuerzan en jubilosa algarabía un guayabal.

Y las tortugas hurañas que saltan de sus troncos viejos

se zambullen y luego se pierden.

Verde el canto de las oropéndolas

cuando terminan de colgar sus nidos.

Verdes las hormigas náufragas sobre algas a la deriva.


Verde el sombrero de hojas que se hacen los niños

para esconderse del sol en el reflejo del río.

Verde-rojo. Verde-azul. Verde-amarillo. Verde-marrón.

Verde las loras. Verde los garrobos. Verde los chichimecos.

Verdes como el viento que despierta a la mañana.

Verde la lluvia fresca sobre el ramaje de los mangos.

Verde, a veces, el vientre suculento de las ceibas

y la sombra de los elequemes en el espejo del río.

Verde por tierna la leche de los jocotes verdes.

Verde siempre el aliento y la silueta de la montaña.

Verdes las olas que mecen el bote que nos lleva y nos trae al río.

Verde el silencio de las mareas y la brisa.

Verde también la mirada si te asomas al fondo del río

y lo abrazas con los ojos sin tocar sus orillas.

Verde es el río. Verde. Muy verde.

Verde y Escondido. Verde y esquivo. Sólo mío.

¡Verde es todo el año y en todas las horas!

Aun cuando se vuelve oscuro para auscultar la noche

y compartir su misterio con unos ojos negros

o llorar la violencia de sus hijos. ¡Río-Madre!

Para mí siempre es verde porque me corre por dentro

el verde de sus riberas. El verde de sus aguas nuevas.

El verde del cielo que se contempla en ellas.

¡Verde! Que no hace falta que lo quiera verde.

Verde sería ayer. Verde hoy para mañana y todavía.

Verde-mío. Verde-tuyo. Verde-nuestro.

Verde. Más verde el deseo de que no lo devore nunca el marasmo...

Gloriantonia Enríquez, poeta y ensayista nicaragüense



Foto: Sandra Saric, en su visita a Nicaragua.

Blog de Martha Isabel Arana - ¡Bienvenidos!

          Cuando un nicaragüense emigra, además de su maleta, sus temores e ilusiones, lleva consigo todos sus recuerdos más queridos. C...