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El Breviario de Jeshúa

El Breviario de Jeshúa (Extractos de la novela: “El Breviario de Jeshúa”, escrita por Juan Espinoza Cuadra) Capítulo I (Lucrecia, no Lucero) Eran las 8:00 de la noche, y caminaba apresuradamente hacia mi casa. Distaba de mi destino por aproximadamente 6 cuadras. Caía una pertinaz llovizna. Debutaba el invierno lluvioso de Centroamérica. Mis zapatillas tennis chapoteaban los numerosos charcos dejados por la lluvia. Ésta había iniciado a las 5:00 de la tarde. Para esa hora aún me encontraba en el bar con un viejo amigo. -Otra y nos vamos-, -La lluvia debe menguar pronto-. Decidí ver la caratula de mi reloj pulsera y me percate lo tarde que era. Lucero tenía el pelo largo como una cascada de lava. Su delgadez semejaba un túnel de nubes. Sus ojos particularmente negros no dejaban espacio para que la noche se escapara de sí misma. Hacía dos meses que estaba de regreso en el país. A ella no regrese jamás. Pero esa noche de lluvia topé de frente con su im

Nos cayó agüita en mayo

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"Si no volviera a escuchar el canto de mi pueblo ni el acento alegre hecho canción qué el son de tus guitarras vigile mi destino guardando el sueño eterno arrullador... "      Este pasado domingo los nicas del sur de California tuvimos un encuentro personal con la flor más linda de nuestro querer.   Se compartió con amigos y compatriotas, música, danza y comida.  Sobre todo, se recordó a Nicaragua, se soñó con ella, casi la pudimos tocar.      El Señor Don Carlos Mejía Godoy nos cayó como agüita de mayo en esta sequía de encuentros con la patria.  Nos hizo sentir nuevamente parte de aquella tierra que dejamos atrás hace muchos años.  Nos cantó los famosos estribillos de antaño que traen consigo recuerdos de niñez y nos hizo reír con su picardía y canciones más recientes, con burritos trabajadores pero sensuales, con mapas tatuados y Clodomiros modernos.  Con nuestras voces de acentos ya variados, demostramos que aunque pasen los años, Nicaragua sigue sien

Las noches del 79 y el platillo volador

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E scrito por Martha Isabel Arana Fullerton, California   20 de abril del 2012 T odo había pasado por nuestro repertorio de niños con futuro incierto que se entretenían a jugar para no sentir.  Benottos y Shoppers, hula hoops, los huevos en las esquinas, sal y pimienta, stop , 123 queso.  Tardes de rayuela y Harold Lloyd colgado en su mundo blanco y negro de un reloj.  Un Monopolio viejo secuestrado del armario de alguien, patines de hierro con frenos azules, el cero escondido, el pegue corrido y también el congelado.  Ya habíamos asaltado el parque, jugado jacks, hecho varias excursiones de inspección a las futuras etapas del reparto y visitado la casa de los fantasmas, la que tenía un arbolito enfrente, que era la primera de la cuadra.  Habíamos cazado mariposas y contado cien de los mejores chistes en las aceras cálidas del barrio.  Nos habíamos aprendido de memoria el LP de Grease , en una jerga que cantábamos al unísono igualita según nosotros al inglés. Habí

A las privadas de libertad de Chinandega

Escrito por Judith Raquel Reyes Esquivel      Hay una especie de contradicción entre el “ser libre” y el “estar privado” de libertad.      Durante mis vacaciones de Julio del 2011, en Nicaragua, recibí una invitación: ¿te gustaría ir a la cárcel de Chinandega, a visitar a las privadas de libertad? ¡Claro!, contesté de inmediato. ¡Cuenta conmigo!  Fue así como un 29 de julio, concurrió toda una jornada de reflexión en la Cárcel de Chinandega.      Fuimos, unas cooperadoras españolas y tres hermanas de la Pureza de María. Dos de ellas, mes a mes, visitan a las mujeres, que por muchos motivos están allí en una celda, “privadas de libertad”. Estas hermanas cuidadosamente han diseñado un “Proyecto de apadrinamiento” para cada una de las mujeres. Este proyecto es sencillo, consiste en un apostolado, en el que varias personas de la ciudad de León (donde está nuestro colegio), se comprometen con una mujer, a enviarles cartas de ánimo y cosas materiales de primera necesidad. El ob

Hablando de mi tierra de hoy

Escrito por Judith Raquel Reyes Esquivel ¡¡Hablando de mi tierra de hoy!!      Han transcurrido cuatro años de no verte, mi bella tierra, y cuántos regalos me tenés: Familia, amigos, rostros nuevos, y grandes sorpresas.      Y me pregunto: ¿Qué es el tiempo? Quizás una nueva oportunidad, porque me brindas la dicha de ver a mi Dios en la cara del Nica. Ese Nica que sufre y que goza; sufre a veces, por nuestro amor privado y excluyente, que renuncia a la justicia universal y nos encierra en nuestro mundo pequeño.      Y ¿quién es mi tierra?, me preguto: Mi tierra, es mi gente, de aquí y de allá, es el universo que hoy se concreta en Nicaragua; ayer en Venezuela, España o Roma; sólo que mi tierra tiene hoy un nombre como pretexto, pero en definitiva, es gente, personas multicolores. Es por ahora, “pequeña, aunque uno grande la sueñe” (Rubén Darío).      He vislumbrado a un Nica que sufre porque no tiene tamal ni queso para llevar a la boca, he visto con asombro hombres laborios

Nuestra Señora del Rosario de Estelí

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En 1928 la ciudad sufrió el ataque de los indios Matagalpa y la imagen de la virgen fue codiciada por ellos. Según las anécdotas narradas en crónicas de ese tiempo, los indígenas intentaron sacar la imagen de la ermita. Cuando la quisieron pasar por la puerta principal, la imagen creció demasiado que no pudo ser sacada y por mucho tiempo la denominaron como la Virgen bruja , por el hecho de no poderla robar. Nuestra Señora del Rosario cargada por devotos en las calles de Estelí. Durante la guerra de la insurrección, la catedral se llenaba de personas que elevaban súplicas a la Santísima Virgen para que protegiera a los combatientes. En un momento quisieron abrir el camarín de la virgen para ponerle exvotos, pero no pudieron. Cuando los combatientes volvieron de la guerra, testimoniaban haber visto a la Virgen que les regalaba agua a los caídos en combate. Al abrir el camarín, descubrieron que el vestido de la imagen estaba sucio y ahumado. Desde entonces, tod

Los ahogados de los bajaderos de la Laguna de Masaya

     Yo que soy chichero por familia, por tradición, porque me gusta, le cuento. Allá usté si cree. Ahogados lo que se dice ahogados, hay muchos aquí en Masaya. Pero de los que vengo a contarles es de esos que se van a la laguna y mas nunca salen, mas nunca se ven. Esos son los ahogados del bajadero de la laguna de Masaya.      Dicen que ellos, desde hace añales, están encantados en el fondo de la laguna. Una vez, después de las fiestas de San Jerónimo, unos chicheros de Masaya fueron a la laguna a descansar, a echarse unos traguitos de misto y a darse una bañadita.      Entre recuerdos, chiles y jodedera la noche les cayo sin darse cuenta. De pronto, oyeron un chapaleteo de agua a la orilla de la playita. Cual fue el susto cuando empezaron a ver salir del agua un molote de hombres en son de fiesta.      Poco a poco los reconocieron. El más viejo de los chicheros dice: Ve, si ese es fulano que se ahogó hace como veinte años. Los chicheros quedaron tiesos de mie