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Mostrando las entradas etiquetadas como Verso y prosa

El hombre de la Paula Pasos

Escrito por Orlando Ortega Reyes (Fragmento tomado del blog Los hijos de septiembre )      Para conocer el origen de esta expresión en particular debemos remontarnos a la ciudad de Rivas, tal vez a los años cuarenta.  En esa época se hizo famoso un estanquillo que tenía una señora llamada Paula Pasos.  La señora en cuestión se esmeraba en servir el mejor guaro de la región, además de unas bocas y platillos “discutidos” como se decía, prueba de lo anterior era el famoso mondongo de los lunes.  Se comentaba que la citada señora tenía un carácter fuerte y un espíritu comercial bastante agudo y relataban en el pueblo que cuando la demanda superaba la oferta de mondongo, sólo con el objeto de no defraudar a los clientes, se permitía agregarle agua a la sopa y a introducirle una candela de sebo.  No obstante, para curarse en salud, advertía a los parroquianos: -No quiero que nadie me reclame por la sopa.   La mujer en referencia tenía un compañero de vida que era aficionad

Yo nací donde nace el río

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Escrito por Alba Myriam Sánchez Cuadra      Yo nací donde nace el río, donde hay una cuesta, donde nace el frío. Nací en medio de todo y en medio de la nada, donde había montones de árboles, de jocotes, de limones y de naranjas agrias; de chilincocos y de guapinoles; en medio de flores de piñuelas, de las que ocupaban para hacer atole.      Nací con las flores que daba el narciso y con el atardecer de colores vivos, donde el verde llenaba veredas y las milpas teñían colores. Donde todo era montaña y salían pocoyos a cantarle a la noche; donde el silbido agudo de aquellas lechuzas provocaba temores y el canto de los güises avisaba que hoy llegaría alguien. Nací allá perdida en el medio de la bruma, de aquella quebrada de aguas cristalinas, con el sabor a mango y a la miel de guanábana, con el frescor de la ceiba y el árbol del pochote.      Dicen que yo nací, en el valle aquel que se llama El Zapote, en donde el pintor con su lienzo atrapa la estampa del cielo, don

¿Te acordás?

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  Qué recuerdos tan bonitos Los que vienen a mi mente Los de un país muy sufrido Donde quedó toda mi gente. Recuerdo mi tortilla, La chicha y el vigorón En el parque de Granada Que vendía doña Chon. Y el sabor de un mondongo Con aquella cuajadita Yendo para Masatepe En un domingo a comer. Dónde está mi pinolillo, El cereal y el pinol Para comerme su chingaste Aunque me de congestión. Cómo quiero carne asada Con su gallo pinto también Y la cebada con pelota Que me hacía tanto bien. Y La Riviera con sus raspados Muy cerquita del Gabriel Cuando en época de estudiante Hacíamos la “leonesa” riendo sin poder. Y te acordás del chancho frito Con la yuca reventada? No se te hace agua la boca Y te morís por un poquito? Ya deseara andar en coche En Masaya o en Granada Con sus caballos cholencos En el Calvario o La Calzada. Deseara tener en frente Un plato de moronga frita, Una hoja con baho caliente,

Matrícula de primer grado

Por Alcides Rojas Chavarría (n. en Managua, 1966) Imagino que todos recordarán el día de su matrícula escolar para el primer grado de la escuela primaria. Mi hija mayor Daira Marcela, mi segundo hijo David Alcides y mi hija Natalia Giselle han ido a su primer día de clases en el nivel Maternal de Kindergarten a sus dos añitos de edad. Por mi parte, asistí a la escuela primaria formal con siete años ya cumplidos en febrero de 1973 - quizás porque haber sido el ‘cumiche’-, como se dice ‘entre tarde’ a la escuela y directo al primer grado. Pues bien, después del terremoto del 23 de diciembre de 1972 que destruyó la ciudad de Managua, mi abuelita Yeyita nos llevó a su casita en la comarca “Valle de Las Mayorgas”, a ocho kilómetros de Chichigalpa en el departamento de Chinandega. Con el tiempo, mi abuelita materna se enfermó y mi Mamá acordó con mi Papá que se quedaría cuidándola. Yo feliz de vivir ‘en el monte’ viendo gallinas, chanchos, caballos, vacas, carretas de bueyes ca

Memorias de una muchacha bonita

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Escrito por Martha Isabel Arana Orlando, Florida 2005      Cuentan que hace años, un muchacho de Managua fue invitado a una boda en la antigua Ciudad Universitaria. Llegado el día, aunque estaba nublado y los ánimos lo invitaban a quedarse en casa, Ernesto, el joven de la historia, no quería perderse el esperado acontecimiento porque quien se casaba era uno de sus amigos más queridos. Pensando que valía la pena el viaje y tomando en cuenta que León no está muy lejos de la capital, decidió salir temprano para llegar a tiempo y no sufrir ningún atraso. Cuando llegó a la zona donde el Lago Xolotlán comienza a coquetear mostrando su azul a las personas que transitan la Carretera Vieja a León, comenzó una lluvia fuerte a caer sin clemencia, desbordándose el cielo y provocando uno de esos aguaceros tropicales que parecieran no van a parar jamás. No había dejado  atrás el recuerdo del lago, ni el olor a tierra mojada había abandonado su mente, cuando de pronto divisó a un lado de l

30 años después

E scrito por Martha Isabel Arana Orlando, Florida 2007      ¡Dicen en la pulpería que ya los muchachos se tomaron el comando! – comentó mi madre de prisa mientras se subía al carro. ¡Vámonos del centro! ¡Vámonos de aquí…! – En ese mismo momento un soldado de la Guardia Nacional abría fuego violentamente en una esquina, vaciando su ametralladora en la historia de mi pueblo. En la confusión solamente escuché el grito desesperado de mi padre que nos decía ¡agáchense que nos mata! Sin embargo, siendo una niña, la curiosidad y el miedo me dejaron clavada en el asiento trasero del carro, viendo, escuchando, grabando en la memoria como milagrosamente nos salvábamos aquel día de aquellos disparos al azar que no llegaron a alcanzarnos.      El año pasado y treinta después, camino cerca de aquella misma esquina donde un guardia disparara, para visitar el Museo de Mitos y Leyendas de León. En vez del soldado de mi historia, la estatua de un guerrillero me s

Escucha Nicaragua

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Uno no escoge el país donde nace; pero ama el país donde ha nacido. Uno no escoge el tiempo para venir al mundo; pero debe dejar huella de su tiempo. Nadie puede evadir su responsabilidad. Nadie puede taparse los ojos, los oídos, enmudecer y cortarse las manos. Todos tenemos un deber de amor que cumplir una historia que nacer una meta que alcanzar. No escogimos el momento para venir al mundo: Ahora podemos hacer el mundo en que nacerá y crecerá la semilla que trajimos con nosotros. Uno no escoge - Gioconda Belli  Foto cortesía de José Rafael Burgos C./Moralimpia.net

Sabor a Nicaragua

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Nicaragua sabe a nacatamal, huele a sacuanjoche y suena a marimba. Nicaragua tiene sabor a agua de coco, a tierra mojada y a carnita asada de la esquina. En la mañana, gallopinto con tortilla y una taza de café con leche y en la noche a atol con güirila. Es un buen pedazo de queso ahumado con tortilla, es una taza de leche agria de donde los Narváez. Nicaragua tiene sabor a jocote tronador, a pelusita de tamarindo, a guayaba madura, a cajeta de leche de Diriomo, a raspado Loly que cuando metemos el dedo para que el hielo nade mejor en el sirope nos queda manchado y no podemos negar que comimos raspado. Para el hambre que quema las tripas, no basta con una carne en baho, se requiere una orden de carne asada, maduro frito con queso y un buen vaso de chicha, quién sabe si un vigorón también. Nicaragua es el peso de las flores que adorna la cabeza de la monimboseña, el zensontle que cruza los montes, el guardabarranco sob

Recuerdos

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Escribo sin prisa cuando pienso en vos contando palabras tentando los versos como si invocarte me llenara de infinito del silencio suave que duerme en las letras y de la risa fresca que habita en tus besos. Escribo con prisa cuando pienso en vos como presintiendo que el tiempo se apaga que fluyan las ganas como hojas al viento que brillen, que canten y formen incendios deseando en silencio la noche que embriaga. Escribo la vida Cuando pienso en vos violento aguacero de aguas tranquilas que guarda celoso etapas vividas de estrofas que esconden en su fuero candente la lava que arde en tus mansas pupilas. Martha Isabel Arana  Orlando, Florida Abril, 2010

Diciembre de mis recuerdos

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Tú que estás lejos de tus amigos de tu tierra y de tu hogar y tienes pena, pena en el alma porqué no dejas de pensar. Tú que esta noche no puedes dejar de recordar, quiero que sepas que aquí en mi mesa para Ti tengo un lugar. En aquellos diciembres de mi niñez, las primas recorríamos la casa entera de los tíos inventando juegos y descubriendo secretos empacados en papel de regalo. A medida que iban llegando, otros miembros de la familia colocaban sus obsequios al pie del árbol de Navidad para deleite de nosotras que llenas de curiosidad no queríamos perder ningún detalle. La tele con su imagen en blanco y negro, interrumpía de vez en cuando nuestros juegos para alegrar el ambiente con algún comercial de moda que cantábamos de memoria: En el nuevo año venidero, se lo deseamos placentero, saboreando la vida por entero.... Los primos varones se entretenían afuera en la calle, aprovechando la fumadera de "los grandes" que entre tragos, boquitas y mús

En el éxodo de mi nostalgia

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Cuando me fuí, doblé cuidadosamente el cielo y las estrellas; no fuera yo a perderlos. Recogí los maizales y el trigo para llevarlos conmigo, Ahuequé en mis manos la tristeza y mansedumbre de mi hermano indio, de mi hermano maestizo, para no olvidarlos. Pinté en mis ojos, el eterno paisaje de mis lagos, volcanes, madroños, sacuanjoches... Me retraté en ellos y con ellos y en las pupilas me llevé las fotos. Corté el dolor de los malinches florecidos y en la valija del alma acomodé inmediatamente mi nostalgia...inmediata... Carlota Molieri En el éxodo de mi nostalgia de su libro Ceremonial de luces Foto:  José Rafael Burgos