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Mitos y leyendas de los Ramas

El Cerro de Macpick .  Cuentan los pobladores de El Rama que en  el cerro Mackpick hay una cueva y en ella se escondía Henry  Morgan, mejor conocido como el pirata Morgan, quien venía navegando por el río Escondido. En la cueva todavía sobreviven grandes cadenas donde suponen que Morgan amarraba su barco. Dicen algunos que de la cueva salen luces en las noches de luna  llena, otros que han visto salir un hombre muy luminoso cubierto  de oro y plata, dicen que son los acompañantes de Morgan que descansan en la cueva cuidando el tesoro que ahí dejó el pirata. La mujer pescado. Es habitual escuchar a algunos pobladores de las riberas del río Escondido la historia de la Mujer Pescado, que por las noches sale a bañarse. Los que la han visto cuentan que es una mujer con cola de pescado y de rostro muy bello. Otros dicen que cuando la mujer sale del agua, solo lo hace frente a aquellos que la deseen por su belleza, entonces ella se muestra radiante y desaparece entre el bos

El lamento de La Mocuana

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Escrito por Martha Isabel Arana Orlando, Florida 2005      La pérdida súbita de su inocencia caía sobre ella más fría y pesada que la oscuridad de la cueva que la amortajaba. El derrumbe de las piedras en la entrada aún resonaba en el esqueleto de su alma, como campanas que demasiado tarde le advertían del gran error que en nombre del amor había cometido. Silenciosa meditaba sobre el maldito y bello momento que conoció al blanco conquistador que con sus ojos claros como el cielo del Valle de Sébaco, y el cabello tan rubio como el oro que guiaba su destino, había hecho de ella un simple objeto de placer.      Acababa de ser enterrada en vida por el hombre que amaba. Había sido cruelmente engañada por aquel que la había convencido para que confiara en él y le contara el secreto del lugar donde el cacique, su padre, guardaba el tesoro que pertenecía a esta región esteliana. Generosa, lo había guiado hacia el sitio ambicionado y al obtener las riquezas, el ingrato había partido, d

Adiós, mi vieja Managua

Escrito por Martha Isabel Arana Orlando, Florida Enero 2010      Es una lástima que estuviera yo tan pequeña la noche del fatídico diciembre de 1972 y solo recuerde un par de fugaces detalles de la vieja Managua. Crecí viendo a mi ciudad tras alambre de púas, en escombros, con paredes rajadas e interiores semi desnudos, sin techos ni paredes, dinamitada. Aprendí a conocer de memoria los cuentos del famoso malecón, los parques y las alegres avenidas, porque las personas mayores añoraban sus recuerdos en cada reunión familiar, como queriendo exorcizar los temores de tiempos nuevos. Amé a Managua a través de los ojos de otras generaciones, con nostalgia de épocas mejores, con resentimiento hacia el terremoto que nos arrebató nuestro orgullo. La antigua capital fue para mí la imagen tras la vitrina, el objeto deseado pero nunca obtenido. Aquella ciudad que estuve a punto de vivir, pero llegué ya tarde.      Las primeras memorias de mi niñez parece que comenzaran, irónicam

El hombre de la Paula Pasos

Escrito por Orlando Ortega Reyes (Fragmento tomado del blog Los hijos de septiembre )      Para conocer el origen de esta expresión en particular debemos remontarnos a la ciudad de Rivas, tal vez a los años cuarenta.  En esa época se hizo famoso un estanquillo que tenía una señora llamada Paula Pasos.  La señora en cuestión se esmeraba en servir el mejor guaro de la región, además de unas bocas y platillos “discutidos” como se decía, prueba de lo anterior era el famoso mondongo de los lunes.  Se comentaba que la citada señora tenía un carácter fuerte y un espíritu comercial bastante agudo y relataban en el pueblo que cuando la demanda superaba la oferta de mondongo, sólo con el objeto de no defraudar a los clientes, se permitía agregarle agua a la sopa y a introducirle una candela de sebo.  No obstante, para curarse en salud, advertía a los parroquianos: -No quiero que nadie me reclame por la sopa.   La mujer en referencia tenía un compañero de vida que era aficionad

Yo nací donde nace el río

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Escrito por Alba Myriam Sánchez Cuadra      Yo nací donde nace el río, donde hay una cuesta, donde nace el frío. Nací en medio de todo y en medio de la nada, donde había montones de árboles, de jocotes, de limones y de naranjas agrias; de chilincocos y de guapinoles; en medio de flores de piñuelas, de las que ocupaban para hacer atole.      Nací con las flores que daba el narciso y con el atardecer de colores vivos, donde el verde llenaba veredas y las milpas teñían colores. Donde todo era montaña y salían pocoyos a cantarle a la noche; donde el silbido agudo de aquellas lechuzas provocaba temores y el canto de los güises avisaba que hoy llegaría alguien. Nací allá perdida en el medio de la bruma, de aquella quebrada de aguas cristalinas, con el sabor a mango y a la miel de guanábana, con el frescor de la ceiba y el árbol del pochote.      Dicen que yo nací, en el valle aquel que se llama El Zapote, en donde el pintor con su lienzo atrapa la estampa del cielo, don

Origen del vigorón

     Sobre el origen de este plato hay una creencia muy generalizada que proviene de la ciudad de Granada y que fue inventado a inicios del siglo XX. No obstante, investigaciones serias nos indican que su origen se remonta muchos años antes y no precisamente en la Gran Sultana. Según Jaime Wheelock Román, en su libro La comida nicaragüense, el chicharrón con yuca es una comida que tiene sus origenes en los obrajes y laboríos de añil de Rivas, Nandaime, La Paz Centro y Nagarote, en donde se mantenían cantidades considerables de esclavos. Aquí es importante aclarar que no se trata de un plato que aparece como una reminiscencia de la gastronomía de los países africanos de donde eran originarios los esclavos, sino como una alternativa de costo eficiencia, tal como lo expresaría algún economista, contemplada por los explotadores, dueños de esos centros de producción, que trataban de asegurar las energías de sus esclavos mediante una alimentación lo más barato posible. En este

La Virgen de la Piedra

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     En el Libro XXII de Bautismos, al Folio 175, se encuentra la siguiente nota de Monseñor Nicolás Antonio Madrigal: "El día 6 de agosto de 1947, por la tarde, se colocó la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe y la de Juan Diego, en una piedra natural al otro lado del río, en la salida para la montaña..." La imagen fue traída a Dipilto el día 10 de febrero de 1947 y desde entonces comenzó a derramar sus gracias y favores entre los pobladores del lugar, del departamento y más allá de sus fronteras.      El primero de los milagros del que tenemos testimonio fue la cesación de una peste que afligió al pueblo de Dipilto, consistente en calenturas con sudor fétido y gran delirio, llegando a punto de estar las casas a puertas cerradas por estar todos sus moradores en cama. Queda constancia de que la petición del pueblo fue atendida por la Santísima Virgen de Guadalupe, naciendo de este hecho una confianza tal en la intercesión de la Virgen, que las gentes de todos l

Jinotepe, cerro de vientos, chilotes y eterna privamera

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"Se escuchó el Alabado, detonaron los morteros, cargacerradas y cohetes, repicaron las campanas de la Santa Iglesia Parroquial Santiago Apóstol de Jinotepe, anunciando que está de fiesta y que Santiagüito se iba a su tradicional demanda mayor."  - Blog Jinotepe, Carazo (Población, gente, cultura y tradiciones) Santiago Apostol de Jinotepe, Carazo - Grupo en Facebook  Jinotepinos de corazón  Historia de la Iglesia Parroquial Santiago  "A gozar del indio viejo, el ahicao, el nacatamal los buñuelos, los chicharrones, la sabrosa chicha de máiz todo el pueblo se desborda en las calles de mi ciudad los fieles pagan promesa, la fe va creciendo más...." (Fragmento de Jinotepe, Canción a Santiago  del Dr. Fabio Sánchez Arana   tomado de Yoyita ) Tope de los Santos Agradezco a Uriel J. Herrera por la fotografía de la Iglesia Santiago que ha tenido la amabilidad de proporcionarme para este tema y a Maribe

¿Te acordás?

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  Qué recuerdos tan bonitos Los que vienen a mi mente Los de un país muy sufrido Donde quedó toda mi gente. Recuerdo mi tortilla, La chicha y el vigorón En el parque de Granada Que vendía doña Chon. Y el sabor de un mondongo Con aquella cuajadita Yendo para Masatepe En un domingo a comer. Dónde está mi pinolillo, El cereal y el pinol Para comerme su chingaste Aunque me de congestión. Cómo quiero carne asada Con su gallo pinto también Y la cebada con pelota Que me hacía tanto bien. Y La Riviera con sus raspados Muy cerquita del Gabriel Cuando en época de estudiante Hacíamos la “leonesa” riendo sin poder. Y te acordás del chancho frito Con la yuca reventada? No se te hace agua la boca Y te morís por un poquito? Ya deseara andar en coche En Masaya o en Granada Con sus caballos cholencos En el Calvario o La Calzada. Deseara tener en frente Un plato de moronga frita, Una hoja con baho caliente,

Matrícula de primer grado

Por Alcides Rojas Chavarría (n. en Managua, 1966) Imagino que todos recordarán el día de su matrícula escolar para el primer grado de la escuela primaria. Mi hija mayor Daira Marcela, mi segundo hijo David Alcides y mi hija Natalia Giselle han ido a su primer día de clases en el nivel Maternal de Kindergarten a sus dos añitos de edad. Por mi parte, asistí a la escuela primaria formal con siete años ya cumplidos en febrero de 1973 - quizás porque haber sido el ‘cumiche’-, como se dice ‘entre tarde’ a la escuela y directo al primer grado. Pues bien, después del terremoto del 23 de diciembre de 1972 que destruyó la ciudad de Managua, mi abuelita Yeyita nos llevó a su casita en la comarca “Valle de Las Mayorgas”, a ocho kilómetros de Chichigalpa en el departamento de Chinandega. Con el tiempo, mi abuelita materna se enfermó y mi Mamá acordó con mi Papá que se quedaría cuidándola. Yo feliz de vivir ‘en el monte’ viendo gallinas, chanchos, caballos, vacas, carretas de bueyes ca

Nagarote: apuntes sobre un municipio azul

Por Luis José Castro Jerez Dicen que Nagarote nació del romance entre el Genízaro y el Xolotlán durante una noche estrellada…. Otros dicen que Nagarote es el resultado de una noche de amor entre el Genízaro y la Luna allá en las playas de Miramar… Bueno, como quiera que sea, los nagaroteños somos descendientes directos del Genízaro y hermanos de las estrellas y del agua, ya sea que provenga ésta de un mar de agua dulce o de un mar de agua salada… Quizás por eso será que a los nagaroteños nos gusta viajar y cruzar océanos y lanzar siempre flechas a la Luna sin temor al fracaso. Como quiera que sea, apuntamos bien alto, hacia el cielo o a la Luna, nuestra madre…. Si fallamos el tiro, no importa: igual, aterrizamos sobre las estrellas, nuestras hermanas. Y, como hijos del histórico Genízaro, echamos profundas raíces en nuestro suelo natal y, no importa el lugar o país donde nos encontremos, el amor a nuestro Nagarote se mantiene siempre vivo en nuestros corazones a p

Memorias de una muchacha bonita

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Escrito por Martha Isabel Arana Orlando, Florida 2005      Cuentan que hace años, un muchacho de Managua fue invitado a una boda en la antigua Ciudad Universitaria. Llegado el día, aunque estaba nublado y los ánimos lo invitaban a quedarse en casa, Ernesto, el joven de la historia, no quería perderse el esperado acontecimiento porque quien se casaba era uno de sus amigos más queridos. Pensando que valía la pena el viaje y tomando en cuenta que León no está muy lejos de la capital, decidió salir temprano para llegar a tiempo y no sufrir ningún atraso. Cuando llegó a la zona donde el Lago Xolotlán comienza a coquetear mostrando su azul a las personas que transitan la Carretera Vieja a León, comenzó una lluvia fuerte a caer sin clemencia, desbordándose el cielo y provocando uno de esos aguaceros tropicales que parecieran no van a parar jamás. No había dejado  atrás el recuerdo del lago, ni el olor a tierra mojada había abandonado su mente, cuando de pronto divisó a un lado de l

30 años después

E scrito por Martha Isabel Arana Orlando, Florida 2007      ¡Dicen en la pulpería que ya los muchachos se tomaron el comando! – comentó mi madre de prisa mientras se subía al carro. ¡Vámonos del centro! ¡Vámonos de aquí…! – En ese mismo momento un soldado de la Guardia Nacional abría fuego violentamente en una esquina, vaciando su ametralladora en la historia de mi pueblo. En la confusión solamente escuché el grito desesperado de mi padre que nos decía ¡agáchense que nos mata! Sin embargo, siendo una niña, la curiosidad y el miedo me dejaron clavada en el asiento trasero del carro, viendo, escuchando, grabando en la memoria como milagrosamente nos salvábamos aquel día de aquellos disparos al azar que no llegaron a alcanzarnos.      El año pasado y treinta después, camino cerca de aquella misma esquina donde un guardia disparara, para visitar el Museo de Mitos y Leyendas de León. En vez del soldado de mi historia, la estatua de un guerrillero me s