viernes, junio 02, 2006

Los famosos duendes de Boaco




Boaco es uno de los departamentos más pintorescos de Nicaragua. Con su vegetación hermosa y espesa, misteriosas cuevas, formaciones rocosas, petroglifos de origen incierto, y pobladores llenos de imaginación e ingenio, cuenta con todos los elementos mágicos necesarios para ser cuna de famosas leyendas y extraordinarios cuentos. En efecto, por ejemplo, los boaqueños no pierden oportunidad para hablar de sus encuentros con pequeños duendes, quienes por generaciones se dice aparecen en las laderas de los cerros, las orillas de los caminos, las cuevas, y hasta los barrios de este hermoso lugar.


   "Los duendes eran unos muchachitos así, pequeñitos, de cotoncita y gorrita roja" se apresura a contar don Toñito García quien vive en Santa Lucía, municipio de Boaco. "Son muy traviesos, le tiraban piedras a uno, le tiraban agua en la cara, pero un día desaparecieron... Creo que se fueron para otro lugar. Una vez los vi desde dentro de la casa. Estaban los dos en este portón. Para mí que eran como chavalitos con caras de viejitos y parecían hambrientos. Cuando me vieron salieron por ahí enfrente y se fueron. Otros de por aquí también los vieron, dicen que eran enamorados de las chavalas, pero eran muy celosos, y cuando ellas se ponían a jalar ellos se iban. No volvían. El gusto de ellos era volar piedras. A veces eran mañosos, pero si robaban eran cosas pequeñas, porque por ejemplo un chancho era un animal muy pesado y no se lo llevaban, pero sí, como le digo, las gallinas, los huevos y otros alimentos."

    Afirma otro lugareño, don José Urbina: “En las cuevas existen los duendes, han sido vistos en esos lugares, salen a las casas vecinas a molestar, si encuentran algo de comida en los cocineros se la comen, y dejan los pequeños pies pintados en la ceniza, además, si en la casa hay alguna chavala llegan a tirar piedrecitas sobre el techo, son bien enamorados.... para que los espíritus burlones se vayan de las casas, se les toca música con violín; ese es el secreto."


Historia de Don Toñito García: Fragmento de "De las ceguas y duendes que se vieron en Santa Lucía" La Prensa, 21 de julio, 2002, Fulvio Espinoza García.

Historia de Don José Urbina: Fragmento de "En Santa Lucía los encantos de la belleza 'suiza'" La Prensa, 13 de julio, 2003, Auxiliadora Martinez.



jueves, junio 01, 2006

La maldición del duende y la Iglesia San Sebastián

Colegio La Asunción y Parque Central de León


Esta historia del sitio donde está la Iglesia San Sebastián en la ciudad de León y su posible maldición, la narra mi amiga Patricia Sobalvarro quien amablemente accedió para que la compartiera en mi blog.

"Resulta ser que existe una Iglesia en León que por nombre lleva San Sebastián. Esta Iglesia está situada costado norte de donde fue la Cárcel La 21, hoy en día es el Museo de Leyendas. Lo que queda de la Iglesia hoy en día es solo ruinas, ya que debido a la guerra surgida en el 79, no se ha vuelto a restaurar...Hace muchos años se comenta que en la localidad de la que hoy en día son ruinas de la Iglesia, era la casa de unas señoras bien distinguidas e importantes que formaban la sociedad de León. Estas señoras llamadas niñas viejas solían dar su paseo rutinario bajo del sol todas las tardes, se sentaban al pie de un pozo, el cual tenían en el inmenso patio, a tejer, a bordar y a realizar un sin número de artes manuales...En uno de esos tantos días rutinarios, se le apareció a una de ellas, a orillas del pozo, un hombrecito pequeño, de muy baja estatura. La llenó de flores, de versos y se arrodilló a sus pies, proponiéndole matrimonio. Al ver semejante figura, la niña vieja salió despavorida del lugar. No sin antes de llenar al personaje de insultos y palabras obscenas, palabras hirientes que le dolieron al hombrecito de baja estatura.

Encolerizado, el que resultó ser un duendecillo maldijo a todos los que habitaban esa casa. Sobre el patio llegaban bolas gigantes de excremento y se les hizo la vida imposible a estas niñas viejas. Para finalizar, la casa la armaron de llamas, y nadie jamás volvió a edificar allí; no hasta entonces que decidieron edificar una iglesia y por nombre le pusieron San Sebastián. Antes de la guerra no les tengo detalles precisos, pero la Iglesia fue dañada por un incendio, fue construida nuevamente, hasta que vino la guerra y dejaron completamente destruida la iglesia...Han pasado años desde entonces y hace poco que retorné a León pude comprobar que la Iglesia San Sebastián sigue en escombros."


Versión tomada directamente de Patricia Salazar y recogida por Martha Isabel Arana - 1ro de junio, 2006.

sábado, mayo 27, 2006

La costumbre de hacerse cegua (o segua)

    Dicen en mi pueblo, que hay mujeres que tienen la costumbre de convertirse en ceguas, con la sola intención de perseguir a los hombres trasnochadores, castigarlos y dejarlos medio muertos del susto, tirados en la calle, todos "jugados de cegua" (tontos o mudos). Se comenta entre las vecinas, que estas ceguas son brujas que vomitan el alma para transformarse en mujeres jóvenes cuyas características son sus cabellos largos de cabuya, cáscaras de plátano verde en la boca y la habilidad de "trabajar en equipo" comunicándose entre ellas a través de silbidos y señas para acosar a su víctima. Pienso yo, ingeniosa idea han adoptado algunas mujeres de nuestra región para combatir a su manera ciertos males de la sociedad como el alcoholismo o la promiscuidad.
La cegua o segua (con la variante "s") es una leyenda que compartimos los nicas con otras regiones del istmo. Por ejemplo, este blog guatemalteco cuenta, además de otras interesantes historias, esta versión muy parecida a la nuestra:

    "Hay varias leyendas de la Segua. Una de ellas cuenta que es una joven muy linda, que persigue a los hombres mujeriegos para castigarlos. Se aparece de pronto en el camino pidiendo que el jinete la lleve en su caballo, pues va para el pueblo más cercano. Y dicen que ningún hombre se resiste a su ruego. Hay quienes le ofrecen la delantera de la montura y otros la llevan a la polca. Para ella es lo mismo. 



    Pero a medio camino, si va adelante, vuelve la cabeza y si va atrás hace que el jinete la vuelva. Entonces aquella hermosa mujer ya no es ella. Su cara es como la calavera de un caballo, sus ojos echan fuego y enseña unos dientes muy grandes, al mismo tiempo que se sujeta como un fierro al jinete. Y el caballo, como si se diera cuenta de lo que lleva encima, arranca a correr como loco, sin que nada lo pueda detener. Otras leyendas cuentan que las Seguas son varias. Y no faltan ancianos que aseguren que cuando ellos eran jóvenes atraparon a una Segua. Pero que una vez atrapada y echa prisionera se les murió de vergüenza. Y que al día siguiente no encontraron el cadáver, sino solamente un montón de hojas de guarumo, mechas de cabuya y cáscaras de plátano."

viernes, mayo 19, 2006

La Llorona

    Si bien esta leyenda es conocida por todos, comparto aquí algunos fragmentos de La Llorona en Milagros Palma: Senderos Míticos de Nicaragua.

    En general la historia se trata de una indita que se enamora de un blanco a pesar de las advertencias de su madre. Queda embarazada, tiene un niño, pero cuando le ruega al blanco que la lleve con él, este se embarca dejándola desesperada y llena de dolor. Furiosa arremete contra la criatura:
    "-Mi madre me dijo que la sangre de los verdugos no debe mezclarse con la de los esclavos.
Entonces se fue al río y votó al muchachito y ¡pam! se oyó cuando cayó al agua. Al instante se oyó una voz que decía:
—¡Ay madre! ¡Ay madre! ¡Ay madre!...

    La muchacha al escuchar esa voz se arrepintió de lo que había hecho y se metió al agua queriendo agarrar al muchachito, pero entre más se metía siguiéndolo, más lo arrastraba la corriente y se lo llevaba lejos oyéndose siempre el mismo lamento: ¡Ay madre! ¡Ay madre! ¡Ay madre!


    La muchacha afligida y trastornada con la voz, enloqueció. Así anduvo dando gritos, por eso le encajaron la Llorona. Ahora las madres, para contentar a los chavalitos que lloran por pura malacrianza, les dicen:
-Ahí viene la Llorona... "


(Selección de Leyendas Nicaragüenses, p. 68)






The Weeping Lady

The people of León Nicaragua tell of this figure of the night that brings terror to the campesinos (peasants) communities with its ceaseless sobbing near the river. The story goes that a woman once had a 13-years old daughter who fell in love with one of the white conquistadores (Spaniard conqueror) back during the times of the original colonization of Nicaragua. They say that the mother told her daughter that she should not mix her blood with that of the “executioners”. Heedless of her mother’s warnings, the young Indian would go to the river to bathe. She found her white-skinned lover there on many occasions and became pregnant. But he had orders to go back to his motherland.

The girl wept desperately so that he would take her with him. The crying and begging became so severe that one day she had an attack and fainted. On awakening the following day, her lover was gone but she found a baby boy by her side. She took him in her arms and with anger she remembered what her mother had always told her: “The blood of the executioner must never be mixed with that of the slaves.” The rage built up to the point that she threw the infant into the river. Right away she realized what she had done, and cried out “Oh mother!” and jumped into the river to save him. But it was too late.

The young mother would walk weeping in the streets, driving people crazy with her wails, and so the people call her “La Llorona”. According to legend, her spirit comes out at night near the river, and one can hear her laments and weeping: “Ay madre..!” (“Oh mother…!”) Others claim she cries out, “Ay, mi hijo…!” (Oh my baby…!”) One thing true though is that many of our grandparents still tell us this story and on hearing a sobbing around midnight, our hair stands on end and our limbs are paralyzed with fear.

Legend translated by Francisco Jarquin


jueves, mayo 18, 2006

La mona enamorada

Fragmento escrito por M. Haydee Brenes Flores

    Fue don Luis Delgado, hoy de 72 años, quien a los 17 se ganó la admiración de todos los vecinos cuando armado de un varejón de jícaro corrió tras una mujer convertida en mona que lo asediaba.

    La supuesta mona era Mercedes, una novia del señor Delgado, originaria de Rivas, que habitaba muy cerca del INA, una empresa de transportes de granos básicos en la cual él trabajaba.

    "Yo comencé a sospechar desde una vez que vine de Granada y pasé por su casa antes de venirme a mi vivienda, y ella me contó de unas cosas que habían pasado aquí. Pensé que había visitado a mi mamá, pero cuando pregunté me dijeron que no había llegado nadie y lo que habían visto era una mona colgada de un palo de jocotes cerca de la ventana de mi cuarto", relató el señor Delgado.

    Sin embargo, la mona continuó apareciéndose en su casa todas las noches. 
Ya cansado, un día que iba a una diligencia observó que venía detrás de él y le digo "ahora sí jo.. vas a irte a tu casa a buscar qué hacer". Corté el varejón y la siguió hasta un zanjón cerca de lo que hoy es Campo Bruce y la apaleó. "Hasta hoy no he vuelto a saber de ella", concluyó su relato el señor Delgado.

Fragmento tomado de Los días del coyote y la mona enamorada, END
2 de septiembre, 2001




jueves, mayo 11, 2006

Los coyotes y el cadejo de el Riguero

 Fragmento escrito por M. Haydee Brenes Flores

    Las mujeres que habitaban el barrio Riguero sentían más temor de las manadas de coyotes que todas las noches pasaban por la calle principal hacia lo que hoy es el barrio Campo Bruce, en ese tiempo un lugar montoso, con puros charrales de papaturros que daban formas a las supuestas apariciones que los hombres
aseguraban se veían por el lugar.



    El cadejo negro era una de las apariciones que más comentario causaba porque decían mataba a los perros que ocupaban los primeros vecinos para ir a cazar venados, conejos, cusucos y codornices. "Este mismo perro negro con ojos
endemoniados seguía por los polvorientos caminos a los que salían por las noches y les eran infieles a sus esposas, se alejaba de ellos hasta que le pedían perdón e intercesión a la Virgen María que les enviaba al cadejo blanco para cuidarlos"comentaron los vecinos.

Fragmento tomado de Los dias del coyote y la mona enamorada - END,
2 de septiembre de 2002

martes, mayo 02, 2006

La Negra Camila

    Famoso es en la ciudad de León el espanto de la Negra Camila. Aunque también me han contado que se aparece en Masaya rondando las calles y haciéndole maldades a los borrachos. Según la leyenda, a como a mí me fue contada, la Negra Camila se aparece con un puro y una botella vacía, ofreciéndose a los bolos que tienen la mala fortuna de tropezarse con ella. Dicen que se divierte con los pobres desdichados, intenta besarlos y cuando los tiene cerca se convierte en un espanto horrible con cara de iguana. Otros aseguran que los quema con el puro en todo el cuerpo, o los hace tomar guaro a la fuerza hasta quedar medios muertos y medios dundos.


    Según los escritos de Edgar Escobar Barba, "en vida ella tuvo su jardín de flores a donde llegaban las muchachas y los muchachos a buscar consuelo en asuntos del amor y que ella les proporcionaba, rematando con alguna flor, y por eso la gente envidiosa empezó a decir que era bruja porque funcionaban sus consejos. Su éxito se lo achacaron a algún pacto con el Uñudo, mientras otras mujeres recurrían por las noches con la Negra Camila para saber de chismes y exagerarlos y solicitar pociones o alimañas para perjudicar a los semejantes que les iba bien en la vida."

    De acuerdo con la versión de esta
leyenda
en Manfut.org, ella solía vestirse de negro hasta el ojo del pie con un delantal en la cintura. Agrega además un dato interesante: "En un rincón de su casa mantenía un "NAGUAL" (que consiste en una hoya, con un garrobo en su interior o podría ser cualquier otro animal). Cuando salía a la calle, llevaba consigo el nagual envuelto en un motete de trapos, para ella el nagual era un amuleto de buena suerte, siempre que andaba en la calle tarareaba una melodía, parecida a la del son del toro (como el del tambor), porombopombo, porombopombo, porombopombo... "

martes, abril 25, 2006

El Barco Negro




Isletas de Granada - Lago Cocibolca, Nicaragua

Cuentan que hace mucho tiempo, ¡tiempales hace! Cruzaba una lancha de Granada a San Carlos y cuando viraba de la Isla Redonda le hicieron señas con una sábana.

Cuando los de la lancha bajaron a tierra sólo ayes oyeron. Las dos familias que vivían en la isla, desde los viejos hasta las criaturas, se estaban muriendo envenenadas. Se habían comido una res muerta picada de toboba.

¡Llévennos a Granada!- les dijeron. Y el capitán preguntó:
¿Quién paga el viaje?
No tenemos centavos, dijeron los envenenados, pagaremos con leña, pagaremos con plátanos.
¿Quién cortará la leña? ¿Quién cortará los plátanos? dijeron los marineros.
Llevo un viaje de chanchos a Los Chiles y si me entretengo se me mueren sofocados, dijo el capitán.
Pero nosotros somos gentes, dijeron los moribundos.
También nosotros, —contestaron los lancheros—. Con esto nos ganamos la vida.
¡Por Diosito! —gritó entonces el más viejo de la isla— ¿No ven que si nos dejan nos dan la muerte?

Tenemos compromiso, dijo el capitán. Y se volvió con los marineros y ni porque estaban retorciéndose, tuvieron lástima. Ahí los dejaron. Pero la abuela se levantó del tapesco y a como le dio la voz les echó la maldición:

¡A cómo se les cerró el corazón se les cierre el lago!
La lancha se fue. Cogió altura buscando San Carlos y desde entonces perdió tierra. Eso cuentan. Ya no vieron nunca tierra. Ni los cerros ven, ni las estrellas. Tienen años, dicen que tiene siglos de andar perdidos. Ya el barco está negro, ya tiene las velas podridas y las jarcias rotas. Mucha gente del lago los ha visto. Se topan en las aguas altas con el barco negro, y los marinos barbudos y andrajosos les gritan:

¿Dónde queda San Jorge?¿Dónde queda Granada?
... Pero el viento se los lleva y no ven tierra. Están malditos.
(Contado por una mujer de Zapatera a Pablo Antonio Cuadra, 1930)

Tomado de Pablo Antonio Cuadra y Francisco Pérez Estrada: Muestrario del Folklore nicaragüense. Fondo de Promoción Cultural - Banco de América (Serie Ciencias Humanas No. 9), Managua 1978.





jueves, abril 20, 2006

Los bultos o aparecidos

    Uno de los espantos más temidos en Nicaragua es el bulto, o aparecido. Estos salen en las noches solitarias a los hombres trasnochadores que cruzan la ciudad o los caminos, apresurados por regresar a su casa. Dicen que los aparecidos son blancos, y que parecieran como una nube o una sombra rodeada de niebla.



    He escuchado algunas versiones diferentes de lo que sucede a los hombres que se tropiezan con el temido bulto. Unos dicen que mueren de susto, otros dicen que quedan dundos o tontos. Enrique Peña Hernández en su libro Folklore de Nicaragua sugiere lo que el hombre “que viene preparado” debe hacer:

   "El indio repuesto de la primera impresión, echa mano a su cutacha de cruz; y, si lleva prisa, avanza rápidamente y la pasa metiendo de punta en la cabeza inconsistente del muerto, incontinenti desaparece éste, como por ensalmo; y se oye el ruido de un mosquero alborotado.

    Si el tunante no lleva prisa, se acerca despacio al bulto acostado, le clava la cutacha en la cabeza y comienza de inmediato a rezar sus oraciones que, aunque las lleva en el bolsillo, se las sabe de memoria. A medida que va rezando, el bulto vaporoso va tomando consistencia y solidez, hasta quedar convertido en un ser humano hecho y derecho, varón, lleno de vida."

    Al hacerse esto, se dice que se efectuó la cogida del muerto. Sin embargo, a los días este ex-muerto se va llenando de tristeza, hasta que finalmente muere de veras, y entonces se dice que murió de pena.

Por eso se sugiere a los tunantes que anden preparados en las noches. Tienen que llevar sus oraciones, y sus cutachas listas, porque si no son vivos, el muerto los puede dejar como jugados de cegua.

martes, abril 18, 2006

La Leyenda de la Carretanagua (Nahua, Nahualt)

La carretanagua, sale en las noches oscuras de mi pueblo, sembrando terror entre los asustados vecinos que aunque no la ven, escuchan su infernal paso por las antiguas calles de la ciudad. 

Dicen que al llegar a las esquinas se esfuma, que no dobla, más bien vuelve a aparecer despacio anunciando una muerte segura en la calle que sigue. Los valientes que se han atrevido a espiar su paso desde la oscuridad de las sombras afirman que va conducida por la Muerte Quirina. Otros insisten que nadie la guía, más que un par de bueyes flacos y huesudos. Va buscando víctimas y carga eternamente las almas en pena de las personas que gozan haciendo el mal de sus vecinos del barrio con sus chismes, maldades y venganzas.

"Por las noches, en el silencio de los caminos solitarios se oye pasar la misteriosa carreta. Los perros y las personas que se atreven a ver aquella carreta nagua quedan con fiebre del tremendo susto de la aterradora visión. Algunos pierden el habla por varios días y hasta se han mencionado casos de muertos por oír el ruido del chirriante paso de la carreta. Doña Julia, habitante del Municipio de Jalapa, Nueva Segovia dice que un día vio una carreta inmensa y en ella dos pasajeros quirinas que llevaban una vela prendida en cada mano. Sus cabezas estaban cubiertas con capuchas blancas, según ella eran las ánimas del purgatorio. Los dos pasajeros solo decían 'reza por mi alma' una y otra vez. Doña Julia no aguantó, dice que la vista de le nubló y perdió el conocimiento. Recuerda que los siguientes días fueron terribles para ella debido a la terrible fiebre y por varios días perdió la voz." (Visto en El país que se nos va)

Otras versiones:
La Carreta Bruja o Carreta Chillona ( Leyendas de El Salvador)
La Carreta sin bueyes (Leyendas de Costa Rica)

sábado, abril 01, 2006

¿Alguna vez viste al cadejo?

    La imaginación del nicaragüense es rica en detalles. En un dos por tres, cualquier persona que no entendió un cuento, lo enredó y lo volvió más sabroso. No existe una plática de amigos, donde tarde o temprano no aflore alguna leyenda y el narrador jure y perjure que eso mismo le pasó a él/ella o algún conocido de su familia. Nunca se sabe si el cuento es verdad, o es mentira, pero en realidad, eso es lo de menos. Todos preferimos deleitarnos con la historia y aprendérnosla bien, porque algún día, seguramente, nos servirá para volver a contarla cuando el asunto de los espantos salga a relucir otra vez.

    Son muchos los nicas que aseguran haber tropezado con el temido Cadejo. Según la versión popular, son dos Cadejos los que deambulan por las calles solitarias de mi tierra. El Cadejo tiene forma de perro, grande, con temibles garras y un sonido especial al caminar. Aparecen al anochecer, y desaparecen cuando los primeros rayos del sol alumbran un nuevo día. El Cadejo Blanco, es guía y protector del hombre que deambula a altas horas de la noche, mientras que el Cadejo Negro es un espíritu maligno. Este último es temible, ya que su aspecto provoca terror con sus ojos que parecen emanar fuego. Del blanco se dice que protege al hombre en contra del negro, quien es su enemigo por naturaleza.



    Una señora amiga de mi familia, estuvo lado a lado con el cadejo blanco. Era de noche, y regresaba a su casa después de acompañar a su abuela en los últimos momentos de su vida allá en su natal Rivas. Como vivía en el campo, tenía que caminar sola a su casa, por un largo trecho. Sentía mucho miedo, pues la noche era oscura, sin luna. Sin embargo, ella asegura, sentía una presencia a su lado, pero no podía ver nada porque el cielo estaba nublado. De pronto, un relámpago le sirvió de guía y aprovechando el destello, quiso comprobar si en realidad caminaba sola. Cuál fue su susto, según me contó, que un perro blanco venía a su lado. Jamás sintió tanto miedo en su vida, pues había escuchado que por esa región aparecía el perro guía. Con mucha suerte corrió que no se muriera del susto, porque en ese momento justo, iba pasando a caballo un vecino de su comarca quien se ofreció a llevarla hasta su casa. Siempre me acuerdo de su relato en las noches oscuras, cuando siento que no estoy sola.


No me extrañ
aría que alguien que esté leyendo mi historia, haya pasado una experiencia similar. Seguramente que sí.


(Historia escuchada en mi niñez -  Julio, 2005)

La imagen es tomada del sitio web de E. Manfut , que me parece que ha hecho un trabajo excelente coleccionando artículos sobre Nicarag
ua.

martes, marzo 28, 2006

El espíritu del tesoro enterrado de Sutiava

En la comunidad indígena de Sutiava, en la ciudad de León, se cree que dos veces al año sale de las aguas tibias del balneario de Poneloya, el espíritu de un tesoro enterrado. Esta aparición nocturna que aparece en semana santa y agosto, tiene forma de un cangrejo gigante, dorado porque es de oro, y con ojos brillantes como piedras preciosas. Recorre el camino que va de Poneloya hasta llegar a Sutiava (variante Subtiava o Sutiaba), dando vueltas en las esquinas principales de la ciudad, cruzando puentes, recorriendo calles, cruzando plazas, esquivando las manos de los más atrevidos que pretenden atraparlo y que al pasar cerca de él, quedan sin poder moverse y mudos por varios días.

Según la historia, la leyenda del "punche (cangrejo) de oro" como es popularmente conocida, nace después que los conquistadores ahorcaran al Cacique Adiac en un gran árbol de Tamarindo que aún se preserva, mudo testigo de los tiempos. Se comenta entre los leoneses que el cacique está encantado y que en la ciudad existe un gran tesoro enterrado. El día que alguien logre capturar al punche, se romperá por fin el encanto y la persona que lo atrape será dueño de todo ese tesoro.

Se dice que esta leyenda fue creada por los Subtiava para preservar su propia identidad que es su mayor tesoro, representándose ellos mismos con las cualidades de este rebelde y astuto animal que no se deja atrapar por nuevas y diferentes culturas.

Foto: "Santo entierro de Sutiava" aceite en canvas,
Santiago Crispín, León, Nic.

viernes, marzo 17, 2006

Cuentos del Cerro de Oro


Don Hilario Vanegas, del Consejo de Ancianos de Sutiaba, en León, nos platicaba de las cosas raras que pasan en el Cerro de Oro que queda por el lado de Abangasca. Parece que ese mismo cerro es el que los indios llamaban Cerro de los Cuatro Vientos.

Cuenta la tradición que allí estaba Adiact, el último cacique indígena, cuando fue apresado por los españoles y asesinado. Bueno, pues por allí pasaba don Hilario una mañana del mes de Noviembre con su carreta cargada de leña cuando faaa..., se le zafó una rueda:


- "Hombre, carajo... ¿cómo hago ahora? ¡Yo no apeo esa leña...! ¡Ah, ya sé, vaya buscar una pluma! Con un ganchito ahí, la palanqueo, la levanto y le meto la rueda". Don Hilario se metió al monte y cuando venía ya con el gancho... : - "Eh... ¿y esa chavala linda? ¡Linnnda la muchacha! De un color bonito y toda vestida de blanco, todo, todo, zapatos y todo.


No más verme me dice: - ¿Ya tiene el ganchito? - ¡Vaaa!, le digo yo. Pero ya la rueda está metida, me dice Hombre... era cierto... ¡Y yo soliiito... ¡ - Hágale la clavija, me dice. Entonces pa, pa, pa yo le hago la clavija y ella me dice:


¿Me va a llevar en su carreta? Si, le digo yo. Se monta en la parte de atrás y yo adelante para ir viendo. En una de esas, cuando la busco, ya no la miré. ¡AAAh... saber! ¡No se crea entonces había cosas...!



- ¡Pues eso que te pasó a vos no es nada comparado con lo que le pasó a un tio mío, por aquel lugar! Le respondio Don Salvador Maradiaga a Don Hilario. Yo no sé si sería cuento o sería real, pero esto me platicó mi tío. Andaba el hombre un día tirando por aquel mismo Cerro de Oro, cuando pasa, tira un venado. Como lo maltiró, va siguiendo la huella de la sangre. Entonces, cuando él endereza la cabeza al tanto de caminar, mira el gran corral de piedra ¡y el poooco de venados que parecía ganado!


En eso estaba cuando se le aparece un hombrecito con un sombrero enorme: ¿Qué es lo que busca, le dice. Un mi venadito que tiré... ¡VOS sos el que está terminando con mis animales!, le dice. ¡Alli está, vaya sáquelo, pero no me vuelva otra vez por aquí, porque me está terminando los animales!


Dice mi tío que como que agarró y como que no agarró aquel animal y salió tirado... ¡No volvió nunca a cazar!

El Cerro de Oro  y otros cuentos pueden ser leídos en la Revista Enlace