Yo que soy chichero por familia, por tradición, porque me gusta, le
cuento. Allá usté si cree. Ahogados lo que se dice ahogados, hay muchos
aquí en Masaya. Pero de los que vengo a contarles es de esos que se van
a la laguna y más nunca salen, más nunca se ven. Esos son los ahogados
del bajadero de la laguna de Masaya.
Dicen que ellos, desde hace añales, están encantados en el fondo de la laguna. Una vez, después de las fiestas de San Jerónimo, unos chicheros de Masaya fueron a la laguna a descansar, a echarse unos traguitos de misto y a darse una bañadita.
Entre recuerdos, chiles y jodedera la noche les cayó sin darse cuenta. De pronto, oyeron un chapaleteo de agua a la orilla de la playita. Cual fue el susto cuando empezaron a ver salir del agua un molote de hombres en son de fiesta.
Dicen que ellos, desde hace añales, están encantados en el fondo de la laguna. Una vez, después de las fiestas de San Jerónimo, unos chicheros de Masaya fueron a la laguna a descansar, a echarse unos traguitos de misto y a darse una bañadita.
Entre recuerdos, chiles y jodedera la noche les cayó sin darse cuenta. De pronto, oyeron un chapaleteo de agua a la orilla de la playita. Cual fue el susto cuando empezaron a ver salir del agua un molote de hombres en son de fiesta.
Poco a poco los reconocieron. El más viejo de los chicheros dice: Ve, si
ese es fulano que se ahogó hace como veinte años. Los chicheros
quedaron tiesos de miedo, como con los pies de plomo. De pronto uno de
los aparecidos dice: Venimos a contratarlos un rato para una fiesta allá
abajo, en el fondo de la laguna. Nadie tuvo el valor de decir que no.
Bueno, dijeron los ahogados difuntos, sin miedo que nada les va a pasar.
Los chicheros tocaron toda la noche pieza tras pieza. De lo más felices estaban los difuntos y hasta los chicheros se divirtieron. Cuando amaneció, los chicheros guardaron sus instrumentos y uno de los difuntos dijo: vengan, les vamos a pagar.
Entonces les dio a cada uno un guacalito con arena que ahí mismo recogió. Los chicheros se arrecharon y dijeron que eso no era pago pero los ahogados les aseguraron que sí. En el camino de regreso, fueron botando los guacales. Solo uno de ellos lo guardo, de recuerdo.
Llego a su casa contando de fiestas, de los peces del fondo de la laguna y de los ahogados difuntos. La mujer pensó que él andaba bolo y loco, pero se le fue a la chingada grande el sueño cuando le dio vuelta al guacalito con arena y sobre la mesa cayó un montoncito de oro.
Y esta es la leyenda de los ahogados difuntos.
Los chicheros tocaron toda la noche pieza tras pieza. De lo más felices estaban los difuntos y hasta los chicheros se divirtieron. Cuando amaneció, los chicheros guardaron sus instrumentos y uno de los difuntos dijo: vengan, les vamos a pagar.
Entonces les dio a cada uno un guacalito con arena que ahí mismo recogió. Los chicheros se arrecharon y dijeron que eso no era pago pero los ahogados les aseguraron que sí. En el camino de regreso, fueron botando los guacales. Solo uno de ellos lo guardo, de recuerdo.
Llego a su casa contando de fiestas, de los peces del fondo de la laguna y de los ahogados difuntos. La mujer pensó que él andaba bolo y loco, pero se le fue a la chingada grande el sueño cuando le dio vuelta al guacalito con arena y sobre la mesa cayó un montoncito de oro.
Y esta es la leyenda de los ahogados difuntos.
Los Ahogados de los bajaderos y otros cuentos pueden ser leídos en la Revista Enlace.