En
1928 la ciudad sufrió el ataque de los indios Matagalpa y la imagen de la virgen fue codiciada por ellos. Según las anécdotas narradas en crónicas de ese tiempo, los indígenas intentaron sacar la imagen de la ermita. Cuando la quisieron pasar por la puerta principal, la imagen creció
demasiado que no pudo ser sacada y por mucho tiempo la denominaron como
la Virgen bruja, por el hecho de no poderla robar.