viernes, julio 13, 2007

Quién causa tanta alegría?

Nicaragua es un país rico en costumbres y tradiciones. De todas ellas, una que sobresale y con gran devoción celebramos la mayoría de pinoleros es la Gritería o Purísima. A través de esta fiesta que se celebra el 8 de diciembre rendimos homenaje a la concepción inmaculada de la Virgen Santísima.

De acuerdo al origen de esta fiesta, el historiador Edgardo Buitrago Buitrago escribe, "Muy a principios del siglo XVIII, los Frailes Franciscanos que ocupaban el antiguo convento en honor de San Francisco -donde hoy es el Instituto Nacional de Occidente- celebraban en diciembre novenarios en honor a la Inmaculada Concepción, y era tanta la gente que llegaba que no cabía en el templo ni en el atrio y viendo el entusiasmo y devoción del pueblo, instaron a la gente para que rezaran en sus casas a fin de que nadie se quedara sin rezar...."

Comenta la señorita Teresita Ramírez Parajón que "su tatarabuela, doña Magdalena Valdivieso... refería: que en la Iglesia de San Francisco se celebraban las novenas de la Purísima desde mucho antes de la Independencia... y que siendo pequeñita conoció en poder de una anciana lavandera y de otras personas, imágenes de la Virgen de las obsequiadas por los franciscanos. Unas eran de china y otras de barro cocido que, aunque algo toscas, eran fiel imitación de la Inmaculada."

El Dr. Edgardo Buitrago añade además que nuestro poeta Rubén Darío en su autobiografía también hace mención a esta celebración: "A ambas (las hijas del General don Álvaro Contreras) había conocido en los días de mi infancia en casa de mi tía Rita. Eran aquellas con quienes bailábamos y con quienes cantábamos canciones en las novenas de la Virgen en las noches de diciembre."

Fragmentos de la monografía "Las Purísimas" Edgardo Buitrago Buitrago, página 106 vía la edición de la Novena de la Purísima: ¿Quién Causa tanta Alegría? ¡La Concepción de María! Breve reseña histórica, antología y cantos. Presentación por Pbro. Sergio Soler Lorío. Fecha de impresión noviembre 2004.

Nostalgia por la Gritería




Quisiera hoy contemplarte
noche nicaragüense
a la hora en que tu cielo
se enciende de colores,
en la grandiosa fiesta
del 7 de diciembre.
Quisiera hoy contemplarte
suelo nicaragüense
al tiempo que los bronces
de todas tus iglesias,
en devota oración,
rememoren alegres
el augusto misterio:
La Limpia Concepción
de la Virgen María.
Más la distancia cierta
solo permite ahora,
que vuele el pensamiento
a presenciar la fiesta
de pólvora que otrora,
llenaba de alegría
mi infantil fantasía.
¡Cómo te extraño ahora!
nicaragüense cielo!
En la noche sublime
de nuestra "Gritería"
en que ángeles y hombres
festejan a María.
¡Cómo te extraño ahora
nicaragüense cielo!
Cuando lejos de tí,
y sumergida en recuerdos
solo puedo decir:
Mientras yo aliente vida,
donde quiera que esté,
el 7 de diciembre
de leonesa raigambre
jamás olvidaré.

Emma Fonseca C.
(Caracas, Dic 1987)

Crédito Fotográfico: Uday Misra

miércoles, junio 06, 2007

La tragedia de las señoritas bonitas

       Fragmento escrito por Mario Fulvio Espinoza     

    Hay otro relato. El de una señora de alcurnia que se hacía rodear de las muchachas más bonitas de Chinandega y El Viejo. Cada año para la época de Semana Santa ya estaban todas invitadas para ir a Puerto Arturo, una gran hacienda ganadera que todavía está ahí. 
 
    Todas las muchachas más bonitas de El Viejo y Chinandega se iban a veranear a  Puerto Arturo. Ella tenía una lancha grande, como para cuarenta o cincuenta personas, y en ella se iban a pasar el día a la Isla del Padre Ramos. 
 
    Un día, sin que se sepa cómo, la lancha naufragó y todos perecieron, hasta los marineros. Así se generó un gran misterio sobre la muerte de las señoritas. 
 
    
Lo curioso es que varias personas se han ahogado ahí y el cadáver aparece a los dos o tres días, pero esas señoritas nunca aparecieron. Lo único que apareció fue un  papelito que andaba una de ellas donde estaban copiadas dos canciones de moda, una decía: “Muñequita linda, de cabellos de oro, de dientes de perlas, labios de  rubí”, la otra se llamaba “Ramona”, canción que ya tiene por lo menos ochenta años. 
    
    La lancha era manejada por tres marinos. Andaban por lo menos veinte chavalas.  Fue uno de los misterios más raros en la historia de Nicaragua y que nunca se ha logrado dilucidar. Porque ya casi todos los que vivieron en ese tiempo son  fallecidos. Eso pudo haber sido entre 1938 y 1940. Lo del Padre Ramos fue antes, como en 1902 ó 1903. 
             
    Esas muchachas eran hijas de gente acomodada de aquí de El Viejo. Algunos dijeron que eran monjas, pero no, no eran gente de monasterio. La anfitriona de ellas se  llamaba doña Aurita Sáenz, era la matrona y la que invitaba cada año a ese paseo.  Ese era su placer y ella se esmeraba en que fueran las más bonitas. 
              
    La desaparición de toda esa gente quedó en el misterio puro, porque los cadáveres nunca aparecieron. Eso está un kilómetro adentro de la entrada de Padre Ramos, si  la marea estaba para el lado del mar, tendrían que haber aparecido esos cadáveres.
              
    Yo tengo más o menos 60 años de estar ahí en el estero, lo conozco como mis  manos. No hay un lugar ahí que yo no conozca. Si se ahogaron cuando la marea estaba en creciente los cadáveres tenían que haber aparecido en todas las propiedades que hay más adelante, como Santa Rita y otras. 
 
    Aquella tragedia apareció en muchos periódicos del mundo. 
             
    Y nació una leyenda de ánimas. Todavía hay quien dice que todos los Viernes Santos, a las doce de la noche, se ven unas luces emerger sobre las aguas del Estero del Padre Ramos, y caminan sobre el agua hasta la punta de tierra. Algunos valientes han ido a ver y no encuentran nada. También llegaron sacerdotes a  conjurar, pero nada, nadie apareció. 
              
    Para salir de dudas se pidieron los servicios del doctor Paguaga. 
              
    El doctor Paguaga era el mejor espiritista de Nicaragua, tenía su clínica en León y  todos decían que era un hombre eficaz, un hombre que impresionaba a todo el  mundo. Tenía una gran clientela en Nicaragua, y que yo sepa ha sido el más  sobresaliente mesmerista que ha tenido el país. 
              
    Pues ahí llegó el maestro Paguaga. No recuerdo el nombre, pero era muy buen amigo mío. 
              
    Llegó para invocar los espíritus de las fallecidas y averiguar cómo había sido el  naufragio y el porqué de tanto misterio. Llegó como tres veces con la misma misión,  pero parece que no obtuvo resultados positivos. 

    Lástima que al pasar el tiempo haya olvidado los nombres de las personas que se  ahogaron, porque yo me los sabía toditos, pero ya es parte de otra tragedia que ya es mía, porque sucede que al pasar el tiempo siento que han aumentado mis  conocimientos a través de las experiencias de mi vida, pero también son muchas las cosas que paulatinamente voy dejando en el olvido. 

Fragmento tomado de: La paradisíaca Isla del Padre Ramos, vista en su entorno, escenario de leyendas y misterios, La Prensa, 21 de abril de 2002


miércoles, diciembre 20, 2006

El rostro más querido de Nicaragua


El rostro más querido de Nicaragua, la patrona de mi tierra, la Santísima Virgen María, brilló en mis manos esta mañana. Su presencia en mi hogar la recibí directamente de Doña Emma Fonseca Castillo quien amablemente me enviara la segunda edición de su libro La Purísima en Nicaragua.

¡Cuánta información tan detallada acerca de nuestra tradicional celebración de La Purísima! Una verdadera joya para todas aquellas personas que sentimos un llamado a conservar nuestras tradiciones. Historias, poemas, cantos y hasta recetas me han llevado a escudriñar página por página queriendo aprenderlo todo en una sola tarde.

Muchísimas gracias Doña Emma por regalarnos a mi familia y a mí sus conocimientos plasmados en esta obra. Las nuevas generaciones que orgullosas queremos conocer un poco más de nuestra cultura, aceptamos con gusto su legado de amor y comprendemos que es nuestra responsabilidad heredar y transmitir la enseñanza que hoy estamos recibiendo.

jueves, octubre 19, 2006

A don Sinforofo le salio el diablo

Fragmento escrito por Humberto Osorno Fonseca
La Noticia - 27 de agosto de 1946




A don Sinforoso Nata (Sevilla) le salió el diablo en una ocasión de la manera siguiente: una hermosa noche de verano en que había una espléndida luna, don Sinforoso había salido junto a sus amigos con guitarras, mandolina y violín para poner serenatas a las muchachas bonitas, cosa que hacían todas las noches porque eran aficionados a la música y unos terribles enamorados.

Una noche como a las dos o tres de la madrugada los parranderos se separaron por el barrio de El Rastro y tomaron el camino a sus casas, pero don Sinforoso, que vivía al otro extremo de la ciudad, tenía una larga travesía y al pasar por donde estaba la Casa del Águila, en la esquina opuesta reconoció una enorme piedra que arrastró hasta allí la corriente cenagosa del aluvión.

Vecina a esa piedra estaba una casa mediagua en cuya puerta reposaba sentada una hermosa mujer peinando sus largos cabellos negros. Al verla don Sinforoso, que era un empedernido tunante, se dirigió a ella y después de saludarla de manera romántica, comenzó a requerirla bajo la espléndida luz de la luna sin que le rechazara una sola palabra, ni los manoseos aplicados a la bella desconocida. Entonces don Sinforoso la invitó a dormir porque era muy noche. Ella pronto obedeció y se levantó del asiento, que metió dentro de la casa, diciéndole al Romeo que pasara adelante.

No terminaba aún de hablar cuando don Sinforoso había entrado y al abrir los brazos para abrazarla, la hermosa mujer se transformó en una enorme llamarada de fuego y de pronto desapareció. El tunante quedó impávido sin poder hablar. Haciendo las cruces salió corriendo y rezando las oraciones que se sabía. Al alcanzar las trescientas varas, desde la mediagua se oían grandes jajayos de mujer y resonaron en el silencio fuertes voces que decían: “Adiós Sinforoso Nata, que ni el diablo se te escapa,

Fragmento tomado de Cuentos de la Managua antigua, articulo de Francisco Gutierrez Barreto
END, 19 de octubre de 2006.

Foto: Skyscrapercity

martes, agosto 01, 2006

El espanto de la cañada

"Cuando en 1980 me enviaron a alfabetizar a Nueva Segovia, me ubicaron en San Fernando, una finca ganadera que queda en el mismo municipio de San Fernando, Nueva Segovia. Como a tres kilómetros de la finca, vivía una familia a la que tenía que dar clases y eran de noche, ya que por el día el jefe de la familia trabaja en el campo, y a como es todo campesino nicaragüense, pues las clases se tenían que dar cuando el jefe de familia estuviera en casa.


    Para llegar a la casa de Don Simón, tenía que tomar una cañada, que me llevaba hasta su casa. El recorrido lo hacía a caballo, que me prestaban de la finca, para poder cumplir con las clases. Cuando comencé a dar las clases de noche, una de las ancianas de la finca me dijo que me cuidara en mi recorrido, ya que en esa cañada asustaban, que si escuchaba voces, no volviera a ver para atrás, ya que si lo hacía, al volver la vista al frente, tendría al espanto sobre mi cara.

    Varias veces, escuché que me silbaban o escuchaba como si me llamaran, pero nunca le tomé importancia, puesto que el humor de los campesinos nicaragüenses, es muy peculiar en ese sentido, les gusta asustar. En realidad tomé lo que me dijo la anciana como un cuento más de camino. Don Simón, me decía, al tomar la cañada de regreso, como a las 8 de la noche, que me pusiera la cotona al revés, para burlar los espantos. Tampoco nunca le hice caso, ya que tomaba eso como cuentos de camino, porque venía de la ciudad y no creía en eso.

Un día me quedé más de lo debido en casa de Don Simón, porque la conversación con él y su hermano estaba muy amena. Cuando me di cuenta eran las 11 de la noche, así que decidí tomar camino hacia la finca. Cuando monté en el caballo, Don simón me volvió a decir, que me pusiera la cotona al revés, y no le hice caso. Tomé camino hacia la finca. Como a un kilómetro de la casa de Don Simón, el caballo se paró en seco y no quería avanzar, hice varios intentos de quererlo hacer avanzar y fue imposible. Me recordé lo que me había dicho el señor Simón, de ponerme la cotona al revés, lo hice y le solté las riendas al caballo, que acto seguido salió a todo galope. Me aferré a la albarda lo más fuerte posible, yo pensé que el caballo se me había encapotado( así dicen los campesinos, cuando un caballo no quiere dejar de correr), esta vez si escuché las voces cerca de mí, me llamaban con mi nombre, me decían 'Heyy miraaá, Fernandooooooo' Escuché silbidos, hasta sentí que alguien me seguía, llegué a la finca, desmonté el caballo, me fui al albergue que nos habían dado, que era una cabaña, donde se guardaban las herramientas, albardas, y utensilios de la finca. Dejé el caballo, entré a la cabaña, miré mi cena que estaba servida como siempre, y mis otros dos compañeros, pues dormidos. Cuando acerqué el candil, para comer, no sé que me dio y volteé a ver mi cotona. Mi susto fue grande al ver que la cotona que me había puesto al revés, estaba normal. Tenía 13 años de edad, me dieron escalofríos, dejé la cena y me metí en mi hamaca, hasta el día siguiente.

Le comenté a Don Pedro que era el mandador, y la respuesta fue '
no jodás, no sos el primero.'"


(Versión tomada directamente de Fernando Emilio Sandoval Baca y recogida por Martha Isabel Arana)



La Taconuda

    El municipio de El Crucero en Managua no solamente es conocido por su clima favorable, su cerámica y por ser una de las zonas cafetaleras más importantes de Nicaragua, sino también por las historias que nacen de las narraciones y vivencias de sus pobladores. Además de sus ceguas, brujas y sus misteriosas casas embrujadas, esta zona es famosa porque alberga uno de los espantos más famosos y temidos del lugar: La Taconuda.

    Según Ninoska Chacón, este
espíritu maligno que bien podría ser protagonista de cualquier libro de terror, es un "remedo huesoso, hediondo y escalofriante de una mujer de quien se decía que 150 años atrás había muerto trágicamente a manos de un familiar y que desde entonces aterroriza a los cortadores de café". Por otro lado, Eduardo Manfut nos cuenta que La Taconuda "es una mujer de 7 pies de estatura, joven, pelo largo que le llega hasta la pantorrilla, delgada, zapatos de tacón altos y curvos, de cara seca, de ojos hondos labios pronunciados pintados y risueños, chalina negra, bustos respingados, vestido blanco con un fajín de plata y hebilla cuadrada grande y un cintillo dorado en el pelo...cuando pasaba dejaba un gran aroma de perfume y por eso la identificaban, pero no a todo hombre se llevaba."


    Esta espantosa aparición con cuerpo de mujer, se aparece entre los cafetales nicaragüenses aprovechando las sombras de las noches frescas de esta región. No se sabe con exactitud como luce, lo único que es comentado con acierto, es el terror que provoca a quienes tienen el infortunio de ser los elegidos por ella. Tras escuchar su risa macabra entre los cafetales, algún hombre o capataz de alguna finca desaparece misteriosamente, y a la mañana siguiente amanece como atontado o dundo, mudo completamente, desnudo o peor aún, muerto con una mueca de terror clavada en su mirada perdida.