La Mica Bruja de la montaña

Acérquese un poco, Don Pascual, acérquese, así le voy contando y mientras tanto usted va sintiendo cómo se le quita el frío. Le digo: Que yo recuerde, que yo haya oído, de lo que usted me pregunta mucha gente habla.

Mire, dicen que ella era una mujer que se había hecho rica de la noche a la mañana. Y eso siempre levanta habladurías. Así es la vida, pués. Un vecino de ella, una noche vió que un ganado se iba para la casa de la mujer.


A la noche siguiente, un poco antes de medianoche el hombre, entre intrigado y curioso, se acercó a la casa de la vecina y óigame bien qué fue lo que vió: La mujer estaba rezando el Padre Nuestro al revés. Dió tres vueltas hacia atrás y dijo: Abajo carne. Abajo carne Abajo carne


¡Y Toda su carne se cayó al suelo!. ¡Quedó sólo su esqueleto! y de repente, ¡se transformó en mona! Después, salió a hacer su correrías, a robar a sus vecinos, pués. Cuando regresó con lo robado, se fue al mismo lugar, rezó el Padre Nuestro al derecho, dió tres mazancuepas y dijo. Arriba carne Arriba carne Arriba carne y de nuevo se convirtió en mujer, como si nada. 




En medio de todo su espanto, el vecino se dio cuenta de que había descubierto a la Mica Bruja. Él le puso mente al asunto Hasta que un buen día fue a hablar con una bruja blanca, buena, pués. Ella le dijo que para castigar a la Mica Bruja, tenía que echar sal sobre su carne, cuando su vecina se volviera mona.


El vecino dejó pasar un tiempo, pero una noche de esas, después de haberse echado cuatro tragos entre pecho y espalda para coger valor, llegó hasta la casa de la mujer y esperó a que ella se fuera convirtiendo en Mica Bruja. La oyó decir, como la otra noche: Abajo carne. Abajo carne Abajo carne


El hombre vió cómo la mujer se convertía en mona y salía corriendo a robar segura de que nadie la miraba. El siguió los consejos de la bruja blanca, apenas la mica bruja se fue, le echó la sal a la carne y se escondió para esperar. La mona mica regresó y terminó su brujería con Arriba carne Arriba carne Arriba carne pero la carne salada se quedó en el piso y la mujer se quedó Mica Bruja para siempre y salió huyendo a refugiarse en el monte.


A veces, de noche, en el campo, usted la puede escuchar cómo silba de desesperación por no poder regresar

a su antiguo cuerpo de mujer. Así son las cosas, don Pascual, así son.

Cuentos de la montaña y otras leyendas pueden ser leídas en la Revista Enlace.
Foto cortesía de José Rafael Burgos C./Moralimpia.net

Entradas populares de este blog

Los poderes mágicos del árbol de Chilamate

Cuentos y leyendas de los Indios Matagalpas

El cuento de la Toma-tu-teta de los Cedros