Como en aquellos tiempos no se acostumbraba usar cinturones de seguridad, ni asientos especiales para niños, uno de los placeres más grandes para mí era pasarme al asiento delantero para sentarme en las piernas de mi mamá y escuchar sus historias de monos bajando de la montaña, o duendes ladrones de muchachas.
Para no hacer largo el cuento, la familia decidió huir de aquel infierno. Así que empacaron sus pertenencias, cargaron al burro hasta el copete de chunches (lleno de cosas), y sin mirar atrás se pusieron en marcha. A mitad del camino, se dieron cuenta de que se les había olvidado unas cosas, y se disponían a regresar para buscarlas, cuando de repente oyeron unas vocecitas que les decían desde detrás del burro... "¡no! ¡Si aquí traemos lo que se les había quedado!" ¡Y qué susto el de la pobre gente! No eran más que los benditos duendes que venían detrás de ellos... ¡Qué va, si de esos bandidos no se capea nadie tan fácil!
He escuchado diferentes versiones de esta leyenda, pero esta es la forma en que me fue narrada.
"El mito del monolito A pesar de la modernidad de estos tiempos, algunos habitantes de Cuapa y de los alrededores de La Mica creen en los mitos y leyendas que se han transmitido por generaciones. Entre estas leyendas están las historias del cadejo, la cegua, los pactos que hicieron algunos lugareños con el diablo y jinetes misteriosos. Aunque la más famosa de todas es la de los duendes del monolito de Cuapa, un macizo que puede divisarse y ser visitado por los turistas en la entrada de esta ciudad y, además, uno de los más imponentes del país. Según el historiador Lazo Barberena, sobre este monolito, conocido popularmente como “la piedra de Cuapa”, los pobladores cuentan que vivía un matrimonio que procreó a una hija muy bonita llamada Florita, quien, al llegar a la adolescencia, comenzó a tener problemas con los duendes que habitaban en la piedra, pues se enamoraron de la jovencita y se la querían llevar. Los duendes causaron destrozos en la casa de la familia. Antes de “robarse” a Florita, los duendes se habían llevado un burro, propiedad de don Pablo, papá de la jovencita. " Mercedes Sequeira, La Mica Sitio Precolombino, La Prensa 26 de febrero, 2006.