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Mostrando las entradas etiquetadas como Verso y prosa

Las noches del 79 y el platillo volador

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E scrito por Martha Isabel Arana Fullerton, California   20 de abril del 2012 T odo había pasado por nuestro repertorio de niños con futuro incierto que se entretenían a jugar para no sentir.  Benottos y Shoppers, hula hoops, los huevos en las esquinas, sal y pimienta, stop , 123 queso.  Tardes de rayuela y Harold Lloyd colgado en su mundo blanco y negro de un reloj.  Un Monopolio viejo secuestrado del armario de alguien, patines de hierro con frenos azules, el cero escondido, el pegue corrido y también el congelado.  Ya habíamos asaltado el parque, jugado jacks, hecho varias excursiones de inspección a las futuras etapas del reparto y visitado la casa de los fantasmas, la que tenía un arbolito enfrente, que era la primera de la cuadra.  Habíamos cazado mariposas y contado cien de los mejores chistes en las aceras cálidas del barrio.  Nos habíamos aprendido de memoria el LP de Grease , en una jerga que cantábamos al unísono igualita según nosotros al inglés. Habí

Hablando de mi tierra de hoy

Escrito por Judith Raquel Reyes Esquivel ¡¡Hablando de mi tierra de hoy!!      Han transcurrido cuatro años de no verte, mi bella tierra, y cuántos regalos me tenés: Familia, amigos, rostros nuevos, y grandes sorpresas.      Y me pregunto: ¿Qué es el tiempo? Quizás una nueva oportunidad, porque me brindas la dicha de ver a mi Dios en la cara del Nica. Ese Nica que sufre y que goza; sufre a veces, por nuestro amor privado y excluyente, que renuncia a la justicia universal y nos encierra en nuestro mundo pequeño.      Y ¿quién es mi tierra?, me preguto: Mi tierra, es mi gente, de aquí y de allá, es el universo que hoy se concreta en Nicaragua; ayer en Venezuela, España o Roma; sólo que mi tierra tiene hoy un nombre como pretexto, pero en definitiva, es gente, personas multicolores. Es por ahora, “pequeña, aunque uno grande la sueñe” (Rubén Darío).      He vislumbrado a un Nica que sufre porque no tiene tamal ni queso para llevar a la boca, he visto con asombro hombres laborios

Güirila de mi tierra

Tortilla de maíz tierno Una güirila en su comal, Una muchacha, nica bonita, Te envuelve suave en sus manitas, Con verdes hojas del chagüital. Toda blanquita y cuidadosa La cuajadita viene a juntar, A mi güirila tan deliciosa Que mató el hambre de esta nicoya, Con cafecito para completar.  Escrito por Esther Mendoza Urbina

El Muñeco y el Bomaco, animalitos en mi recuerdo

Escrito por Alcides Rojas Chavarría (n. en Managua, 1966)      En casa de mi abuelita Yeyita (q.e.p.d.), donde viví después del terremoto que destruy ó Managua un 23 de diciembre de 1972, hubieron dos mascotas que forman parte del saco de recuerdos gratos que acumul ó de mis años maravillosos de niñez. Fueron dos animales emblemáticos, el uno era un gato llamado “Muñeco” y el otro un perro conocido como “Bomaco”.      “Muñeco” fue un gato de color blanco, pero un blanco perfecto, sin ninguna mancha, sus ojos eran casi rojizos y tenía una cola hermosísima. Era de tamaño tan grande que parecía un gato montés. Con esto quiero dejar claro que "no era cualquier gato", de verdad que era un gato especial.  Era un cazador nato, pero no solamente de ratas y ratones, era capaz de cobrar mejores piezas de caza como garrobos negros, iguanas verdes y conejos de monte. Por lo general, siempre cazaba garrobos subiendo a un árbol de mamón enorme, un 'palencón&

Días de diciembre, días de navidad

En esta navidad, llena de hermandad Quiero compartir con ustedes pensamientos de felicidad. Estos días me traen imágenes del pasado, En mi niñez veo triquitracas, bombas y algún cachiflín carbonizado, Que fueran quemados por algún despistado niño de mi poblado, Que  encendiera la mecha cuando pasaba don  Inocencio vado, Para nosotros esas travesuras nos causaban risa, Sin entender a esa edad, que eso luego nos traerían momentos de prisa, Cuando la vida nos enseñara, que cada acción no se borra como tiza. Los años pasan volando, por ello las ideas en mi mente vienen entrando. Una vez me regalaron un tambor,   pero pronto lo rompí con un tenedor, Al año siguiente me dieron una bola de hule, era roja y estrellada, También pronto fue desollada, Ah! pero cuando me trajeron aquel robot, Me sentí como aquel actor del espacio, el Sr. Spot. Lo acaricié, lo admiré y en la noche lo guardé, Pasaron los días, dejó de moverse, y por eso me intrigué, A

Poema al Genízaro de Nagarote

!Genízaro, tú eres el símbolo de la humanidad, y estás enlazado a su historia, desde el principio de su trayectoria. Genízaro del bien y de la amistad. Tú estas con nosotros los nagaroteños, te llevamos en el alma y estas presente, Te rendimos tributo, es nuestros sueños, Los nagaroteños estamos pendientes. Vive de cara al cielo y en tu tierra Nadie puede igualarte s u linaje El símbolo de paz sobre la guerra, Y adorna a Nagarote de su paisaje. Al llegar la lluvia fuerte, Se desprendió la rama y cayó al suelo, No pudo resistir los mas fuerte, Pidiendo clemencia al cielo. Extendió su divina mano Como un noble anciano, En el parque pasan los caminantes, Tendiéndole el brazo suplicantes Le pido que me ayuden, mi historia se viste, El 31 de diciembre les doy alegría y derroche, Hoy los nagaroteños están dolientes y tristes, El 16 de octubre fue el silencio de la noche. Profesor José Angel Palacios Pérez.

El gallo pinto nicaragüense… abovecultura gastronómica...

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Escrito por el Dr. Juan Espinoza Cuadra México Octubre de MMXI   Semilla de cereal expandido en el seudotrapecio nicaragüense, de norte a sur, imprescindible desde lo mínimo y básico hasta lo frívolo. Un chef adorna cada platillo con el arroz, vistiéndolo mestizo y encaratulándolo anglosajón, a la de Batman y Robin, con el frijol. Leguminosa y cereal, cereal y leguminosa, la mezcla astral. Desde la preparación, en la sartén, la lámina plana con su premonición alisea de los bordes, el fuego en la hornilla, el aceite caliente, los trozos picaditos de cebolla se queman infundiendo un aroma sobrenatural. Eriza la piel el crujir. El aroma penetrado desde la infancia, recorre ciclos interminables de acontecimientos y detalles. La señora de la fritanga, la empleada que nos convida, el restaurante que en su detalle del menú, lo hace Señor de la ansiada ingesta. El gallopinto es una sola palabra, sin separación. La mezcla es el secreto de cada anfitrión. Seco, transparente, aromá

El lamento de La Mocuana

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Escrito por Martha Isabel Arana Orlando, Florida 2005      La pérdida súbita de su inocencia caía sobre ella más fría y pesada que la oscuridad de la cueva que la amortajaba. El derrumbe de las piedras en la entrada aún resonaba en el esqueleto de su alma, como campanas que demasiado tarde le advertían del gran error que en nombre del amor había cometido. Silenciosa meditaba sobre el maldito y bello momento que conoció al blanco conquistador que con sus ojos claros como el cielo del Valle de Sébaco, y el cabello tan rubio como el oro que guiaba su destino, había hecho de ella un simple objeto de placer.      Acababa de ser enterrada en vida por el hombre que amaba. Había sido cruelmente engañada por aquel que la había convencido para que confiara en él y le contara el secreto del lugar donde el cacique, su padre, guardaba el tesoro que pertenecía a esta región esteliana. Generosa, lo había guiado hacia el sitio ambicionado y al obtener las riquezas, el ingrato había partido, d

Adiós, mi vieja Managua

Escrito por Martha Isabel Arana Orlando, Florida Enero 2010      Es una lástima que estuviera yo tan pequeña la noche del fatídico diciembre de 1972 y solo recuerde un par de fugaces detalles de la vieja Managua. Crecí viendo a mi ciudad tras alambre de púas, en escombros, con paredes rajadas e interiores semi desnudos, sin techos ni paredes, dinamitada. Aprendí a conocer de memoria los cuentos del famoso malecón, los parques y las alegres avenidas, porque las personas mayores añoraban sus recuerdos en cada reunión familiar, como queriendo exorcizar los temores de tiempos nuevos. Amé a Managua a través de los ojos de otras generaciones, con nostalgia de épocas mejores, con resentimiento hacia el terremoto que nos arrebató nuestro orgullo. La antigua capital fue para mí la imagen tras la vitrina, el objeto deseado pero nunca obtenido. Aquella ciudad que estuve a punto de vivir, pero llegué ya tarde.      Las primeras memorias de mi niñez parece que comenzaran, irónicam

El hombre de la Paula Pasos

Escrito por Orlando Ortega Reyes (Fragmento tomado del blog Los hijos de septiembre )      Para conocer el origen de esta expresión en particular debemos remontarnos a la ciudad de Rivas, tal vez a los años cuarenta.  En esa época se hizo famoso un estanquillo que tenía una señora llamada Paula Pasos.  La señora en cuestión se esmeraba en servir el mejor guaro de la región, además de unas bocas y platillos “discutidos” como se decía, prueba de lo anterior era el famoso mondongo de los lunes.  Se comentaba que la citada señora tenía un carácter fuerte y un espíritu comercial bastante agudo y relataban en el pueblo que cuando la demanda superaba la oferta de mondongo, sólo con el objeto de no defraudar a los clientes, se permitía agregarle agua a la sopa y a introducirle una candela de sebo.  No obstante, para curarse en salud, advertía a los parroquianos: -No quiero que nadie me reclame por la sopa.   La mujer en referencia tenía un compañero de vida que era aficionad

¿Te acordás?

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  Qué recuerdos tan bonitos Los que vienen a mi mente Los de un país muy sufrido Donde quedó toda mi gente. Recuerdo mi tortilla, La chicha y el vigorón En el parque de Granada Que vendía doña Chon. Y el sabor de un mondongo Con aquella cuajadita Yendo para Masatepe En un domingo a comer. Dónde está mi pinolillo, El cereal y el pinol Para comerme su chingaste Aunque me de congestión. Cómo quiero carne asada Con su gallo pinto también Y la cebada con pelota Que me hacía tanto bien. Y La Riviera con sus raspados Muy cerquita del Gabriel Cuando en época de estudiante Hacíamos la “leonesa” riendo sin poder. Y te acordás del chancho frito Con la yuca reventada? No se te hace agua la boca Y te morís por un poquito? Ya deseara andar en coche En Masaya o en Granada Con sus caballos cholencos En el Calvario o La Calzada. Deseara tener en frente Un plato de moronga frita, Una hoja con baho caliente,

Matrícula de primer grado

Por Alcides Rojas Chavarría (n. en Managua, 1966) Imagino que todos recordarán el día de su matrícula escolar para el primer grado de la escuela primaria. Mi hija mayor Daira Marcela, mi segundo hijo David Alcides y mi hija Natalia Giselle han ido a su primer día de clases en el nivel Maternal de Kindergarten a sus dos añitos de edad. Por mi parte, asistí a la escuela primaria formal con siete años ya cumplidos en febrero de 1973 - quizás porque haber sido el ‘cumiche’-, como se dice ‘entre tarde’ a la escuela y directo al primer grado. Pues bien, después del terremoto del 23 de diciembre de 1972 que destruyó la ciudad de Managua, mi abuelita Yeyita nos llevó a su casita en la comarca “Valle de Las Mayorgas”, a ocho kilómetros de Chichigalpa en el departamento de Chinandega. Con el tiempo, mi abuelita materna se enfermó y mi Mamá acordó con mi Papá que se quedaría cuidándola. Yo feliz de vivir ‘en el monte’ viendo gallinas, chanchos, caballos, vacas, carretas de bueyes ca

Memorias de una muchacha bonita

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Escrito por Martha Isabel Arana Orlando, Florida 2005      Cuentan que hace años, un muchacho de Managua fue invitado a una boda en la antigua Ciudad Universitaria. Llegado el día, aunque estaba nublado y los ánimos lo invitaban a quedarse en casa, Ernesto, el joven de la historia, no quería perderse el esperado acontecimiento porque quien se casaba era uno de sus amigos más queridos. Pensando que valía la pena el viaje y tomando en cuenta que León no está muy lejos de la capital, decidió salir temprano para llegar a tiempo y no sufrir ningún atraso. Cuando llegó a la zona donde el Lago Xolotlán comienza a coquetear mostrando su azul a las personas que transitan la Carretera Vieja a León, comenzó una lluvia fuerte a caer sin clemencia, desbordándose el cielo y provocando uno de esos aguaceros tropicales que parecieran no van a parar jamás. No había dejado  atrás el recuerdo del lago, ni el olor a tierra mojada había abandonado su mente, cuando de pronto divisó a un lado de l

30 años después

E scrito por Martha Isabel Arana Orlando, Florida 2007      ¡Dicen en la pulpería que ya los muchachos se tomaron el comando! – comentó mi madre de prisa mientras se subía al carro. ¡Vámonos del centro! ¡Vámonos de aquí…! – En ese mismo momento un soldado de la Guardia Nacional abría fuego violentamente en una esquina, vaciando su ametralladora en la historia de mi pueblo. En la confusión solamente escuché el grito desesperado de mi padre que nos decía ¡agáchense que nos mata! Sin embargo, siendo una niña, la curiosidad y el miedo me dejaron clavada en el asiento trasero del carro, viendo, escuchando, grabando en la memoria como milagrosamente nos salvábamos aquel día de aquellos disparos al azar que no llegaron a alcanzarnos.      El año pasado y treinta después, camino cerca de aquella misma esquina donde un guardia disparara, para visitar el Museo de Mitos y Leyendas de León. En vez del soldado de mi historia, la estatua de un guerrillero me s

Escucha Nicaragua

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Uno no escoge el país donde nace; pero ama el país donde ha nacido. Uno no escoge el tiempo para venir al mundo; pero debe dejar huella de su tiempo. Nadie puede evadir su responsabilidad. Nadie puede taparse los ojos, los oídos, enmudecer y cortarse las manos. Todos tenemos un deber de amor que cumplir una historia que nacer una meta que alcanzar. No escogimos el momento para venir al mundo: Ahora podemos hacer el mundo en que nacerá y crecerá la semilla que trajimos con nosotros. Uno no escoge - Gioconda Belli  Foto cortesía de José Rafael Burgos C./Moralimpia.net

Sabor a Nicaragua

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Nicaragua sabe a nacatamal, huele a sacuanjoche y suena a marimba. Nicaragua tiene sabor a agua de coco, a tierra mojada y a carnita asada de la esquina. En la mañana, gallopinto con tortilla y una taza de café con leche y en la noche a atol con güirila. Es un buen pedazo de queso ahumado con tortilla, es una taza de leche agria de donde los Narváez. Nicaragua tiene sabor a jocote tronador, a pelusita de tamarindo, a guayaba madura, a cajeta de leche de Diriomo, a raspado Loly que cuando metemos el dedo para que el hielo nade mejor en el sirope nos queda manchado y no podemos negar que comimos raspado. Para el hambre que quema las tripas, no basta con una carne en baho, se requiere una orden de carne asada, maduro frito con queso y un buen vaso de chicha, quién sabe si un vigorón también. Nicaragua es el peso de las flores que adorna la cabeza de la monimboseña, el zensontle que cruza los montes, el guardabarranco sob