miércoles, diciembre 28, 2011

El Muñeco y el Bomaco, animalitos en mi recuerdo

Escrito por Alcides Rojas Chavarría (n. en Managua, 1966)

    En casa de mi abuelita Yeyita (q.e.p.d.), donde viví después del terremoto que destruyó Managua un 23 de diciembre de 1972, hubieron dos mascotas que forman parte del saco de recuerdos gratos que acumuló de mis años maravillosos de niñez. Fueron dos animales emblemáticos, el uno era un gato llamado “Muñeco” y el otro un perro conocido como “Bomaco”.

    “Muñeco” fue un gato de color blanco, pero un blanco perfecto, sin ninguna mancha, sus ojos eran casi rojizos y tenía una cola hermosísima. Era de tamaño tan grande que parecía un gato montés. Con esto quiero dejar claro que "no era cualquier gato", de verdad que era un gato especial.  Era un cazador nato, pero no solamente de ratas y ratones, era capaz de cobrar mejores piezas de caza como garrobos negros, iguanas verdes y conejos de monte. Por lo general, siempre cazaba garrobos subiendo a un árbol de mamón enorme, un 'palencón' que soporto un rayo que lo fulmino durante un 'temporal' en el Chinandega de los años 70.

    Toda pieza cobrada por “Muñeco” no era devorada por él, sino que la llevaba hasta la casa en donde mi prima Cándida (q.e.p.d.) se la preparaba cocinada. Si era un garrobo negro, en una sopa sustanciosa (de la cual muchas veces yo comí); las iguanas verdes eran cocidas y luego desmenuzadas para el gato (para esos años las iguanas verdes no eran consumidas por los Nicas). Los conejos de monte que atrapaba en los maizales cercanos eran una delicia, primero precocidos y luego sofritos en tomatitos "de gallina" que crecían silvestres en las huertas y hasta los patios caseros (los jitomates, hoy en día ya no crecen silvestres) Quiero dejar claro que a “Muñeco” nunca lo vi que se comiera cruda alguna de estas especies, siempre las "entregaba" para su cocción y esperaba paciente su ración de recompensa. Supongo que las ratas y ratones si los devoraba porque aparecían sus restos en el patio. No recuerdo que paso con “Muñeco” porque a partir de 1975 volví a Managua y ya no supe de él.

    “Bomaco” fue un perro de raza "come cuando hay" (pero tengo mis sospechas que cuidado era un mezclado), de buen tamaño, muy fuerte en comparación al perro promedio que convive en el rancho del campesino nicaragüense. Era de color 'canelo claro', con pelo corto, pegado al cuerpo y una cola flexible que terminaba en un mechón blanco en la punta. Su dueño era mi tío Toño y me parece recordar que lo había traído de uno de sus viajes a la ciudad de Estelí, hacia donde viajaba con frecuencia por negocios con un su amigo de apellido Pichardo.  Este perro era un detector natural de garrobos e iguanas, parecía tener un radar incorporado (en NatGeo he visto que en los perros es más desarrollado el sentido del oído que el sentido del olfato) y por esto es que siempre nos acompañaba a "garrobear" en los patios vecinos para que don Eduardo (q.e.p.d.) con su rifle 22 buscará el mejor ángulo de tiro y derribará al garrobo (recuerden que en esos años las iguanas verdes no se cazaban ni para remedio).

    “Bomaco” sobrevivió a dos accidentes de tránsito. Primero, fue atropellado por un auto interlocal que cubría la ruta Chinandega-León que le quebró la pata derecha trasera. El tío Toño se la entablillo con la ayuda de don Chico Mecatero (q.e.p.d.) y después de semanas o meses, le soldó y pudo volver a corretear. El segundo percance lo sufrió con un tractor que jalaba un tráiler lleno de algodón cuando iba rumbo hacia una de las desmotadoras que existieron en el occidente de Nicaragua durante la época dorada del cultivo del algodón. Según dijeron los testigos presenciales, fue increíble como el perro se salvó de ser triturado porque dio una vuelta completa entre la enorme rueda trasera y el guardafango del tractor. Esa vez se quebró la pata delantera... derecha y otra vez lo entablillaron, pasaron semanas o meses y nuevamente volvió a corretear, pero esta vez sí quedo "renqueando" un poco de manera permanente.

    Después de formar parte durante casi trece (13) años de la vida cotidiana en casa de mi abuelita Yeyita, el perro “Bomaco” murió de viejo a mediados de 1986 y fue enterrado al pie de un árbol de Laurel que crecía en el mismo patio.

Días de diciembre, días de navidad


En esta navidad, llena de hermandad
Quiero compartir con ustedes pensamientos de felicidad.

Estos días me traen imágenes del pasado,
En mi niñez veo triquitracas, bombas y algún cachiflín carbonizado,
Que fueran quemados por algún despistado niño de mi poblado,
Que  encendiera la mecha cuando pasaba don  Inocencio vado,

Para nosotros esas travesuras nos causaban risa,
Sin entender a esa edad, que eso luego nos traerían momentos de prisa,
Cuando la vida nos enseñara, que cada acción no se borra como tiza.

Los años pasan volando,
por ello las ideas en mi mente vienen entrando.

Una vez me regalaron un tambor, 
 pero pronto lo rompí con un tenedor,
Al año siguiente me dieron una bola de hule, era roja y estrellada,
También pronto fue desollada,
Ah! pero cuando me trajeron aquel robot,
Me sentí como aquel actor del espacio, el Sr. Spot.
Lo acaricié, lo admiré y en la noche lo guardé,
Pasaron los días, dejó de moverse, y por eso me intrigué,
Agarré un desatornillador, un martillo y lo desarmé,
Pero el problema fue, que al no saber armarlo, mi impaciencia desperté,
Y el día de hoy, no recuerdo donde lo boté!.

Pasaron los años y me hice mayor,
Un diciembre recuerdo, estuvo lleno de verdor,
Conocí a una nena, que me aceleró el corazón como motor,

Les digo un secreto… yo creí que era un ángel terrestre,
Era inteligente, bonita y su piel clara olía a pino silvestre,

Fue un amor de juventud…tierno, inocente!,
Pero el color de sus labios, aun los tengo en mente!.

Fue mi novia solo doce días,
luego partió a otro país en unas polillas,
quise seguirla,  pero el destino me dijo: Pensá en otras cosillas!
No te irás de aquí, porque tenés que hacer planillas!

Aquí les dejo pues,
Mis motivos para amar este mes,
Esperando que este domingo si podés
Abraces a un hijo o a tu esposa si querés,
Y le digas al oído, sos mi vida, sos como mi tez,
En estos días navideños te amo tanto y te amaré mucho después,
Cuando la vida de este mundo pase, y llegués donde el buen Juez,
Para esperarme, si es que me voy tiempo después.

Pintura "Bailariana" y escrito de William Ampié Silva.

lunes, noviembre 07, 2011

"Las Patronas" - historia de unas valientes mariposas

     Esta es una historia sencilla de mujeres con un gran corazón.  Tan grande que en él caben miles de indocumentados hambrientos y sedientos que cruzan todos los días las vías del poblado donde ellas viven.  Como un gesto de humanidad y amor al prójimo, ellas les ofrecen un poquito de esperanza a esos seres humanos que como única maleta llevan un futuro incierto, la carga de la soledad y el miedo.  Por eso quise escribir acerca de "Las Patronas", porque el tema me toca como estoy segura que lo tocará a Ud también al conocer su historia.

    "En un punto de Veracruz, los inmigrantes centroamericanos encuentran una pequeña esperanza:  Las Patronas, unas mujeres valientes mexicanas, les aguardan al pie de las vías para entregarles comida y bebida, tren en marcha, día a día durante los últimos 15 años.  Este es el argumento del corto "El Tren de las Moscas" de Nieves Prieto Tassier  y Fernando Lópes Castillo."

(presione para ver el cortometraje)


"Cada año centenares de miles de emigrantes atraviesan Centroamérica en su éxodo al Norte.  Viajan pegados al techo de un tren o entre la herrumbre de los vagones. Recorren miles de kilómetros durante semanas, en condiciones infrahumanas, arriesgando su vida: No hay vuelos para los ilegales, ni futuro...Muchos no llegarán a ninguna parte.  Según un informe de Amnistia Internacional, unos 10.000 inmigrantes sin papeles fueron secuestrados por el crimen organizado en el primer semestre de 2009 y 60.000 fueron deportados "voluntariamente", sin que fueran suficientemente informados de sus derechos.  Seis de cada diez niñas y mujeres son violadas durante su viaje clandestino desde Centroamérica a EEUU. Otros muchos, sencillamente, desaparecerán anónimamente en una fosa común."

 Fragmento tomado del

(presione para escuchar la canción)

Letra de la canción "Día a día"

Viajan en trenes cerrados,
sobre el techo, sin abrigo,
al sol tienen por testigo,
tratan mejor al ganado

Llegar a Estados Unidos
para mejorar sus vidas
no les queda otra salida
alguien les ha convencido

Día a día las patronas
preparan comida y cena
para mitigar las penas
de los que todo abandonan

Migra y mara les persiguen,
hambre, lesiones y muerte,
casi nadie lo consigue,
esa es su mísera suerte

Son unas pocas mujeres
de un enorme corazón
que les dan pan con amor
por donde pasan los trenes

En Córdoba, Veracruz
unas patronas hermosas,
muy valientes, mariposas,
dan al migrante su luz

"Las Patronas"

jueves, noviembre 03, 2011

El Judío Errante


    En los campos de Nicaragua se acostumbraba tiempo atrás después de comer el día Viernes de la Semana Santa la típica "sardina picante del Indio Moctezuma" con arroz, frijoles fritos y plátanos cocidos, o una olorosa tortilla de maíz recién sacada del comal, disfrutar de una rica jícara de tiste acompañada de la clásica almíbar "semanasantera" preparada a base de mangos, jocotes güaturcos, trozos de papaya, marañones, canela y clavos de olor acaramelados con varias tapas de dulce de caña, sentarse todo el mundo a esperar a partir de las tres de la tarde el clásico "cordonazo" de la furia del Cielo con relámpagos y truenos al momento de expirar Jesús en la Cruz en el Calvario y otear el camino para ver pasar la figura del Judío Errante; aquel zapatero sin corazón que una tarde le negó a Jesús una silla en su taller para reposar su cansada anatomía y que por eso fue condenado a vivir recorriendo errante los caminos del mundo hasta la llegada del Juicio Final...

    A decir verdad, las pocas veces que pasé los días de la Semana Santa allá en la finca cercana a Puerto Somoza nunca vi ni escuché nada extraordinario con relámpagos ni truenos; pero lo que sí es cierto es que a partir de las tres de la tarde del Viernes Santo el viento soplaba en las copas de los árboles arrancando notas a las ramas que semejaban gemidos y un remolino de viento parecía dar forma multicolor de figura humana a las hojas secas y el polvo del camino que se fundían con el agobiante vapor "semanasantero" que surgía de las entrañas de la tierra... ¿Cobraba vida quizás así en los caminos solitarios de los montes pinoleros la leyenda del Judío Errante? 

miércoles, noviembre 02, 2011

Poema al Genízaro de Nagarote

!Genízaro, tú eres el símbolo de la humanidad, y estás enlazado a su historia,
desde el principio de su trayectoria. Genízaro del bien y de la amistad.
Tú estas con nosotros los nagaroteños, te llevamos en el alma y estas presente,
Te rendimos tributo, es nuestros sueños,
Los nagaroteños estamos pendientes.
Vive de cara al cielo y en tu tierra
Nadie puede igualarte su linaje
El símbolo de paz sobre la guerra,
Y adorna a Nagarote de su paisaje.

Al llegar la lluvia fuerte,
Se desprendió la rama y cayó al suelo,
No pudo resistir los mas fuerte,
Pidiendo clemencia al cielo.

Extendió su divina mano
Como un noble anciano,
En el parque pasan los caminantes,
Tendiéndole el brazo suplicantes
Le pido que me ayuden, mi historia se viste,
El 31 de diciembre les doy alegría y derroche,
Hoy los nagaroteños están dolientes y tristes,
El 16 de octubre fue el silencio de la noche.

Profesor José Angel Palacios Pérez.

martes, octubre 11, 2011

El gritón

    Bueno, y es que a mi abuelo le salió de todo, él era perseguido por El Cadejo, a él le salió El Mosmo, a él la Chancha Encaitada, La Mona, El Gritón, a éste así lo llamaban porque antes así se comunicaban los campistas, con gritos, para saber quién andaba “poraí”, ese señor que quedó sin cabeza era un hombre que andaba buscando unas vacas que se le habían perdido, hay andaba montado en su caballo gritando: ¡Hay va hom! se metió a la espesura de la selva en el cerro El Chonco y con mala suerte que el caballo se asustó por los rugidos del tigre que andaba cerca y sale a todo galope el animal y pasa por unos bejucos que estaban colgados y le pasa arrancando la cabeza al pobre hombre y el caballo se desnuca, así andaba sin cabeza y todavía montado en su caballo.

    Mi abuelo lo escuchaba de vez en cuando, hasta que un día se topó con él. Esa noche lo escuchaba bien cerca ¡Hay va hom! gritando, y rápido se puso su chaqueta de dril al revés y sacó su cordón bendito y lo puso de frente con la mano estirada en dirección de los gritos y El Gritón pasó de largo, solo la sombra miró pero aun así pudo observar que el hombre no llevaba la cabeza.



Sí, es que antes todo era monte, montaña espesa y muchos campistos desaparecieron sin dejar rastros, ese cerro El Chonco era selva casi impenetrable, de todo animal había, abundaban los venados, las guardas tinajas, los cusucos, todo eso, la gente tenía bastante para comer, no padecían de hambre, hasta frutas por todos lados había, ahí estaban los árboles llenos de frutas, si estaban cerca de una casa, solo pedía permiso y cortabas hicacos, mangos, mandarinas, fruta de pan, aguacates y otra más. A los animales los cazaban con perros y algunos que tenían escopetas. Pero el garrobo no se comía, se miraban los grandes garrobones, iguanas verdes grandotas, ¡Ah! Pero se tenía uno que cuidar de los animales feroces como los tigres y leones que ahí vivían. Con el deslave de 1960 eso quedó todo pelado, poco a poco se fue recuperando, pero ya no como antes por la misma gente que comenzaron a despalar para cultivar. Pero antes del deslave ese cerro estaba resguardado por los duendes.

Tomado de Cuentos y Mitos de Nicaragua: los cuentos de mi abuela en Facebook.
Mauricio Valdez Rivas.

Foto cortesía de José Rafael Burgos C./Moralimpia.net


domingo, octubre 09, 2011

El gallo pinto nicaragüense… abovecultura gastronómica...


Escrito por el Dr. Juan Espinoza Cuadra
México
Octubre de MMXI
 Semilla de cereal expandido en el seudotrapecio nicaragüense, de norte a sur, imprescindible desde lo mínimo y básico hasta lo frívolo. Un chef adorna cada platillo con el arroz, vistiéndolo mestizo y encaratulándolo anglosajón, a la de Batman y Robin, con el frijol. Leguminosa y cereal, cereal y leguminosa, la mezcla astral. Desde la preparación, en la sartén, la lámina plana con su premonición alisea de los bordes, el fuego en la hornilla, el aceite caliente, los trozos picaditos de cebolla se queman infundiendo un aroma sobrenatural. Eriza la piel el crujir. El aroma penetrado desde la infancia, recorre ciclos interminables de acontecimientos y detalles. La señora de la fritanga, la empleada que nos convida, el restaurante que en su detalle del menú, lo hace Señor de la ansiada ingesta. El gallopinto es una sola palabra, sin separación. La mezcla es el secreto de cada anfitrión. Seco, transparente, aromático, se sirve con delgadas tajadas de plátano verde. Crujen en la mar de aceite, suspendidas las más fritas, en el fondo las recientes y el cazo hierve en la lumbre y trasciende el bálsamo las cuadras, las casas, los ranchos, las distancias. El amarillo dorado corona con espigas de trigo al soberano gallopinto. Desde cada hacienda, en lo mejor, o desde cada potrero humilde, llega a los changarros, el queso para freír. Chontales con su olor a ubre de vaca, sus caballos prominentes, de pasos cadenciosos, militares…. la manada, el rebaño, la leche tibia… las moscas, el lodo, las peripecias para trasladar los kilos de los quesos variados… y otra vez, la palangana inundada de aceite y el crujir para salir los trozos dorados para degustar el sabor. No se desestima nada. La carne molida resulta en albóndigas deliciosas, morenas como las mujeres de la tierra, cobrizas de piel y acento como la madre tierra. Así son las bolitas de carne, deliciosas como las tardes-noches de cualquier fritanguería, en León, Managua, San Marcos o Diriamba. Moreno el Sol en sus destellos sobre las aceras, mestizo el mantel, las viandas frescas de jitomate y col. Del plátano también el vinagre que adereza la sazón. El gallopinto es un umbral transitado por los iniciados, paladar compuesto de agua del Río San Juan, de la tierra del volcán, en las laderas del Mombacho se siembra la yerbabuena, el ajonjolí, la nicaraguanidad. Con un vaso grande, como las olas de Masachapa, se llena de chía y tamarindo, para acompañar cada bocado de chile, la cucharada. En la comidería, todos son conocidos, compartiendo los triunfos y las derrotas del día, el gallopinto es la unión, el vértigo, la razón, el enlazador de títulos profesionales con las más humildes profesiones. El tenedor y la cuchara solo se baña cada vez de la arremetida y lo usa el diputado bastardo y el profesional educado. Yo no creo en la política porque soy un soñador, pero sí creo en mis hermanos, el electricista, el barrendero, la marchanta, el vendefrutas, la señora de la tienda del barrio, el que recoge la basura, pues todos, comemos gallopinto. Yo llegaba a mi casa, aguardado por mis hijos, para sentarnos a comer gallopinto. Cuando me descasé, mantuve el recuerdo. En el río Coco mojé mis pies una tarde oscura, cuando en mi reloj marcaba el final de otra aventura. Doña Iguana, con su derrotero de arrugas, me recibió con una sonrisa desdentada. Me ofreció una tortilla caliente, su casa corrompía el ambiente a cebolla, arroz y frijol. Fue la última vez de uniforme verde olivo y de botas militares embarradas de lodo e impotencia. Matilde, el nombre de mi madre, otro nombre como Josefa, Bertha, Norma, Mayra, Marlene, Paola o Esvetlana, aguardaba a su hijo, con la mesa servida de tajadas verdes fritas, queso dorado por las brasas del fogón, y una lluvia pertinaz de olvido.
Visite su blog de poemas:
http://poemasdejuanespinozacuadra.blogspot.com
 

Blog de Narrativa:
http://juanespinozacuadranarrative.blogspot.com/


Blog de Martha Isabel Arana - ¡Bienvenidos!

          Cuando un nicaragüense emigra, además de su maleta, sus temores e ilusiones, lleva consigo todos sus recuerdos más queridos. C...