jueves, septiembre 23, 2010

El duende invisible de Tecolostote, Boaco

    "La superstición está reinando en la casa de la señora Amelia Tercero Morales, la verdad es que nadie lo sabe, pero su vivienda en Tecolostote misteriosamente está siendo apedreada a cada momento, en horas del día y de la noche.  Esta pequeña comunidad está ubicada en el departamento de Boaco, la "casa embrujada" está situada a la orilla de una zanja donde los vecinos aseguran haber visto durante las noches una luz verde. Supuestamente, la luz verde se para en la zanja, se mantiene un tiempo parpadeando y desaparece sin dejar rastro alguno.


    Mientras la misteriosa luz aparece en la zanja, sin saberse de qué tumbo, caen insistentemente piedras de gran tamaño sobre la casa de la señora Tercero Morales.   Lo más curioso es que desde el 9 de enero la casa está siendo apedreada por un supuesto "duende invisible".  Las tejas y tablas están quebradas.  La superstición se ha hecho colectiva en Tecolostote, ya que casi todos los habitantes del pueblo que llegan a la casa escuchan el rebote de las piedras y algunos hasta han sido golpeadas por ellas."

Noticia tomada de La Prensa, lunes 18 de enero de 1971:  Casa embrujada provoca pánico en Tecolostote.

miércoles, septiembre 22, 2010

Como se extraña la Patria

    Ese País que has dejado atrás, con sus vivencias, con sus tradiciones y sus leyendas, con esa música  que te enardece los sentidos cuando la escuchas, que hace que a tus ojos acuda el agua del mar reflejados en el brillo de tus lágrimas, esa música que te pone el corazón chiquito inhalando suspiros de nostalgia y exhalando dolor y sentimiento, amor y pérdida, pensando |Cuando podrás volver|


    Qué tristeza se siente cuando escuchas el Himno Nacional de tu tierra y cuántos recuerdos corren desbocados a tu memoria.

    Sentir que envejeces, que los años van pasando sin poder volver a oir el golpetear de la lluvia en los tejados o en el zinc, esa música de la naturaleza que infunde alegría  a nuestros campos, el olor a tierra mojada, el grito jubiloso y esperanzado de los vendedores ambulantes, que llenan tus calles con diferentes sonidos. El olor a leña de nuestros fogones, y las frutas, hasta estas son más dulces porque tienen el amor impregnado en sus raíces.

    Si tienes mar, como sientes el murmullo de las olas en tu corazón, el frescor de los ríos, cómo recuerdas aquellos días de fiesta, con tus familiares, vecinos y amigos. Aquellas tardes que pasabas sentada en la acera de tu casa, meciéndote en una silla abuelita, conversando y tomando tu vaso fresco de limonada.
    
    
    Cuánta sencillez, espontaneidad y nobleza hay en las gentes de nuestro país.
|Con que alegría te dan los buenos días|

    Hoy te duele la distancia y aflora en ti más que nunca el deseo de volver.

    Al compás de las incomparables canciones de mi tierra, Nicaragua, nicaraguita y del almendro d onde la Tere, de Carlos Mejía Godoy, de la pelo e maiz de Otto de la Rocha, de barrio de pescadores de Erwin Krüger, la mora limpia de Justo sánchez y de los valses inmortales de José de la Cruz Mena, te dejo  esta lección de amor a tu patria, a la mía, a la de todos los que vivimos ausentes de nuestra amada y sufrida NICARAGUA.

    Esta es una lección de vida, que nos enseña a soñar en que un día vas a regresar… Pero que ya nada va a ser igual.

    Esta es una lección de vida, de amor, coraje, resolución y esperanza .

®A. M. S. C.


lunes, septiembre 20, 2010

El oscuro pecho del zanate


Por William Grigsby Vergara
 Segundo Lugar, Concurso Cuentos de Patria (2008)

    El zanate tenía los ojos tristes y llorosos, estaba al fondo de un árbol madroño, cubierto por el verde follaje de aquel coloso natural. El árbol sintió que las lágrimas del pájaro resbalaban por su corteza oscura, y entonces le preguntó en su tono ronco y profundo: ¿qué te pasa, pequeño zanate?

    El zanate hizo un largo silencio y cerró su pico, hasta que decidió responderle al árbol que lo increpaba: “Sucede que nadie me quiere como ave nacional, todos prefieren al guardabarranco”. Ante la respuesta del pajarillo, el árbol madroño acomodó sus hojas, meció sus ramas para estirarse mejor, y dijo en un tono despreocupado y sabio: “Amigo zanate, debés aceptar las decisiones de nuestros antiguos héroes nacionales, quienes eligieron al guardabarranco como ave nacional”.

    Sin embargo, el zanate continuó con la voz casi apagada, musitando su dolor: “Madroño, vos que sos grande y hermoso, nadie te hace competencia entre los demás árboles, ni el roble, ni el eucalipto, ni el chilamate. Sos el indiscutible árbol nacional. Yo, en cambio, no soy tomado en cuenta como un ave digna de representar a la Nación”, concluyó el zanate, cabizbajo y herido.

    Entonces el madroño decidió desprenderse del suelo con sus enormes raíces, y le dijo al zanate: “Te llevaré ante la estatua de Andrés Castro para consultarle a quién prefiere como el ave nacional, ¿qué te parece?” Entonces el zanate aceptó —con cierto temor— ser llevado por el árbol madroño ante la estatua de Andrés Castro, en la Hacienda San Jacinto.

    Luego de varias horas de caminar y caminar, el árbol madroño llegó con el zanate en sus hombros hasta la estatua del famoso héroe nacional. Entonces el madroño le habló a su compatriota histórico: “Amigo Andrés, el zanate de plumas negras desea saber si preferís al guardabarranco como ave nacional, o si lo preferís a él”. Entonces Andrés Castro abrió sus ojos de cemento, soltó la piedra que tenía en la mano y reflexionó en voz alta: “Amigo madroño, yo creo que el zanate y el guardabarranco merecen ser respetados por todos los nicaragüenses, pero el guardabarranco es un ave más colorida, y tiene más oportunidades de ser el ave nacional”.

    Entonces el árbol madroño agradeció la respuesta de Andrés Castro y se despidió del héroe con sus hojas amontonadas. Luego subieron a la loma de Tiscapa para hacerle la misma pregunta a la Bandera Nacional: “Amiga bandera azul y blanco, ¿a quién preferís como ave nacional, al zanate popular y simpático, o al guardabarranco multicolor y tímido?” Entonces la Bandera Nacional hizo gestos abstractos con su tela de algodón, y se bajó a media asta para decir: “Yo creo que el zanate es un ave extrovertida e inteligente, pero el guardabarranco tiene muchos años de ser el ave nacional, y debe mantener su puesto representativo en los billetes y monedas del país”.

    El árbol madroño agradeció su respuesta y se fue con el zanate hacia la reina de los símbolos patrios: la flor sacuanjoche.

    La hermosa flor yacía en el cabello de una bailarina de folklore, y el árbol madroño le preguntó: “Amiga y reina entre todas las flores, vos que sos la más bella entre todos los símbolos patrios de Nicaragua, ¿a quién preferís como ave nacional, al zanate o al guardabarranco?”


    Entonces la flor sacuanjoche respondió con el tono blanquecino de sus pétalos y sus labios amarillos: “Creo que el guardabarranco tiene una cola larga y preciosa como el pincel de un pintor primitivista, el color verde de sus plumas recuerda las hojas húmedas de invierno, y sus tonos amarillos y rojos le dan un aire principesco. Sin embargo, admito que el zanate es un ave muy hermosa y abundante, y merece ser tomada en cuenta con justicia. Sugiero que de ahora en adelante, el zanate sea incluido en la letra del Himno Nacional”.

    Cuando escuchó estas palabras, el zanate se sintió profundamente agradecido con la flor sacuanjoche, le besó los pétalos suaves y delgados, y se fue con el rostro feliz en los hombros del gigante madroño. Desde entonces, cada vez que suena el Himno Nacional, el zanate siente en su pecho oscuro la inspiración del canto a la patria. 

Cuento tomado del blog Cuentos y leyendas nicaragüenses - R. Mendoza




Auxiliadora Inmaculada

Desde el Lago de la Gran Sultana,
De mi país te nombran capitana
De los mares aurora de la mañana.
Las gaviotas y pájaros presurosos cantan tu diana

En el quieto arenal del playerio,
Del fondo de Granada, el vocerío
Del tañir de campanas en tu honor.

¡Oh, Campanas de Iglesia!
Gozosas anunciáis el auxilio de tan noble señora,
Con vosotras elevo una plegaria en el silencio de la aurora.
¿Quién es esa que se asoma en el azulino trono de hornacina?
¿Cuyo nombre escrito está en la frente del alba?
Cuyo manto es el azul del cielo de mi patria...
Es la que desde el cielo vino embarcada,
Para ser vuestro auxilio y abogada
Eres tu columna de mis sueños, puerto, amparo y gozo de alborada.
Eres mi timonel y de mi extraviada barca la guía.
Virgen Inmaculada, patrona mía,
En mis navegaciones brújula y lantía,
Siempre eres causa de tanta alegría.

Salve, estrella que al astro precedes
Salve, Generala de los ejércitos celestes
Dulce y fragante azucena eres
Tú das a tu hijo el fruto bendito que salva.

Madre sin mancha te ofrezco mi corazón,
Jamás me quites tu auxilio y protección
Por tu santa y bendita Concepción
Nunca me apartes de tu Inmaculado Corazón.
 
Autor: Ronaldo Cruz
Poema tomado del blog 
Tierra de María, Granada, Nicaragua

Foto tomada del grupo Conozcamos Nicaragua de Facebook.

sábado, septiembre 18, 2010

Mi abuelo Juan Espinoza Romero, maestro de obras



Escrito por el Dr. Juan Espinoza Cuadra
México
A 29 de Enero de MMX

    Tengo la impresión, muy lejana, bastante dispersa, distante y evocativa, de la primera vez que te vi. Fue en tu casa cuyo frente estaba pintado de dos colores. Sin lugar a equivocarme, la parte inferior en rojo y la parte superior en verde, con aquellos escalones mordidos en los bordes por el tiempo y una puerta de blanco inolvidable.

    En tus manos encontré  una tibieza que se aproximaba en mucho a la calidez prodigada por las de mi padre. Y por la cortedad de distancia que percibí entre mi padre y tú, por el cariño derrochado en cada saludo, en cada gesto, por la consanguinidad expuesta a través de las miradas, por la similitud de facciones, comencé a comprender que la simiente de toda heredad radica en la declaración militante de amor incondicional. Los aromas de tu casa semejaban los vericuetos de una carpintería, los interminables laberintos de las bodegas donde se almacenan infinidad de materiales y herramientas, implementos para los trabajos de construcción. Así, las fragancias me presentaron de una manera justa los avatares de tu profesión. En tus manos inmensas como las nubes de invierno, pude leer que el día y la noche nunca fueron muros lo suficientemente prominentes para desistir en tu ánimo de proveer tu hogar del amor y los etcéteras que demandaban tus hijos y mi abuela. Tus ropas de trabajo, laceradas por las cruentas batallas contra el cemento, los bloques, las medidas y los ajustes siempre estaban limpias y con el aroma de vergel, de esos que se transitan a solas en el verano.

    El faro más alto de las tertulias familiares siempre estuvo rodeado de sus hijos, Pedro Pablo, René, y tu hermano, el incansable y siempre locuaz y retórico tío Adrián. En tu casa en la colonia Máximo Jerez, luego del terremoto de 1972 y pasados los años de este infernal evento, departiendo alegremente con tus hijos y familia mientras se degustaba la riquísima sopa de cola elaborada por la dama que erguida sobre un peñasco, conjuraba la quietud de la mar azul, Josefa Monterrey.

Me llamo la atención aquella traslúcida botella gorda, alargada, de cuello cisneíco en cuyo interior se depositaba un líquido de fuerte aroma que semejaba agua.  “Ron Santa Cecilia”…. y los altos cañaverales mecen sus cuerpos mediante el aullido y los aplausos del viento entre los follajes de los árboles que custodian el recodo, el paisaje, lo verde, la quietud. El exorcismo atrapado en cada diminuta copa y el éxtasis deshaciéndose de sus recuerdos. La algarabía corriendo desnuda por las banquetas y el alboroto mordiendo las tersas manos de la confusión.

Estando yo adolescente procuraba acompañarte y encontrarnos en un tema que pudiéramos compartir en aquellas tardes calurosas en el corredor de tu casa. Lastimosamente los innumerables datos en tus pláticas se fueron perdiendo en la bastedad y anchura de los años. Me satisface verte en tu silla viajando contra el viento en pos de la tempestad y tus manos esparciendo sus dedos sobre un teclado de alabastro y marfil, buscando extraer de la nada alguna cadencia indomable. Estratega invencible agitando tu arabesca lanza sobre la superficie del mar para conminarme a confabular lagrimas por versos y despedidas por crepúsculos.
Juan Espinoza Romero es el nombre de una montaña que yace congelada en los labios de Júpiter y el adalid sempiterno de Neptuno, el escudero esbelto y siempre altivo de Don Quijote de la Mancha y el rayo de luz que busco encontrar a través de mi ventana. Te amo abuelo aunque me siente a pintar un caserío perdido de la sierra oaxaqueña y con un vaso lleno de mezcal te tribute vida nadando entre el infinito de vacilaciones y la inmensidad de perplejidades.

Blog de poemas de Juan Espinoza Cuadra
http://poemasdejuanespinozacuadra.blogspot.com
Blog de opinión de Juan Espinoza Cuadra
http://enopiniondejuanespinozacuadra.blogspot.com/
Blog de narrativa de  Juan Espinoza Cuadra
http://juanespinozacuadranarrative.blogspot.com/

(Recuerdos del Dr. Juan Espinoza Cuadra recopilados por Martha Isabel Arana el 1ro de febrero de 2010.)

martes, septiembre 14, 2010

Los duendes escolares



De los archivos de La Prensa, noticia publicada el sábado 11 de abril de 1970

Cien niños "ven" duendes en una escuela

    Más de un centenar de niños del Centro Escolar de la Colonia Nicarao, influenciados seguramente por un compañero con una imaginación fantástica, afirman ver desde el miércoles en un hoyo ubicado en la esquina este del colegio a dos duendes "jugando".  La afirmación de los niños tiene alarmados a los maestros, quienes han querido contrarrestar la fantástica creencia, pero los estudiantes, incluso, se paran en las aulas y ratifican lo que antes dijeron, aseguran los profesores.

    La niña Teresa Muñoz Rivas, de unos seis años, describe a los duendes vestidos de rojo, con una cinta roja atada a la frente y un gorro también rojo. Armando Saravia también los describe vestidos de rojo y de caites, con la punta viendo al cielo. El niño Sixto Gómez de unos diez años, dice que los duendes visten de rojo, una calzoneta y con zapatos largos, casi del tamaño de ellos. El director del colegio, profesor Alberto Mercado, se mostró alarmado por la afirmación de los muchachos, "pero no he podido quitarles esa idea de la cabeza" se queja.

    Aunque  los maestros dicen a los niños que "eso no existe", los muchachos se muestran seguros de su afirmación.  El hoyo donde los niños aseguran haber visto a los duendes fue practicado para que saliera la corriente en invierno.


Después de 30 años, ¿qué habrá pasado con los niños... y sus duendes?





jueves, agosto 26, 2010

La leyenda del Cacique Chontal

Escrito por Marlon Vargas Amador

(Este relato es parte de un trabajo no publicado de Marlon Vargas Amador, titulado Amerrique, los senderos olvidados de su historia y geografía©, 2010).

    Como testigo silencioso del paso del tiempo, la sierra de Amerrique (Amerrisque por corrupción), ubicada en el departamento de Chontales, ha guardado junto a su naturaleza e historia muchos relatos míticos que sus habitantes tejieron como fruto de su imaginación o bien basados en hechos reales que se han olvidado en el transcurrir de los siglos. Cuevas con monedas de oro y luces misteriosas son algunos de los mitos que más de algún lugareño afirmará que son ciertos.

    En este acontecer la hazaña del cacique Chontal constituye el relato más conocido del aguerrido pueblo de los chontales y cuyo acontecimiento tuvo como escenario los blancos riscos de Amerrique.

    En el libro Pueblo Extranjero (1956), Julián N. Guerrero presenta una narración que muy pocos han tenido la oportunidad de leer por la remota publicación de esta obra monográfica.  La siguiente exposición está basada en el relato presentado por Guerrero.

    Cuenta la leyenda que el cacique Chontal al frente de sus guerreros emprendió una dura batalla contra los conquistadores. “Fue tal el ímpetu de las hordas salvajes y el brío ardiente que les comunicó su caudillo” que en poco tiempo la caballería española fue derrotada.

    Ante estas circunstancias, los españoles duplicaron fuerzas y decidieron buscar al enemigo. El coraje y la valentía del jefe indígena y sus hombres fue sorprendente; la batalla fue dura y sangrienta y, al final, el aguerrido ejército indio fue derrotado. El feroz caudillo al verse vencido por sus enemigos, se dirigió hacia un farallón cercano al lugar donde se encontraba y sobre este grito:

    “No me habéis vencido infames. No lograréis ni siquiera el cadáver de este hombre que os ha infundido pavor muchas veces, aun con vuestras armas infernales… No tomaréis ni siquiera mi cadáver porque ahora mismo me voy a precipitar a una madriguera de tigres para que me devoren antes que pase la vergüenza de ser vuestro prisionero (67)”.



    Seguidamente, se arrojó sobre el profundo abismo.

    Otra versión sobre este hecho es la publicada en el Diario La Prensa y citada a continuación:

    “En esas luchas [entre españoles e indígenas] y cuando ya los indígenas fueron diezmados, Chontal se echó a huir cargando un valioso tesoro. No se sabe tampoco qué contenía ese tesoro. Pudo ser oro, pero otros creen que pudo tratarse de reliquias religiosas, las cuales eran hechas en su mayoría de oro.

    Chontal huyó y buscó refugio en la cordillera Amerrique, por su altura y la selva que la cubría. Era un perfecto escondite. Pero no contaba con que los españoles de antaño eran tipos obstinados. Por éstos últimos fue perseguido sobre la cordillera Amerrique. Llegó a la punta más alta de la sierra y, acorralado, prefirió lanzarse al despeñadero antes de ser capturado, tras referir que era un cacique indómito”. (Sequeira, 2003).


    Existe en el pacífico de Nicaragua una leyenda muy similar a la del Cacique Chontal. En esta historia se hace referencia al cacique Diriangén y según la tradición oral la batalla se libró en el cerro Apastepe, hoy volcán Casita, en Chinandega. 

    En un documento consultado al respecto y escrito por Mario Urtecho, se hace referencia a Fray Nemesio de la Concepción Zapata, a quien se le atribuye haber escrito esta hazaña en 1684 y también de llamar equivocadamente a Diriangén como el cacique Nicaraguán.

    Julián N. Guerrero del mismo modo recurre a este fraile de la Orden Franciscana para afirmar que son muchas las circunstancias históricas que existen para creer en la existencia del cacique Chontal. Para este historiador nicaragüense, el relato de Fray Nemesio es el testimonio de la gesta aguerrida de este legendario personaje.   

    En esta misma dirección apuntan las aseveraciones de Gutiérrez y Savery que se refiere al libro “Caciques heroicos” escrito por Concepción Zapata para designar al cacique Chontal como el “contenedor de los españoles”. Según estos escritores, la mencionada obra también incluiría una crónica de la gesta del valiente cacique.   

    “Caciques heroicos” fue publicada en Madrid, España, por la Editorial America en 1918 y se atribuye su autoria al citado Fraile. En la portada se contempla el enunciado de la Biblioteca Americana de Historia Colonial. Un acápite de este libro está titulado “Vida del Guerrero bárbaro Nicaraguán”. Sin embargo, una fuente consultada expone que esta obra es parte de los 50 libros apócrifos del venezolano Rafael Bolívar Coronado (1884 – 1924), quien confesó posteriormente que había escrito libros a nombre de varios personajes, incluyendo Concepción Zapata. La razón fue el popular afán de la impresión literaria acontecido en esa época
 
    Por su parte, el poeta chontaleño Guillermo Rothschuh Tablada tiene sus reservas, ya que la versión del cacique Chontal “no es tan realista por cuanto no hubo un testigo ocular en aquel tiempo” (2005).

    Mito o historia, lo cierto es que no podemos obviar que esta leyenda forma parte del imaginario colectivo de los chontaleños y como tal se ha convertido en una expresión no solamente folklórica, sino también discursiva, viva, dinámica y testimonial que debe calar en la reafirmación de nuestra identidad cultural que de alguna forma hace referencia al sentido de una dramática realidad histórica transfigurada en el devenir del tiempo.   

"La leyenda del Cacique Chontal" fue enviada por su autor Marlon Vargas Amador a Nicaragua de mis Recuerdos, Agosto 26, 2010.

Fotografia/ Marlon Vargas Amador: Peña del Cacique ubicada al oriente de la ciudad de Juigalpa.