viernes, julio 28, 2006

Los niños de San Jacinto (update)

Nicaragua es un país poblado de lagos y volcanes, donde la furia y la belleza de la naturaleza han cohabitado con sus residentes desde tiempos inmemorables.

En el departamento de León, hay un lugar turístico llamado "Los hervideros de San Jacinto" donde las personas que visitan el área pueden caminar rodeando las fumarolas del Volcán Telica, contemplar el agua azufrosa que brota de las entrañas de la tierra y observar el hervor de los llamados "guacalitos", como los pequeños guías turísticos suelen llamar a los huecos burbujeantes que emanan en esta región.


Los hervideros de San jacinto

Sin embargo, lo curioso de este singular lugar, es la presencia de esos pequeños guías, niños entre 7 y 16 años quienes le indican a uno por dónde caminar, en un territorio que parecen dominar a la perfección. Uno, temeroso de dar un mal paso, termina confiando en ellos, disfrutando del lugar mientras escucha cuentos y relatos de sus experiencias.

"'Váyase caminando por donde vea monte, ese nace ahí porque no hay agua hirviendo abajo, hágame caso porque aquí en cualquier momento se abre un huacalito, una señora gringa que vino dijo que la dejáramos sola y de repente se fue para atrás y cayó en uno de los huacalitos, el misterio de esto es que cuando alguien se va en ellos se cierra y se abre en otro lado', aseguran los niños para que los visitantes sigan sus instrucciones y los remuneren con una moneda al final del recorrido." (Haydeé Brenes Flores, END, sept. 13, 2004)

La historia es verídica, me aseguró nuevamente uno de estos muchachos ahora que fui a Nicaragua y visité el lugar. "No sólo la señora gringa desapareció, sino que también se quemó un geólogo por no hacer caso y pararse donde no debía", me alertó.

El grupo de niños no estaba esta vez que fui porque según me dijeron andaban en la escuela para aprender inglés y poder seguir contando historias interesantes a los turistas.

El muchacho que nos guió nos aseguró que ponerse barro en la piel ayuda a evitar manchas y es muy bueno. Para mi horror y sorpresa, se acercó a una fumarola sin importarle que andaba descalzo ¡y simplemente metió la mano para que probáramos el barro!


Los hervideros de San Jacinto


Después de leer el Estado Mundial de la Infancia 2006: Excluidos e invisibles de UNICEF, me acordé de estos niños y de una foto en especial que encontré unos meses atrás y que me llegó al alma. Quisiera compartirla aquí como un pequeño tributo a esos pequeños héroes de mi patria. Esos chavalitos que trabajan desde chiquitos para buscar el sustento diario, que se forjan como "todo un tayacán" como cantaría Carlos, y que son ejemplo vivo de pobreza y dignidad.


"La actividad volcánica de este sitio cerca de León en Nicaragua es sorprendente, pero mucho más sorprendente son los niños, que descalzos, te ayudan a visitarlos y a no caer en algunos de los sitios donde la tierra, literalmente, HIERVE." - José Cuerva


Agradezco la generosidad del señor José Cuerva que me ha permitido que publique la fotografía última de este post para este propósito. 

El Señor de las Nubes

Hace muchos años, tantos que la fecha exacta se confunde y mezcla con el tiempo olvidado, existió en la región de Jinotega, un joven llamado Mixtli. El muchacho no parecía interesado en las cosas propias de su edad, mucho menos en las actividades de su gente. Sólo se sentaba a observar el Cerro Chirinagua día tras día, obsesionado con la pretensiosa idea de querer hablar con los dioses y ver como lucían.
Pero a los dioses no les gustó la idea de que un simple mortal quisiera hablar con ellos y decidieron castigarlo. Su piel joven se arrugó en un momento, su pelo antes negro se tiñó plateado y para el final del día, el muchacho se había convertido en un gigante de piedra. Desde entonces, Mixtli, el Señor de las Nubes, aún sigue allí cubierto ya por el frondoso bosque, mirando eternamente al cielo y custodiando para siempre las brumas de Jinotega y las lluvias que bendicen y embellecen esta región.

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Many years ago, in the region of Jinotega, a boy named Mixtli was born. When he grew up, the boy did not seem interested in normal activities of his age. Day after day, all he did was sit and watch the Cerro Chirinagua, obsessed with the pretentious idea of wanting to talk to the gods and see how they looked like.

But the gods did not like the idea that a mere mortal would speak with them so they decided to punish him. His young skin wrinkled at once, his black hair was turned white and by the end of the day, the boy had become a giant stone. Since then, Mixtli, the Lord of Clouds, is still covered by a lush forest. He is there, looking forever at the sky, guarding the mists of Jinotega and the rains that bless and beautify the region.




Foto/Photo: Jinotega "La Ciudad de las Brumas"/www.intur.gob.ni

miércoles, julio 26, 2006

La historia de Aquel Almendro...


"Oí, oí, que linda" exclaman las señoras en alguna reunión cuando emocionadas escuchan en algún equipo de sonido o una vieja roconola la conocida canción de Carlos Mejía, El almendro de 'onde la Tere. Las conversaciones cesan y alguna que otra dama comienza melancólica a tararear por lo bajo mientras el resto guarda silencio, ensimismadas e impenetrables en sus propios pensamientos. Probablemente recordando con nostalgia y cariño la historia de sus propios almendros y aquel ayer que no volverá.

Ahora que estuve en Nicaragua, cayó en mis manos la historia detrás de la canción, anécdota que me pareció bonita compartir en el blog para los que "no sabíamos el cuento" porque después de todo, ¿a quién no se le viene de golpe toda su infancia cuando siente algún aroma o disfruta aquel sabor familiar?

Dicen que así va la historia...
"Siendo un niño en Somoto (Carlos) solía ir a jugar con el cardumen de primos al almendro de la tía Tere, doña María Teresa Armijo Almendárez, quien aún vive en la misma casa, solterita y sin hijos en el crepúsculo de sus 92 años. El almendro sigue en pie al igual que ella.

...Hubo un día en que su primita María Lourdes Paguaga, el nombre verdadero de la María Inés de la canción, quería almendras.

- Te voy a dar las almendras pero si me das un beso - propuso
Carlos Mejía, y se fue raudo al árbol, bajó las almendras y se las entregó. Pero en lugar de darle un beso, la primita salió corriendo adonde su papá y le puso la queja de que Carlitos quería darle un beso a cambio de almendras.

- Venga para acá jovencito- le dijeron ¿con que usted anda molestando a mi hija?

El escarmiento fue tenaz. Los días pasaron. Las almendras maduraron. Los niños crecieron. María Lourdes se casó a los 17 años, Carlos Mejía enrumbó su vida de cantor, y un día, durante una fiesta familiar cantó la canción y develó el secreto de quién era la musa de El almendro de 'onde la Tere, aunque ya casi toda la familia lo sabía.

...Ahora en las fiestas familiares, cuando Carlos Mejía toca la canción, siempre la dedica con cariño a doña María Lourdes y su esposo, don Luis Peralta, e incluso don Luis pide que la cante.

Y antes de empezar a tocarla, Carlos Mejía no deja de bromear con su prima recordándole: 'Todavía me estás debiendo el beso de las almendras."


Fragmento de "El Beso de las almendras" por Eduardo Marenco Tercero. La Prensa Magazine, 9 de mayo del 2004.

El fantasma de El Gobiado

En Pueblo Nuevo, Jinotega, en las montañas del norte de Nicaragua, los nativos del lugar insisten que todos los martes o jueves santos, faltando cinco minutos para la medianoche, baja del Cerro El Gobiado el escalofriante espíritu de un jinete a caballo. La misión de este gélido espectro es ir en busca de alguna mujer que esté a punto de dar a luz para robarle al hijo que está por nacer.

Según cuenta la gente, el Gobiado o el Príncipe del Gobiado como le nombran algunos, hizo pacto con el diablo hace mucho tiempo, cuando estaba en vida y ahora, cada año, su deber es buscar recién nacidos para entregarlos en sacrificio. Se oye bajar a todo galope, luciendo su capa negra. Aterroriza a su paso animales, mujeres y peones que dominados por sus temores y los cuentos que han escuchado desde pequeños, buscan refugio tras la puerta cerrada de sus casas a obscuras. Cada año se escucha que el jinete baja hasta llegar a una finca donde entra al salón principal de la solitaria propiedad para reunirse con el demonio que lo espera en forma de serpiente. Después de cierto ritual salen de la casa y la serpiente se convierte en una enorme cerda que empezará a dar vueltas hasta abrir un hoyo en la tierra que la hunde completamente. El Gobiado entra al agujero donde quedará sumergido hasta la mitad y después depositará a las criaturas que ha robado y que seguramente sus padres no han tenido tiempo de bautizar. Su misión ha sido cumplida, su vida perpetuada.


Foto: Montañas de Jinotega/Intur

martes, julio 11, 2006

La chancha bruja de Mateare

 Escrito por Orlando Valenzuela

Hace muchos años, cuando la gente aún creía en historias de espantos y aparecidos, en Mateare ocurrieron hechos insólitos que si no fuera porque los personajes involucrados están vivos para contarlos, nadie los creería.

Don Juan José Velásquez es un humilde campesino de 88 años, de los cuales los últimos 15 los ha vivido en este pueblo. Todos los días sale al monte a buscar arbustos para hacer escobas de barrer patios, las que vende a tres córdobas por unidad.

En todo Mateare lo conocen y por cariño le dicen “Chaleco”. Dice que por dormir en hamaca ha quedado encorvado y que por usar caites a veces se espina los pies y tiene miedo que alguna vez lo pique una cascabel, porque aunque él sabe que el “secreto” contra una picadura de serpiente es “morderla” para que se reviente, “pero yo sin dientes, estoy servido” dice en tono de broma.

Don Juan cuenta que en una ocasión, cuando iba por la hacienda Santa Elena, al pasar por la Ceiba Bruja le salió una chancha grande en el camino y al verla, él clavó la mirada en los brillantes ojos del animal, al tiempo que le clavó las espuelas al asustado caballo, pero la chancha, quién sabe de dónde cogió tanta agilidad, que cuando don Juan quiso ver dónde la había dejado, se pegó el gran susto al verla correr a la par de su bestia, que como alma que lleva el diablo, siguió corriendo hasta llegar exhaustos al caserío, cuadrúpedo y jinete, no así la chancha, que misteriosamente desapareció en la oscuridad de la noche. 

Fragmento de Mateare: una ciudad apacible,  La Prensa-Julio 11/2000

miércoles, junio 28, 2006

Los duendes del potrero

La siguiente historia me la envió Pablo Gutiérrez, guía turístico nica, quien tuvo la amabilidad de compartir conmigo varios relatos recopilados en sus viajes por nuestro país. La historia, tal como la escribió Pablo, sucedió así:

"Bueno, me dijo una señora muy buena que es mi madre, que cuando ella era una niña, vivía en un área rural de Nicaragua en el norte centro del país donde había mucha pobreza. Cuenta mi mamá que un día venían de otra finca lejos de la finca en donde vivía mi abuela con todos sus hijos. Normalmente, el viaje en mula tardaba 3 horas para llegar a la casa de mi abuela, pero al salir de esta finca llagaron más familiares y la entretuvieron casi dos horas, así que llegaron a las nueve de la noche. Pero en algún lugar del camino todos escucharon la risa de muchos niños. A mi abuela la acompañaban 4 de sus hijos, dos niñas y dos varones y a lo claro de la luna, en un potrero, vieron un grupo de niños o lo que parecía ser un grupo de niños vestidos todos de rojo. Mi mamá pensó que eran unos amiguitos suyos de una finca vecina, ya que estaban a punto de llegar a la finca de mi abuela. Bueno, mi abuela hizo como que no le dio importancia al evento, pero los niños empezaron a preguntarle 'abuelita no podemos ir a jugar con la Felipa que está allá jugando en el potrero?'

Y mi abuela les contestó 'No, no, no ¿Cómo se les ocurre que van a ir a jugar a esta hora? Si ya son casi las nueve!' E inmediatamente después, ellos le contestaron que por aquellos niños podían y ellos no. Pero ella sabía que esos niños no eran los que sus hijos pensaban, así que les contestó 'No estén inventando.'

Bueno, ese evento pasó hace cuarenta años y en la actualidad he conocido a una familia que su hijo fue secuestrado por los duendes, y que después de seis días apareció, pero su mente ya no era la misma. En la actualidad uno ve a este joven y cree que nació con el Síndrome de Down, pero la verdad es que nació perfectamente sano. También en la actualidad dice un señor que habita en el mismo lugar que a eso de las 3:00 de la tarde en un camino de tierra vio a un niño vestido de celeste que imprudentemente cruzó el camino. Tanto fue así que el señor en su jeep frenó bruscamente y vio que este niño tenía las orejas punteadas. Trató de seguirlo hacia un túnel que estaba debajo del camino de tierra para saber si no lo había golpeado. El señor siguió al niño que entró hacia el túnel, salió al otro extremo, pero no encontró a nadie. Aún en la actualidad Don Roger, que así se llama el señor, no se explica que pasó con aquel niño que vestía de celeste.

Y mi mamá dice que después de aquel evento, preguntó a sus amiguitos que hacían en aquel potrero tan noche y que bonito el vestido rojo que les habían comprado y ellos contestaron que nunca saldrían a un potrero a esas horas de la noche porque les daba MIEDO que les aparecieran los duendes, y creo yo, que en la pobreza que vivían no podrían comprarle vestidos rojos a todos los hijos."

 
Versión tomada directamente de Pablo Gutiérrez y recogida por Martha Isabel Arana.

viernes, junio 16, 2006

Hay que bautizar al niño... ¡si no se lo lleva el duende!

En los pueblos de Nicaragua el tema de los duendes es bastante común. Desde que somos pequeños escuchamos historias de muchachas que han sido acosadas por algún duende enamorado, o duendes traviesos que aparecen en los montes y veredas asustando a los campesinos o confundiéndoles el camino. Entre las cosas que se comenta, se dice también que a los niños se les debe bautizar sin demora, si es posible en cuanto nacen, ya que los tiernos que no son bautizados, son presa fácil de estos malos espíritus que vistiendo cotoncitas rojas, caminan en fila india con sus plantas del pie volteadas llevando "a tuto" a la criatura.

Milagros Palma comenta en Senderos Míticos de Nicaragua algunas de estas creencias:

"En Monimbó se dice que nunca hay que dejar a un niño solo, porque los duendes se lo llevan a la montaña para volverlos como ellos si no ha sido bautizados. En muchos lugares se oye decir que los duendes pierden en las montañas a los niños sin bautizar...Sólo los pequeños y los mudos ven a esos espíritus y entonces lloran de una manera extraña.

En Chontales, entre las fincas ganaderas los campesinos le temen mucho a los duendes. De aquella región es Bricelda que pasó toda su infancia en uno de esos grandes dominios. Ella conoce anécdotas de verdaderos encuentros que su papá y su madrina tuvieron con los duendes. Estas son sus propias palabras: 'Cuando yo estaba tierna mi abuelita me cuidaba porque decían que a los niños sin bautizar se los llevaban los duendes. Ellos se los sacaban de su propia casa al menor descuido de la mamá'." (Tomado de Los Duendes, Editorial Nueva América, Bogotá, 1987)




Blog de Martha Isabel Arana - ¡Bienvenidos!

          Cuando un nicaragüense emigra, además de su maleta, sus temores e ilusiones, lleva consigo todos sus recuerdos más queridos. C...