martes, septiembre 06, 2005

La promesa del más allá




Cuando éramos pequeños, muchos de nosotros escuchamos alguna vez la creencia que uno no debía jugar a decir que regresaría después de la muerte, ni en broma, porque esas promesas se tienen que pagar.

Eso precisamente, le sucedió a la abuelita de Didi, quien me narró la siguiente historia:

"Esto me fue contado por mi abuelita que en su vida le sucedieron cantidad de cosas. En su infancia mi abuelita solía jugar con una vecina que vivía al cruzar la calle de su casa. Un día entre juego y juego, la niña, que no recuerdo su nombre, le preguntó a mi abuelita si ella creía en los espíritus y mi abuelita le dijo que no le hablara de esas cosas porque a ella le daba mucho miedo, pero la muchachita siguió insistiendo, hasta que le dijo … Si yo me muero Monchita (así se llama mi abuelita) te voy a salir y me voy a sentar en tu cama.

Al oír eso, mi abuelita le suplicó que no lo hiciera y se fue corriendo a contarle a su mamá, quien le dijo que no hiciera caso, que solo la estaba molestando. Al cabo de unos días la amiga de mi abue cayó gravemente enferma y murió. Mi abue no fue al velorio porque su mamá le dijo que estaba muy chica para andar en esas cosas y la dejó al cuidado de su abuelita. Cuando ella se acostó sintió de repente que algo se sentaba en su cama. Cuando levantó la cabeza vio a su amiga que la miraba fijamente. Dice que fueron segundos, pero que para ella fueron interminables, y ella recuerda que llamaba a su abuelita, pero que nadie la escuchaba. Empezó a rezar suplicándole a su difunta amiga que la dejara tranquila y de repente desapareció, dejándola a ella con alta fiebre y un susto que jamás pudo olvidar.

Te cuento que mi abuelita siempre nos decía que nunca hagamos ese tipo de promesas, porque el día que uno se muere tiene que cumplirla."

(Versión tomada directamente de una señora chinandegana y recogida por Martha Isabel Arana 6 de septiembre, 2005.


Foto tomada del grupo Conozcamos Nicaragua de Facebook.

lunes, septiembre 05, 2005

Cuentos de Ceguas

La experiencia de don Chico Mercado

“Pues resulta que eso fue un Viernes Santo como a las doce de la noche. Me fui a la orilla de la Isla Seca a comprarme una botella de guaro. Ya andaba algo sesereque y me vine para mi casa. De repente detrás de mí vi dos mujeres que me seguían y que se carcajeaban... Sentí miedo, y para disimular me detuve a encender un cigarro... Pero las risas seguían... Se me espeluznó el pelo y el pellejo se me puso como de pollo. Eran unas mujeronas altas, vestidas de negro y como encapuchadas. Había un tabaquillal, y allá por aquel palito de sauce me agarré con una de ellas. Me defendía con un machetillo que andaba, pero sentía que los golpes que daba era como que los diera con una hoja de chagüite. De repente llegó la otra mujer y me golpeó también a pescozones.
Corrí como pude y llegué a mi rancho. ‘Ve Chicó’ —me dice la mujer— ‘que andás acompañado’. ‘No’, le digo ‘Pues es que acaban de pasar dos objetos por ahí buscando para Las Pencas, iban en grandes risotadas’. Le conté mi aventura y me dijo: ‘Esas eran las ceguas’”. “Me acosté y al día siguiente que la mujer me vio me preguntó: ‘¿Bueno y esos morados?’”. “Es que me pegaron las ceguas”, le dije y me quedé echando sebo serenado por mucho tiempo. Y como les conté a varios me quedaron diciendo “El Jugado de Cegua”. 
Lo que vivió Don Toñito García
“La mujer vaga que quería salir de cegua se ponía una como máscara, que podía ser un gran guacal con hoyos, el pelo era de cabuya o de burillo con colguijos de olote, usaba una gran bata como ‘La Gigantona’, pero lo que más culillo daba era un pitazo agudo que daba con un pitillo chiquito de barro. Eran mujeres que se enamoraban de los hombres, pero si ellos no les hacían caso, se juntaban, dos, tres o cuatro para asustar al desamorado. Se venían a medianoche escondidas rodeando al hombre y pitando desde la distancia. El hombre creía que era una sola mujer que podía salir desde varios lugares, a veces se volvía loco o quedaba baboso y la gente le decía “Jugado de cegua”. 

Don Toñito vio una cegua...." Yo estaba cipote, tenía como ocho años. Era ya al entrar la noche en el riíto. Había luna llena, pero con bruma. Yo miraba a una mujer, como lavando, y cuando pasé cerca ella se lanzó una carcajada aguda, burlesca, como de loca. “Jaaa, jaaa, jaaa”, y a mí se me pararon los pelos, me entró repelo. La cegua se salió del agua e hizo ademán de llamarme y después de seguirme. No sé de dónde saqué fuerzas y salgo en “barajustada” hasta la casa. Nadie me creyó que había visto a la cegua. Pero ahora entiendo que no eran espíritus malos, y a lo mejor hacía cosas buenas, pues algunos bolos que las vieron dejaron el guaro. ¡Santo remedio! Otros dejaron de ser mujereros, y muchos vagos se compusieron. A lo mejor eran contratadas por las mujeres y madres de los perdularios.... La cara era como de calavera, se le miraban hundidos los ojos. En el pelo andaba una como corona de chagüite, la cosa era como la gigantona, pero la gigantona es una muñeca, y esa era una mujer. Nunca la capturaron a pesar de que asustó a muchos. Pasaba por acá, yo nací ahí. Ella pasaba por ese callejón, venía de Boaco, era una cegua boaqueña. "


Mario Fulvio Espinosa

domingo, septiembre 04, 2005

El Diablo me salió viniendo de Altagracia

Anécdotas como la siguiente abundan en nuestro país. Son muchos los que cuentan que han visto espantos de todo tipo caminando como si flotaran, y hasta pidiendo raid o aventones a los que transitan por allí. Especialmente en la noche, cuando la oscuridad y la soledad parecieran disfrutar, siendo cómplices de las carreteras y caminos desolados, donde estas apariciones macabras parecieran andar en pena.

Mi amiga Carol me compartió esta historia ocurrida en una conocida carretera hace algunos años:

"Nosotros vivíamos en el kilómetro 28, 1/2 de la carretera vieja a León. La familia de mi papá vivía en Altagracia. Después del colegio mi papá nos llevaba a mis hermanos y a mí a la casa, y él se regresaba a Altagracia, sobre todo los fines de semana que salía a tomar con sus hermanos y amigos. Pues él cuenta, que en una de esas salidas, ya regresando a la casa a media noche, se detuvo en una cantina a tomarse la última cerveza. Cuando se iba a subir a su microbús, un señor humilde, así sencillo como de campo, pero con unas uñas largas, le pidió un aventón, y mi papá decidió llevarlo. El cuenta que iban platicando amenamente hasta que llegaron a la casa y cuando volteó a decirle al señor:" hasta aquí llego amigo", sin haber detenido el microbús, ni mucho menos escuchado ruido de la puerta, ¡cuál fue su susto que el viejito ya no estaba!

En ese momento no las sé cuántas cervezas que se había tomado, se le fueron ¡quién sabe adonde! Hasta ahora a mí me suena como que fue producto de la borrachera, pero de la misma manera en que yo sostengo eso, él sostiene que no fue borrachera y que lo que pasó es que ¡le salió el diablo! Yo recuerdo que esa noche él nos despertó para contarnos lo que le había pasado y la verdad no se miraba tan borracho. Claro con semejante susto ya hasta de goma estaba, pero el asunto es que él sigue contando la misma historia sin perder detalle y asegura que eso sucedió de verdad."

 
(Versión tomada directamente de una muchacha de Managua y recogida por Martha Isabel Arana - 4 de septiembre, 2005)

Los cuentos de don Mariano

Un caballo cadenero y una vaca cachona es lo que asegura don Mariano Escorcia Pineda vio en su juventud, durante alguna noche fresca en las décadas pasadas de San Ramón, pueblecito al norte del departamento de Matagalpa.


Don Mariano nació en 1927 e insiste que tiene edad suficiente para conocer algo de lo que usted quiera saber. ...“A mí me contaban que en San Ramón, después que todo el mundo cerraba sus puertas y apagaban sus candiles, se escuchaba en la calle principal el relincho de un caballo que al galopar arrastraba unas cadenas, la gente valiente se asomaba y no miraba nada...En cierta ocasión que alquilé una casa sobre esta calle, en tiempos de la primera 'Reina', yo lo comprobé. Una noche oí que ese caballo se metía en mi solar, escuché como que se sacudían las cadenas cuando le quitaban la albarda... pero cuando me asomé no había nada... Era un fenómeno invisible, sólo se oía el resoplido del caballo y el sonar de las cadenas al ser arrastradas.


¿Y qué me dirá de esta otra? Yo tenía una mi novia aquí y venía a verla desde una finca que teníamos en Guadalupe, a unos siete u ocho kilómetros de San Ramón. Resulta que una vez iba para la finca como a las doce de la noche montado en mi bestia. Pero en un lugar que le dicen La Cascajera me sale una vaca, una vaca enorme de tamaño pero más enorme de cachos, cada cacho tenía aproximadamente un metro. Yo vi rara a la vaca porque me miraba con odio, entonces con la rienda la amenacé y vi que ella cabeceaba para embestirme, saqué mi pistola y le iba a pegar un balazo, pero reflexioné: 'Hombre —dije—, puede ser que esta vaca tenga dueño.' Vengo y busco como pegarle otro cohetazo y la vaca se va, brinca un potrero y desaparece, pero más allá, como a medio kilómetro me aparece otra vez. Platicando después con unos señores de la misma Guadalupe me dijeron: ´Hombré, es cierto, si esa vaca a mí también me salió, yo vi también esa vaca, es cachona y así, así y asá."

Relato de D. Mariano Escorcia es un fragmento de "Los cuentos de don Mariano y el incrédulo de don Beto" escrito por Mario Fulvio Espinosa
La Prensa, 19 de octubre del 2003

Una petición inusual

El señor Denys Rocha me proporcionó este relato acerca de una inusual petición que recibió una costurera vecina, en alguna noche tibia de aquellas hermosas de nuestra tierra. Muchas gracias mi estimado Denys por compartir tus recuerdos. Debo admitir que mi curiosidad no cesó hasta llegar al final de la historia.

"Había una costurera que pasaba cosiendo hasta altas horas de la noche en su casa de tablas que estaba frente a la entrada trasera de la nuestra, al otro lado del callejón. Una noche que estaba trabajando con la puerta abierta, se presentó una mujer pelo largo a solicitarle le hiciera un vestido. Era una petición inusual por lo avanzado de la noche. La costurera dijo, después, que la mujer trataba de esconder el rostro con el pelo y que su voz era débil y casi apagada. En aquel momento, dice que sintió repelos y escalofríos en todo su cuerpo ante la súbita aparición de aquel extraño ser. Inmediatamente, se levantó de su asiento donde estaba sentada y le pidió a la mujer que saliera porque iba a cerrar la puerta y que regresara al día siguiente. Cuenta la costurera que cuando la mujer dio la vuelta para salir, vio como el espantajo se desvanecía poco a poco mientras caminaba, hasta convertirse en una mona. Desde entonces, nos dijo, "he dejado de trabajar de noche y para evitar futuras apariciones diabólicas he puesto palmas benditas en las puertas de la casa." 


Versión tomada directamente de Denys Rocha y recogida por Martha Isabel Arana, 2005.


Foto: "Madre Nicaragüense" - Acrílico sobre tela, Hilda Vogl

sábado, septiembre 03, 2005

La maldición del zopilote

Leí esta historia del señor Aníbal (Univision, 2005). Me encantó el relato. Creo que es precioso conservar y compartir con los demás los cuentos sabios de nuestros abuelos. Después de que él me diera permiso de copiar su texto, aquí lo reproduzco, tal como él lo escribió:

"Me cuenta mi abuela que eso de ser calvo no se debe a la herencia genética, ni a ninguna enfermedad o microbios en el cuero cabelludo, y que los que están pelados de la frente, únicamente se debe a la maldición del zopilote. Cuenta ella que en los años de 1930-35 en el rastro (matadero) había un zopilote que se pasaba el día entero comiendo de las tripas y demás porquerías que los que cortaban en pedazos las vacas o cerdos botaban en la basura.
Que los muchachos espantaban a los zopilotes tirándoles piedras y que muchas veces algún zopilote era herido en la cabeza por alguna pedrada.

Así fue que un buen día un zopilote fue matado a pedradas y antes de morir el zopilote dejó como herencia a la viejita las patas para bordón (bastón con que se sostienen al caminar) y a los viejos les dejó lo pelado de la frente, y es por tal motivo de esta herencia maldita que a muchos hombres la calva les llega hasta la espalda y como al zopilote les brilla al sol lo pelado de la cabeza. Y si usted no quiere creerme hasta una canción del folklor le han dedicado, escúchele y después me dice si o no."


 (Historia recopilada por Martha Isabel Arana - 2005)






viernes, septiembre 02, 2005

La culebra y la señora



Me relataron esta semana una historia que ocurrió en Boaco, en una de sus tantas comarcas... "Le sucedió a una señora que vivía con su esposo e hija de 2 meses en una humilde casa. Ella acostumbraba a darle el pecho a su niña por las noches, pero ellos nunca percataron que en los predios de su casa merodeaba por las noches una culebra, la cual se dejaba guiar por el olor de la leche materna de la señora. 

 Durante toda una semana la culebra se subía por los reglones del techo y se bajaba suavemente cuando la señora se quedaba dormida dándole el pecho a su hija, y despegaba a la niña del pecho de su mamá metiéndole en la boca su cola mientras ella disfrutaba de la leche materna, sin hacer ni un mínimo movimiento brusco. La señora no se explicaba el llanto de la niña después de darle de mamar toda la noche. Por tanto, a la siguiente noche ella no se quedó dormida, pero en un descansar de ojos descubrió el motivo del llanto. Al percatarse de la presencia de la culebra, ella gritó, pero la serpiente, al estar concentrada con el pecho de la señora, no prestó ni la mínima atención del grito, y de inmediato el esposo llegó al cuarto y le dijo la señora que no se moviera mientras él iba por un objeto que le ayudase a despegar a la culebra del pecho. Regresó y lo arrojó tratando de no darle a la señora y la niña, logrando su objetivo. La culebra huyó sin volverse a aparecer. Desde esa vez, la señora jamás se volvió a quedar dormida cuando le daba el pecho a la niña.


Foto tomada de CityPictures

La aparición de Popoyuapa




Íbamos a pagar una promesa a Popoyuapa (En Popoyuapa, Rivas, hay un santuario donde cada Viernes de Dolores, una multitud de carretas hacen una famosa romería).  Alquilamos una carreta y toda la chavalada nos unimos para acompañar a mi abuela.  Como me mareaba me sacaron al final de la carreta en donde añadieron una tabla.  Nelly Gorgona y yo nos quedamos en la tabla.  De pronto apareció un señor que conocíamos todas y se agarró de la estaca de la carreta.  Le dijimos: ¿por qué va a pie?  No entendimos lo que contestó... iba con la cabeza baja e iba vestido con una cotona blanca.  Como vimos que no quería hablar, no lo invitamos a nuestra comida ni nada.  Cuando llegamos a Popoyuapa, una vecina que estaba en la iglesia nos dijo: ¿saben quién se murió anoche?  Don Evaristo, el señor que cuidaba la hacienda de los mangos.  Nelly dijo, saben? Ese señor iba agarrado de la estaca de nuestra carreta anoche.  No dije nada, quedé traumatizada porque era la que más le había dirigido la palabra sin recibir más que balbuceos... me dio fiebre y me tuvieron que regresar en bus, por casi 8 días no quise comer.  No piensen que es broma.  El real.

Historia narrada por la Sra. Francés A. Rivas y recogida por Martha Isabel Arana el 2 de septiembre de 2005

Fotografía del sitio Chavalos

jueves, septiembre 01, 2005

De porqué comemos Indio Viejo

Los primeros habitantes de las islas del lago Cocibolca, habían llegado del Anahuac en busca de la tierra prometida. Habiéndola encontrado se habían instalado en ella y la llamaron Ometepetl que quería decir Dos Cerros.

También poblaron la otra isla cercana pero más pequeña. La llamaron Chomitl-Terramitl conocida después como Isla del Zapatero o Zapatera. Esta isla la habían convertido en un santuario, dedicado a los teotes.

Un día, muchos años después que la vida rutinaria de paz y tranquilidad había sido alterada por la llegada de muchas personas extrañas a ellos, toda la comunidad estaba reunida. Celebraban las fiestas con mitotes e iban a comenzar a comer. Habían preparado un marol que consistía en una comida hecha a base de carne cocida y después desmenuzada y sofrita con cebolla y chiltoma (chile verde). El sabor del marol se lo daba la masa de maíz —coloreada con achiote— condimentada con yerbabuena y naranja agria que le daban el gusto especial.

Uno de los presentes se acercó a uno de los ancianos que tranquilamente fumaba su tabaco y con expresión preocupada le dijo : -Se acercan unos extranjeros. Con la palabra extranjero se referían a aquellas personas —con pelos en la barga y cabello ensortijado- extrañas a su cultura y a su raza. Todos dirigieron la vista hacia el camino y efectivamente montados en sendos caballos se acercaban dos españoles. Las reglas de la hospitalidad que practicaban y nunca transgredían eran ofrecer alojamiento y dar de comer al viajero. Pero ellos no querían compartir la comida con personas que ese momento no eran de su agrado. Siendo gente de paz, no querían la guerra pues sus ancestros habían abandonado el Anahuac a causa de ella. Pero no podían ser amables con los responsables de que algunos de sus hombres fueran despedazados por los perros, otros fueran tomados como esclavos y llevados en barcos a países lejanos de donde nunca más regresaban.

-¡Ya llegan!- dijo de nuevo. –¿Qué hacemos?

El anciano muy pensativo no respondió. En ese momento se acercaban los dos montados y bajándose de sus caballos se acercaron a los comensales.

-¿Qué comen?, preguntó uno de ellos, sonriendo muy contento.

El anciano se levantó de su lugar y caminando lentamente se acercó y les dijo. -Indio viejo. Vamos a servirles.

-¿Indio viejo? ¿Qué es eso?

El anciano sin inmutarse respondió : -Anoche el más viejo del consejo de nuestra comunidad murió, después de una larga…

Los dos extanjeros asombrados se miraron mutuamente y uno de ellos interrumpió al anciano.
-No. gracias. No tenemos hambre. Vamos de paso.

Se dirigieron a sus caballos, se montaron y se alejaron del lugar. El anciano siempre sereno y sin ninguna emoción reflejada en su rostro, permaneció de pie fumando y viéndolos alejarse hasta que los perdió de vista. Desde entonces ya no comemos marol sino Indio viejo.


Maritza Corriols
"La Leyenda del Indio Viejo"
La Prensa Literaria, 10 de agosto, 2002
Foto tomada de www.vianica.com

lunes, agosto 29, 2005

Supersticiones de mujeres embarazadas

Las supersticiones desempeñan un papel importante en Nicaragua cuando nos referimos al tiempo de gestación. Las siguientes creencias son una recopilación de entrevistas hechas a mujeres nicaragüenses tratando este tema. Cabe señalar que no todas las mujeres de nuestro país creen o actúan basadas en estas supersticiones, pero muchas otras personas sí, porque las han aprendido por tradición oral y son parte relevante de nuestra cultura. Durante el embarazo, algunas supersticiones son: No se debe tomar jugo de naranja porque esta fruta es muy fresca y puede provocar infección. Es decir, provoca fiebre en la madre y mal olor en la sangre a la hora del parto; Si la madre es expuesta a un eclipse, el bebé saldrá manchado. Las manchas de un eclipse solar son rojas, las manchas de un eclipse lunar son azules o negras. Las mujeres embarazadas no deben salir de la casa ese día, y si lo hacen, deben vestirse de negro y ponerse ropa interior roja. También se dice que los niños expuestos a un eclipse solar nacen con labios leporinos y si son expuestos a los eclipses lunares, nacen sin bracitos o piernitas, especialmente si es luna llena; Una mujer en período de gestación nunca debe sentarse con las piernas cruzadas porque el cordón umbilical puede ahorcar al bebé; No es recomendable que se le diga a otras personas cuantas semanas exactamente se tiene de embarazo. La razón es simple: si alguien quiere "hacer un mal", la persona con mala fe puede "amarrar al feto", el embarazo será complicado y el cordón se le enredará al niño en el cuello; Si la madre sangra durante el embarazo y es soltera, se dice que tiene una crisis nerviosa. Si es casada y sangra, entonces el esposo deberá tener contacto sexual con ella más seguido para lubricarla porque esa es seña que su parto será seco; Las madres en espera no pueden recibir malas noticias, no pueden ser asustadas, no deben usar zapatos de tacón alto, no deben tomar bebidas alcohólicas, ni tomar café, ni fumar porque el bebé se "le puede venir", es decir, puede tener un aborto. Debe dársele cualquier antojo que tenga porque si no el niño puede salir con la boca abierta, o empezar a sangrar o tener mal parto; No es recomendable que mire fotos de personas feas, porque el niño puede salir igual. Tampoco deberá burlarse de los defectos físicos de otros, porque su hijo puede salir con el mismo defecto. Algunas veces, otras mujeres de la familia hacen juegos para adivinar el sexo del bebé. Por ejemplo, le hacen a la mujer embarazada la prueba de la cuchara y el cuchillo. Esto funciona así­: una mujer cubre el cuchillo y la cuchara con una manta o una tela, y los pone ambos separados en un sofá o dos sillas. Después que los ha colocado, llama a la embarazada y le pide que se siente en cualquiera de los dos. Si ella se sienta encima del cuchillo cubierto, la criatura será un varoncito, si se sienta en la cuchara, será una niña.

domingo, agosto 28, 2005

Supersticiones de mujeres embarazadas (2)

    Entre los campesinos, algunas supersticiones relacionadas al trabajo de parto son las siguientes: Al comenzar el parto, se enciende una candela, y cuando ésta se apaga, ya el niño debe haber nacido. Otra costumbre es la de colocar la leña en sus fogones de forma opuesta al sitio donde la madre está teniendo al bebé, para que el parto sea más rápido. Si le cae líquido amniótico al bebé en los ojos, se puede quedar ciego. Si tiene hipo, se le pone un algodoncito, pedacito de tela o pelo de la madre con la saliva de ésta en el centro de la frente del niño. La fe es muy importante, especialmente cuando hay complicaciones en el parto. Si alguna partera está ayudando a la madre, además de aceite de oliva y té, se reza y se encienden candelas o velas a San Ramón Nonato, que es el patrón de las parteras y los bebés que están por nacer.

    Existen supersticiones que tienen que ver con la placenta. De acuerdo con Irene Spreafico en su artículo "le parteras empíricas" (abril 2,2002), el ritual con la placenta es un tratamiento contraceptivo. La partera le pregunta a la madre si desea tener más hijos. Si la madre "acepta el tratamiento", la partera hace tres nudos en el cordón umbilical que permanece colgado de la placenta. La placenta se entierra en un hoyo en el patio de la casa, o entre las raíces de un árbol grande. Si la madre aceptó el tratamiento, entonces la partera pedirá que el cordón con los tres nudos se deposite en lo más profundo del hoyo, con la placenta encima. Algunas parteras creen que la placenta debe ser enterrada bajo el sol, no en la sombra, para que la madre se recupere más rápido.

    A continuación, algunas supersticiones que se refieren a los días que siguen al parto: Las mujeres no pueden ver la luz del sol, ni estar expuestas al viento, ni tomar bebidas heladas por lo menos 40 días después del parto. Para sacar coágulos de sangre se recomienda que se tome miel con licor. Si la madre está amamantando no deberá comer yuca, frijoles, huevos, repollo ni pepinos porque le puede dar cólicos al niño. Las madres no deben tomar refrescos congelados para que no les quede el vientre abultado. No podrá hacer trabajos domésticos, ni cocinar cerca del fogón o cocina por lo menos por dos semanas. No podrá usar maquillaje para que no se le manche la cara. No podrá verse en el espejo por largo tiempo porque se puede marear. Bajo ninguna circunstancia deberá tener relaciones con su pareja en los primeros 40 días. Si sufre de depresión deberá tomar manzanilla para relajarse. Se debe tener especial cuidado que a los bebés no se les "caiga la mollera". (En el tiempo de antes algunas mujeres tomaban a los niños por los pies, y poniéndolos boca abajo, les golpeaban los pies, para sacarles "la mollera" si se la miraban hundida.) Si una mujer en su período de menstruación visita a un niño recién nacido, lo puede enfermar. Otras personas tienen la vista tan "fuerte" que pueden provocar "mal de ojo" en los bebitos de forma voluntaria o no, tal es el caso de hombres borrachos u otras mujeres embarazadas. Cuando el niño/a está "ojeado", le da fiebre alta sin razón aparente. También les puede dar diarrea, lloradera, se ponen pálidos, tristes, con los ojitos chiquitos y llorosos. Cuando esto sucede, muchas madres optan por llevar al bebé donde alguna bruja blanca. En general el tratamiento se basa en juntar ruda con licor y rociar o escupir al niño con esta mezcla para después envolverlo en una sabanita tibia para que no le de el aire. Para prevenir este mal, los recién nacidos son vestidos con ropita roja o pulseritas rojas de coral para evitar el infortunio. Esta creencia es compartida por la mayoría de los países en América Latina, aunque la manera de evitar el mal de ojo difiere en cada región.

Folk Healers in Latin America - Midwifery in Nicaragua
by Martha I. Arana

sábado, agosto 27, 2005

Creencias populares

(León, Nicaragua)

Pasar debajo de una escalera trae mala suerte.
Barrer de noche, corre el dinero.
Abrir una sombrilla dentro de la casa, indica que no te casas.
Quebrar un espejo o mirarse en un espejo quebrado, 7 años de mala suerte.
Cuando una embarazada le pica un alacrán, el niño nace mudo.
Si te barren o lampacean (trapear) los pies, no te casas.
Matar un gato trae mala suerte.
Soñar con pescados, indica tener dinero.
Mujeres embarazadas no pueden ver un eclipse.
Cuando un pájaro güis canta, es porque viene visita.
Soñar con casamiento, trae muerte.
Cuando el fogón suena, vas a recibir visita.
Cuando te encuentras con el cadejo
blanco te libera del negro
y te regresa a casa.
Soñar con aguas sucias o con culebras trae pleitos y disgustos.
Cuando los perros aúllan a media noche, es porque miran al diablo.
Al amanecer si te levantas con el pie izquierdo, tendrás un mal día.
Si te pica la palma de la mano, tendrás dinero.
Cuando te pica el oído izquierdo, están hablando mal de ti y para que esa persona se muerda su lengua tu te tienes que morder la tuya o el cuello de tu camisa.
Ponerse ropa interior roja el 31 de Diciembre trae buena suerte.
Si te acuestas con sed, tu alma se levanta a tomar agua y si un gato se la come tú te mueres.
Recibir el año nuevo frente al mar y sin ropa, recibes todas las energías positivas.
Cuando una mujer anda con su menstruación y te besa los ojos, te enamoras de ella.
Si comienzas a comer en un lugar y te mueves, tu ángel de la guarda se pone triste.
Si te pegan un Sábado de gloria, crecerás.
Tener un imán entre tu dinero es buena suerte.


Recopilado por el Lic. Mario Granados
Artista Nicaragüense del Folklore y la Danza
Fuente: LeonOnLIne

jueves, agosto 25, 2005

Otras supersticiones

* Cuando alguien asoleado o agitado mira a un recién nacido, lo enferma. (Le da sol o le pega calor)

* Si una persona en estado de ebriedad o de "goma" (cruda) mira a un tiernito, lo enferma.

* Las personas con la vista fuerte, son capaces de parar una culebra con la mirada y de enfermar a los recién nacidos.

* Las mujeres embarazadas no deben amamantar a otro niño porque lo pueden enferman ya que la leche pertenece al bebé que está en su vientre.

* La planta Sábila, es delicada como los recién nacidos. Si alguien con la vista fuerte la ve, se muere.

* En los negocios no se debe dar crédito a la primera venta del dia.

* Cuando los güises cantan se espera visita.

* Cuando uno mira un perro orinar le da orzuelo. La mejor cura para esto es pasarse la cola de un gato por los ojos, por tres días. También se recomienda frotarse el dedo índice en la palma de la mano y ponérselo en el ojo.

* Cuando las gallinas cantan de noche, alguien del barrio muere.

* Muerte en esquina, trina. Los vecinos de alguien que fallece temen que pronto mueran más personas en esa manzana.

* Si hay un enfermo en la casa y la gallinas empiezan a cacarear es seña que esa persona va a morir.

Blog de Martha Isabel Arana - ¡Bienvenidos!

          Cuando un nicaragüense emigra, además de su maleta, sus temores e ilusiones, lleva consigo todos sus recuerdos más queridos. C...