miércoles, marzo 14, 2012

A las privadas de libertad de Chinandega


Escrito por Judith Raquel Reyes Esquivel

    Hay una especie de contradicción entre el “ser libre” y el “estar privado” de libertad.

    Durante mis vacaciones de Julio del 2011, en Nicaragua, recibí una invitación: ¿te gustaría ir a la cárcel de Chinandega, a visitar a las privadas de libertad? ¡Claro!, contesté de inmediato. ¡Cuenta conmigo!  Fue así como un 29 de julio, concurrió toda una jornada de reflexión en la Cárcel de Chinandega.

    Fuimos, unas cooperadoras españolas y tres hermanas de la Pureza de María. Dos de ellas, mes a mes, visitan a las mujeres, que por muchos motivos están allí en una celda, “privadas de libertad”. Estas hermanas cuidadosamente han diseñado un “Proyecto de apadrinamiento” para cada una de las mujeres. Este proyecto es sencillo, consiste en un apostolado, en el que varias personas de la ciudad de León (donde está nuestro colegio), se comprometen con una mujer, a enviarles cartas de ánimo y cosas materiales de primera necesidad. El objetivo es simple: “poner en práctica las obras de misericordia, tales como visitarlas, consolarlas si están tristes, darles un buen consejo, ayudarles en sus necesidades materiales y sobre todo, escribirles, dándoles palabras de ánimo y esperanza.”

     Muchas pueden ser las actividades que se realizan, siempre con la idea de encender en ellas un poco de esperanza, y sobre todo como bien dice una de las hermanas: “Brindarles un espacio lleno de amor, pues “¿Acaso Jesús no se acercaba a los que encontraba por los caminos,  dejando una estela de bondad y misericordia? ¿No son éstos, los mejores ingrediente para que el amor sea amor?”

    Esta vez no fueron las hermanas las encargadas de realizar la actividad, sino que fue una cooperadora española que trabaja en España también en la cárcel, quien poco a poco y después de presentarse, les fue explicando cuál era el trabajo que ella realizaba en la cárcel, les traía un mensaje escrito por una presa española, cuyo contenido no nos dejó a ninguna igual, relataban cómo era su vida en la cárcel. En esa carta expresaban emociones fuertes, que no pueden ser expresadas, si no eres conciente de que la libertad de soñar, es algo que nadie te puede quitar.

    Las hermanas con varias donaciones pudieron llevarles una rica merienda que se les reparte al final. ¡Qué emocionadas estaban!, y no creo que más que yo, que atónita veía, cómo saboreaban su rico “maduro con cuajada”, acompañado de un “Gracias hermanita, por hacer posible este bocadito”. ¿Ves como aprendes a valorar lo que tienes? Creo que Dios siempre tiene forma humana para hacerse presente en el momento más apropiado para hablarnos y hasta “gritarnos”, como una forma de hacernos despertar. ¿Será posible que siga durmiendo?

    Es sin duda una luz, una invitación para vivir diferente, porque evidentemente acercarse al pobre, nos enriquece más de lo que podemos imaginar. Porque entrar en la cárcel  es como saborear despacio y sin prisas el drama de cada una, contándote sus dolores, sus necesidades y sus ganas por salir y ver a su gente en libertad.

    Una sala pequeña y cerrada, ventiladores encendidos y un calor a ratos insoportable… que debería tener en cuenta, cuando maldigo prisas, excesos, aglomeraciones de trabajo, horas de más… ¡Ufff, qué peligro!!!

    Pero vamos al grano, hace mucho que vengo preguntándome por qué estoy tan quieta, ¿acaso me estaré haciendo insensible? ¿Acaso esta penitenciaría no es una invitación a no quedarse quieta? ¿Acaso puedo seguir dando por bueno, lo que siempre se ha hecho así, sin darle sentido? Si algo me apuntan estas mujeres es a saber interrogarme, a saber hacerme preguntas, y sobre todo a estar dispuesta a responderlas con honestidad, aceptando y asumiendo sea cual sea su respuesta…

    La cárcel y sus mujeres, me hacen preguntarme ¿Quién es más libre? ¿Ellas, o yo? Es como una puya, que permanentemente te recuerda qué es lo verdaderamente importante en la vida…A veces mi vida está dormida por los ruidos que toman forma de problemas únicos y egoístas, que te ponen freno y te hacen ciega a los verdaderos problemas de los otros.

    No es casualidad esta invitación, ¡no, qué va! Dios tiene formas humanas y nos envuelve por todas partes, lo que pasa es que muchas veces estamos volcados hacia el exterior, pendientes de sensaciones de afuera, y entonces, se nos pasan  inadvertidas las voces de dentro…

    Entonces de nuevo me pregunto: ¿Quién es más libre? ¿Qué diferencia hay entre estar privada de libertad o en ser libre? Hay una sola respuesta, puedes “ser libre” y circular por la vida con muchas ataduras, o puedes optar por “ser libre” viviendo en coherencia y desde lo que eres, transparentando actitudes que construyan un mundo más humano y más lleno de amor.

    Pasar una tarde con las privadas de libertad, es como inyectarse fuerza,  porque Dios está presente en cada una de ellas, en sus sufrimientos, y me pide a través de ellas que viva libremente. Y por supuesto, que por mí; que no quede. Ah!!! Y tú, ¿te apuntas a sembrar un poco de felicidad en el mundo? Quizás, si nos quejamos menos, si hablamos bien del otro, o sin tan sólo me ocupe de ser feliz, ya sea bastante. Gracias mi bella Nicaragua por brindarme espacios para salir un poco de mí.

ANEXOS

    Ante la pregunta abierta de la cooperadora sobre el significado del apadrinamiento para ellas, Nohemí Reyes (una de aquellas mujeres), muy emocionada, responde: “Yo le doy gracias a Dios pues porque sé que Dios pone ángeles, y sé que las hermanas son parte de ese amor que Dios siente hacia nosotras.

    Para mí, mi madrina y mi padrino, han sido parte de gran bendición, no solo económicamente, sino moralmente, porque la verdad es que a veces uno necesita una palabra, un abrazo. Y la verdad es de que al menos yo me siento muy agradecida, primeramente con Dios y después con ellos, verdad, porque en este lugar se sufre mucho, como decía la compañera, se sufre y aparte de eso, todas las mañanas uno le pide a Dios fuerzas, y Dios le da las fuerzas; pero siempre necesitamos una mano amiga, un abrazo. Tal vez nosotras aquí no tenemos mucho compañerismo, pero yo creo que no existe una que diga que no necesita una palabra de aliento o una mano amiga y eso es lo que son mis padrinos para mí.”