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jueves, septiembre 23, 2010

El duende invisible de Tecolostote, Boaco

    "La superstición está reinando en la casa de la señora Amelia Tercero Morales, la verdad es que nadie lo sabe, pero su vivienda en Tecolostote misteriosamente está siendo apedreada a cada momento, en horas del día y de la noche.  Esta pequeña comunidad está ubicada en el departamento de Boaco, la "casa embrujada" está situada a la orilla de una zanja donde los vecinos aseguran haber visto durante las noches una luz verde. Supuestamente, la luz verde se para en la zanja, se mantiene un tiempo parpadeando y desaparece sin dejar rastro alguno.


    Mientras la misteriosa luz aparece en la zanja, sin saberse de qué tumbo, caen insistentemente piedras de gran tamaño sobre la casa de la señora Tercero Morales.   Lo más curioso es que desde el 9 de enero la casa está siendo apedreada por un supuesto "duende invisible".  Las tejas y tablas están quebradas.  La superstición se ha hecho colectiva en Tecolostote, ya que casi todos los habitantes del pueblo que llegan a la casa escuchan el rebote de las piedras y algunos hasta han sido golpeadas por ellas."

Noticia tomada de La Prensa, lunes 18 de enero de 1971:  Casa embrujada provoca pánico en Tecolostote.

miércoles, junio 16, 2010

Mi Boaco



Poema escrito por Vicky Toledo

En mi mente te recuerdo
En mi corazón te llevo
En tu tierra dejé mi ombligo
En tus cielos soñé mi camino

Boaco mi pueblo querido
La nostalgia viene a mí
En forma de verdes caminos
Con su fresco brillo de rocío

Tus casas, tus calles, tu gente
En mi mente siempre presente
Aun recuerdo los paseos
Con amigos y parientes

Las campanas de la iglesia
Traen recuerdos ambiguos
De eventos maravillosos
También de muertes y entierros

En subidas y bajadas
Caminé, corrí, crecí
Fui tan feliz en tu seno
Que aun yo contigo sueño

Una niñez muy feliz yo tuve
Por haber nacido en tu suelo
No había preocupaciones
Solo alegrías, risas y juegos

Eras un pueblo apacible
Todo era muy ingenuo
En la forma de vivir
Tranquilo, calmo y feliz

Boaco mi querido Boaco
Cuando me alejé de ti
Muchas veces yo lloré
Separación difícil para mí

Hoy muchos años después
Hoy una enorme distancia
Sé que un día volveré
Y por siempre en tu suelo reposaré

©Vicky Toledo

viernes, junio 02, 2006

Los famosos duendes de Boaco




Boaco es uno de los departamentos más pintorescos de Nicaragua. Con su vegetación hermosa y espesa, misteriosas cuevas, formaciones rocosas, petroglifos de origen incierto, y pobladores llenos de imaginación e ingenio, cuenta con todos los elementos mágicos necesarios para ser cuna de famosas leyendas y extraordinarios cuentos. En efecto, por ejemplo, los boaqueños no pierden oportunidad para hablar de sus encuentros con pequeños duendes, quienes por generaciones se dice aparecen en las laderas de los cerros, las orillas de los caminos, las cuevas, y hasta los barrios de este hermoso lugar.


   "Los duendes eran unos muchachitos así, pequeñitos, de cotoncita y gorrita roja" se apresura a contar don Toñito García quien vive en Santa Lucía, municipio de Boaco. "Son muy traviesos, le tiraban piedras a uno, le tiraban agua en la cara, pero un día desaparecieron... Creo que se fueron para otro lugar. Una vez los vi desde dentro de la casa. Estaban los dos en este portón. Para mí que eran como chavalitos con caras de viejitos y parecían hambrientos. Cuando me vieron salieron por ahí enfrente y se fueron. Otros de por aquí también los vieron, dicen que eran enamorados de las chavalas, pero eran muy celosos, y cuando ellas se ponían a jalar ellos se iban. No volvían. El gusto de ellos era volar piedras. A veces eran mañosos, pero si robaban eran cosas pequeñas, porque por ejemplo un chancho era un animal muy pesado y no se lo llevaban, pero sí, como le digo, las gallinas, los huevos y otros alimentos."

    Afirma otro lugareño, don José Urbina: “En las cuevas existen los duendes, han sido vistos en esos lugares, salen a las casas vecinas a molestar, si encuentran algo de comida en los cocineros se la comen, y dejan los pequeños pies pintados en la ceniza, además, si en la casa hay alguna chavala llegan a tirar piedrecitas sobre el techo, son bien enamorados.... para que los espíritus burlones se vayan de las casas, se les toca música con violín; ese es el secreto."


Historia de Don Toñito García: Fragmento de "De las ceguas y duendes que se vieron en Santa Lucía" La Prensa, 21 de julio, 2002, Fulvio Espinoza García.

Historia de Don José Urbina: Fragmento de "En Santa Lucía los encantos de la belleza 'suiza'" La Prensa, 13 de julio, 2003, Auxiliadora Martinez.



sábado, noviembre 26, 2005

Las Leyendas del Quizaltepe

En San Lorenzo, municipio del departamento de Boaco, se levanta el imponente monolito de Quizaltepe, uno de los más grandes de Nicaragua, cuya belleza y misterio encanta a las personas que se atreven a explorarlo.

"El agricultor Cecilio Solano, de 35 años, afirma que en los alrededores del cerro se cuentan muchas historias sobre duendes, apariciones, espantos y del mismo diablo, así como el canto de un gallo de oro, durante la noche. De igual manera, su papá, don Cándido Solano, asegura que en tiempos de su juventud, cuando tenía unos 14 años, un grupo de sacerdotes salesianos de Granada, subió al cerro a poner una cruz, desde donde se levantaba una gran bola de fuego y dos años más tarde, cayó un rayo en mitad de ella, haciéndola desaparecer.


El poblador de la comarca Quizaltepe, Melecio Mejía Flores, coincidió en afirmar que existen varias leyendas sobre el cerro, como el día en que una profesora del lugar y sus alumnos, divisaron en la punta, una docena de niños pequeñitos que caminaban en fila, provocando temor entre los comunitarios, porque de inmediato creyeron se trataba de duendes. 'Dicen que por el año 1940, llegaron unos sacerdotes a poner una cruz en el cerro y dos o tres años después, durante una rayería de invierno, un rayo desbarató la cruz, lo que hace suponer que en el cerro existe alguna serpiente. Hay quienes argumentan que cuando un rayo cae es porque debe haber alguna serpiente', reitera esa historia el señor Mejía Flores.

    Lo anterior lo confirma al detallar que cuando era joven, su papá, don Isolino Flores Miranda, contaba que en la finca del señor Lorenzo Duarte, que queda cerca del río, vio que la tierra se abría y de ella brotaba lodo y agua en borbollones, que recorrió unas 80 varas desde la montaña hacia abajo, en la misma temporada en que la cruz desapareció, lo cual es considerado por él como algo misterioso.

    Otra leyenda que oculta el Quizaltepe, es la supuesta aparición de una extraña luz que, según especulaciones de los lugareños, se trata de una 'piedra de diamante', que se desplaza desde mediados del cerro hasta el pie del mismo. Relata don Melecio Mejía que en 1975 se presenció la existencia de una 'luz de diamante', similar al foco de una moto, que salía a partir de las nueve de la noche; en otra ocasión el señor Braulio Obando vio el resplandor en el río, que iluminaba como la Luna, entonces salió corriendo a la comarca en busca de otras personas para que lo acompañaran, para agarrarla, sin embargo, durante las tres ocasiones que la logró contemplar, ésta desaparecía en medio de la poza, la que al caer en el agua se escuchaba como una explosión.

    En el cerro Quizaltepe hay un hueco que se llama la Cueva del Alumbre, de aproximadamente 80 metros de alto por unos 26 de ancho y 50 metros de profundidad, su interior es bien claro por el reflejo del sol y por las piedras de alumbre similar a la loza, al estar adentro se comienza a sentir una suave brisa que se propaga en todo el lugar, detalla con cierta fascinación el representante de la Comarca de Quizaltepe, Melecio Mejía Flores."
 

Fragmento de "El Quizaltepe y sus aguas agrias", escrito por Auxiliadora Martínez/ La Prensa 15 de febrero del 2004.
Foto: Aceite en canvas: "Cerro Grande" por Mauricio Pérez Sequeira, artista nacido en Chontales, Nic.

lunes, octubre 17, 2005

Las mágicas Cuevas de Salinas

    Ubicadas a unos cuantos kilómetros del Municipio de Camoapa, departamento de Boaco, las Cuevas de Salinas tienen fama de haber sido labradas por los duendes, según cuentan los pobladores de dicha región. Aquí algunos fragmentos que escribiera Auxiliadora Martínez acerca de este misterioso lugar:

    "Una de las pocas comunidades indígenas del departamento de Boaco, que aún conserva algunas de sus costumbres y bellezas naturales, es la antigua comarca de Salinas, donde existe un conjunto de misteriosas cuevas que según la creencia de los lugareños, fueron construidos por los duendes. Las Cuevas de Salinas. Así las llaman los pobladores descendientes de los Ulwas, una tribu originaria de la zona de Matagalpa. (...) El historiador Julián N. Guerrero, en el diccionario nicaragüense, señala que fueron construidas por los aborígenes que habitaron el territorio, sin embargo, los parroquianos tienen la creencia que fueron labradas por los duendes. Alrededor de las Cuevas de Salinas han surgido varias leyendas y mitos, que las convierten en un lugar mágico y un sitio que es muy visitado por estudiantes y algunos extranjeros que llegan al municipio de Camoapa.
Don José Mercedes Pérez López, de 56 años, nativo de Salinas, cuenta que cuando era chavalo como de 12 años, encontró una luz en una laja, a la que la gente le dice diamante, esa misma luz se ha visto en el interior de las cuevas, hecho que también es confirmado por la profesora Zenelia del Socorro. Don Fabián Amador, tío de Jacinto Amador Pérez, quien es el dueño de las tierras donde se encuentran las cuevas, refiere que en épocas pasadas, la gente decía que esas cosas eran una virtud, como la supuesta piedra de moler que está adentro de las cuevas y que nadie ha podido sacar porque solamente le sale al que tiene la virtud.

    Cuentan los lugareños que hace más de cien años llegó a las cuevas un anciano llamado Sal, en compañía de dos guapas chavalas, una se llamaba azúcar y la otra cacao, los que en el día salían por todo el valle y cuando les daban de comer algo simple, el viejito se rascaba cualquier parte del cuerpo y le salía sal para echarle a la comida. Por eso las personas del lugar le tenían asco y empezaron a tratar mal al anciano, quien muy enojado les dijo a los habitantes que si se iba del lugar con sus hijas, gritaría fuerte y se iría a vivir al cerro que le contestara. A eso de las 12:00 de la noche, el anciano lanzó dos gritos y el que le contestó fue el cerro Mombacho, desde ese entonces se fue a vivir a ese lugar y nadie más llegó a habitar las Cuevas de Salinas.
Sin embargo, dicen que éstas son habitadas por los duendes, porque se escuchan sonidos extraños y antiguamente en el lugar se perdían niñas chiquitas y tiernitas, las que enseguida eran encontradas en las cuevas. Entre esas historias, se comenta el caso de las hermanitas Pérez, a quienes se les apareció un niño vestido de rojo mientras jugaban en el patio de su casa, de donde se llevó a la niña más pequeña, la mayor al ver que se llevaban a su hermanita siguió al hombrecito, pero de pronto sintió sueño y se durmió, luego al despertar y verse sola regresó a su casa, entonces la niña contó lo sucedido a sus padres que ya estaban preocupados. Los padres de la menor avisaron a sus vecinos y reunidos se dieron a la tarea de buscar a la niña y así llegaron a las cuevas. Desde esa época, las niñas que se perdían eran encontradas en el lugar y para que pudieran regresar a sus casas los familiares llevaban música, comida y mucha gente para que bailara, sólo de esa manera los duendes regresaban a las niñas."


Foto: Los Farallones de Piedra Labrada, Boaco. Agradezco al Señor Eduardo Manfut quien me ha permitido compartir fotos de su colección.

lunes, septiembre 05, 2005

Cuentos de Ceguas

La experiencia de don Chico Mercado

“Pues resulta que eso fue un Viernes Santo como a las doce de la noche. Me fui a la orilla de la Isla Seca a comprarme una botella de guaro. Ya andaba algo sesereque y me vine para mi casa. De repente detrás de mí vi dos mujeres que me seguían y que se carcajeaban... Sentí miedo, y para disimular me detuve a encender un cigarro... Pero las risas seguían... Se me espeluznó el pelo y el pellejo se me puso como de pollo. Eran unas mujeronas altas, vestidas de negro y como encapuchadas. Había un tabaquillal, y allá por aquel palito de sauce me agarré con una de ellas. Me defendía con un machetillo que andaba, pero sentía que los golpes que daba era como que los diera con una hoja de chagüite. De repente llegó la otra mujer y me golpeó también a pescozones.
Corrí como pude y llegué a mi rancho. ‘Ve Chicó’ —me dice la mujer— ‘que andás acompañado’. ‘No’, le digo ‘Pues es que acaban de pasar dos objetos por ahí buscando para Las Pencas, iban en grandes risotadas’. Le conté mi aventura y me dijo: ‘Esas eran las ceguas’”. “Me acosté y al día siguiente que la mujer me vio me preguntó: ‘¿Bueno y esos morados?’”. “Es que me pegaron las ceguas”, le dije y me quedé echando, sebo serenado por mucho tiempo. Y como les conté a varios me quedaron diciendo “El Jugado de Cegua”. 
Lo que vivió Don Toñito García

“La mujer vaga que quería salir de cegua se ponía una como máscara, que podía ser un gran guacal con hoyos, el pelo era de cabuya o de burillo con colguijos de olote, usaba una gran bata como ‘La Gigantona’, pero lo que más culillo daba era un pitazo agudo que daba con un pitillo chiquito de barro. Eran mujeres que se enamoraban de los hombres, pero si ellos no les hacían caso, se juntaban, dos, tres o cuatro para asustar al desamorado. Se venían a medianoche escondidas rodeando al hombre y pitando desde la distancia. El hombre creía que era una sola mujer que podía salir desde varios lugares, a veces se volvía loco o quedaba baboso y la gente le decía “Jugado de cegua”. 


    Don Toñito vio una cegua...." Yo estaba cipote, tenía como ocho años. Era ya al entrar la noche en el riíto. Había luna llena, pero con bruma. Yo miraba a una mujer, como lavando, y cuando pasé cerca ella se lanzó una carcajada aguda, burlesca, como de loca. “Jaaa, jaaa, jaaa”, y a mí se me pararon los pelos, me entró repelo. La cegua se salió del agua e hizo ademán de llamarme y después de seguirme. No sé de dónde saqué fuerzas y salgo en “barajustada” hasta la casa. Nadie me creyó que había visto a la cegua. Pero ahora entiendo que no eran espíritus malos, y a lo mejor hacía cosas buenas, pues algunos bolos que las vieron dejaron el guaro. ¡Santo remedio! Otros dejaron de ser mujereros, y muchos vagos se compusieron. A lo mejor eran contratadas por las mujeres y madres de los perdularios.... La cara era como de calavera, se le miraban hundidos los ojos. En el pelo andaba una como corona de chagüite, la cosa era como la gigantona, pero la gigantona es una muñeca, y esa era una mujer. Nunca la capturaron a pesar de que asustó a muchos. Pasaba por acá, yo nací ahí. Ella pasaba por ese callejón, venía de Boaco, era una cegua boaqueña. "


Mario Fulvio Espinosa

viernes, septiembre 02, 2005

La culebra y la señora




    Me relataron esta semana una historia que ocurrió en Boaco, en una de sus tantas comarcas... "Le sucedió a una señora que vivía con su esposo e hija de 2 meses en una humilde casa. Ella acostumbraba a darle el pecho a su niña por las noches, pero ellos nunca percataron que en los predios de su casa merodeaba por las noches una culebra, la cual se dejaba guiar por el olor de la leche materna de la señora. 

     Durante toda una semana la culebra se subía por los reglones del techo y se bajaba suavemente cuando la señora se quedaba dormida dándole el pecho a su hija, y despegaba a la niña del pecho de su mamá metiéndole en la boca su cola mientras ella disfrutaba de la leche materna, sin hacer ni un mínimo movimiento brusco. La señora no se explicaba el llanto de la niña después de darle de mamar toda la noche. Por tanto, a la siguiente noche ella no se quedó dormida, pero en un descansar de ojos descubrió el motivo del llanto. Al percatarse de la presencia de la culebra, ella gritó, pero la serpiente, al estar concentrada con el pecho de la señora, no prestó ni la mínima atención del grito, y de inmediato el esposo llegó al cuarto y le dijo la señora que no se moviera mientras él iba por un objeto que le ayudase a despegar a la culebra del pecho. Regresó y lo arrojó tratando de no darle a la señora y la niña, logrando su objetivo. La culebra huyó sin volverse a aparecer. Desde esa vez, la señora jamás se volvió a quedar dormida cuando le daba el pecho a la niña.