Fragmento escrito por Mario Fulvio Espinoza
Hay otro relato. El de una señora de alcurnia que se hacía
rodear de las muchachas más bonitas de Chinandega y El Viejo. Cada
año para la época de Semana Santa ya estaban todas invitadas
para ir a Puerto Arturo, una gran hacienda ganadera que todavía
está ahí.
Todas las muchachas más bonitas de El Viejo y Chinandega se iban
a veranear a Puerto Arturo. Ella tenía una lancha grande,
como para cuarenta o cincuenta personas, y en ella se iban a pasar el día
a la Isla del Padre Ramos.
Un día, sin que se sepa cómo, la lancha naufragó y
todos perecieron, hasta los marineros. Así se generó un gran
misterio sobre la muerte de las señoritas.
Lo curioso es que varias personas se han ahogado ahí y el cadáver
aparece a los dos o tres días, pero esas señoritas nunca
aparecieron. Lo único que apareció fue un papelito
que andaba una de ellas donde estaban copiadas dos canciones de moda, una
decía: “Muñequita linda, de cabellos de oro, de dientes de
perlas, labios de rubí”, la otra se llamaba “Ramona”, canción
que ya tiene por lo menos ochenta años.
La lancha era manejada por tres marinos. Andaban por lo menos veinte chavalas.
Fue uno de los misterios más raros en la historia de Nicaragua y
que nunca se ha logrado dilucidar. Porque ya casi todos los que vivieron
en ese tiempo son fallecidos. Eso pudo haber sido entre 1938 y 1940.
Lo del Padre Ramos fue antes, como en 1902 ó 1903.
Esas muchachas eran hijas de gente acomodada de aquí de El Viejo.
Algunos dijeron que eran monjas, pero no, no eran gente de monasterio.
La anfitriona de ellas se llamaba doña Aurita Sáenz,
era la matrona y la que invitaba cada año a ese paseo. Ese
era su placer y ella se esmeraba en que fueran las más bonitas.
La desaparición de toda esa gente quedó en el misterio puro,
porque los cadáveres nunca aparecieron. Eso está un kilómetro
adentro de la entrada de Padre Ramos, si la marea estaba para el
lado del mar, tendrían que haber aparecido esos cadáveres.
Yo tengo más o menos 60 años de estar ahí en el estero,
lo conozco como mis manos. No hay un lugar ahí que yo no conozca.
Si se ahogaron cuando la marea estaba en creciente los cadáveres
tenían que haber aparecido en todas las propiedades que hay más
adelante, como Santa Rita y otras.
Aquella tragedia apareció en muchos periódicos del mundo.
Y nació una leyenda de ánimas. Todavía hay quien dice
que todos los Viernes Santos, a las doce de la noche, se ven unas luces
emerger sobre las aguas del Estero del Padre Ramos, y caminan sobre el
agua hasta la punta de tierra. Algunos valientes han ido a ver y no encuentran
nada. También llegaron sacerdotes a conjurar, pero nada, nadie
apareció.
Para salir de dudas se pidieron los servicios del doctor Paguaga.
El doctor Paguaga era el mejor espiritista de Nicaragua, tenía su
clínica en León y todos decían que era un hombre
eficaz, un hombre que impresionaba a todo el mundo. Tenía
una gran clientela en Nicaragua, y que yo sepa ha sido el más
sobresaliente mesmerista que ha tenido el país.
Pues ahí llegó el maestro Paguaga. No recuerdo el nombre,
pero era muy buen amigo mío.
Llegó para invocar los espíritus de las fallecidas y averiguar
cómo había sido el naufragio y el porqué de
tanto misterio. Llegó como tres veces con la misma misión,
pero parece que no obtuvo resultados positivos.
Lástima que al pasar el tiempo haya olvidado los nombres de las
personas que se ahogaron, porque yo me los sabía toditos,
pero ya es parte de otra tragedia que ya es mía, porque sucede que
al pasar el tiempo siento que han aumentado mis conocimientos a través
de las experiencias de mi vida, pero también son muchas las cosas
que paulatinamente voy dejando en el olvido.
Fragmento tomado de: La paradisíaca Isla del Padre Ramos, vista en su entorno, escenario de leyendas y misterios, La Prensa, 21 de abril de 2002