Durante la guerra de la insurrección, la catedral se llenaba de
personas que elevaban súplicas a la Santísima Virgen para que protegiera
a los combatientes. En un momento quisieron abrir el camarín de la virgen para ponerle exvotos,
pero no pudieron. Cuando los combatientes volvieron de la guerra,
testimoniaban haber visto a la Virgen que les regalaba agua a los caídos
en combate. Al abrir el camarín, descubrieron que el vestido de la
imagen estaba sucio y ahumado. Desde entonces, todos los 7 de octubre, la
virgen es sacada en procesión como agradecimiento por la protección
durante la guerra.